Treintañeros en la uci covid

La vacuna ha reducido drásticamente los casos graves. Son muchos menos, mucho más jóvenes e igualmente enfermos

Hay muchos menos cabellos blancos. Solo una mujer entre siete hombres. La fisioterapeuta intenta estimular su producción de leche que evite una mastitis, porque acaba de tener a su hijo, justo antes de intubarla y sedarla. Todos parecen dormidos, con los ojos cerrados, la mayoría con un respirador que les mantiene vivos. Se les ve tan jóvenes.

La uci de respiratorio del Clínic, donde concentran a la mayoría de sus casos graves de covid de estos días, tiene entre sus pacientes a dos treintañeros. Uno de ellos acaba de mejorar y ha pasado a semicríticos. También tienen de 41, de 43, de 44, de 47. ¿Hay factores de riesgo especiales? “No, qué va. Vidas normales, su trabajo, son personas activas. Sus hijos. Lo único que tienen en común es que no tenían aún la vacuna, menos en un caso, un paciente de más edad al que pilló la infección con una dosis”, describe Joan Ramon Badia, director del Instituto de Respiratorio del Clínic de Barcelona.

¿Estaban obesos? “Lo de la obesidad sí se considera que puede influir negativamente en el proceso de los casos graves, pero no es en sí un factor de riesgo para enfermar. Tampoco hay otras dolencias de base. Sí que hemos encontrado otro factor que no conocíamos y empeora, el sedentarismo. Pero no es lo habitual en estos pacientes jóvenes.Todos tienen lo mismo: una neumonía bilateral y el proceso de inflamación pone en jaque a todo el organismo. Los jóvenes, en principio, tienen más recursos fisiológicos y se recuperarán mejor de la neumonía bilateral. Pero si se agravan, algo que vemos al cabo de tres o cuatro días, y necesitan intensivos, les espera un mínimo de dos semanas”.

Y no solo eso. “Estamos siguiendo a todos los enfermos hospitalizados de la primera ola. El 60% mantiene síntomas al cabo de seis meses: dificultades respiratorias, fatiga, limitación en el esfuerzo, dolores musculares, pérdida de agilidad mental, insomnio, síntomas de estrés postraumático. Parece que mejoran paulatinamente”, apunta el neumólogo. La infección pasa factura a muchos días.

Y ahora los centros de primaria y las urgencias están viendo multiplicar cada día sus casos. La curva de contagios crece en vertical. Tanto que en opinión de Joan Ramon Badia y del propio conseller, Josep Maria Argimon, sin el efecto protector que ya tiene la vacuna estaríamos de nuevo encerrados, peor que en la primera ola.

Esta semana era fácil ver las colas rodeando la manzana en los más diversos CAP, en muchas ciudades. Por síntomas, por vacunas, por PCR para viajar y alguno con otra enfermedad. Desbordados. Donde se veían 20 pacientes hace una semana, ahora ven 150.

Un crecimiento parecido están registrando los servicios de urgencias de los hospitales. Se quedan unos poco ingresados, pero se quedan. La proporción de graves es mínima. Pero hay.

En la uci del Clínic de Barcelona, por ejemplo, o del Gregorio Marañón de Madrid,  miran el calendario con aprensión. “La verbena nos llegará aquí la semana que viene”, masculla Jeisson Osorio, intensivista adjunto. Esperan que la evolución de esta nueva oleada, que les llega sin tiempo de haber descansado de la anterior, se parezca a lo ocurrido en Reino Unido y la línea que representa los graves no discurra en proporción a la línea vertical de los nuevos infectados. “Pero estamos preparados. Si algo hemos aprendido este año ha sido a solucionar rápidamente las crisis”.

Se encuentran menos preparados, en cambio, para continuar a este ritmo. “Estamos cansados. Es el día de la marmota desde hace 16 meses. En intensivos siempre estás con pacientes muy graves, claro. Pero la mayoría de enfermedades sabemos cómo tratarlas, sabemos qué funciona para que mejoren. Con la covid, salvo algún antiinflamatorio con cierta evidencia, no tenemos nada que darles. Solo mantenerles con vida para que su cuerpo consiga vencer este colapso”, admite Osorio.

Y lo peor es darles noticias a los familiares, a los que solo ven por teléfono. Que no pueden entrar, salvo cuando ya llevan mucho tiempo en intensivos. O cuando vienen a despedirse. Así que todo el dolor, toda la angustia, toda la información pasa por el equipo de la uvi, con quienes hablan a diario. Son sus absolutos intermediarios. Por teléfono.

El personal se siente dañado. Y miran de nuevo el calendario ¿Vacaciones? “Este año espero conseguir viajar a Colombia, a donde no pude ir el año pasado. Debía salir el 21 de marzo del 2020 y cerraron. El 23 caí enfermo de covid. Y ahora no sé si pueden cambiar las cosas para el día que tengo vuelo”, cuenta con inquietud Osorio.

El panorama internacional muestra incertidumbre hasta en los lugares que han conseguido acercarse a la inmunidad de grupo gracias a la extensión de la vacuna. Y esta subida de casos tan acentuada da rienda suelta a un virus encantado de multiplicarse. “Hasta que un día consiga una variante que se escape a las vacunas. Suerte que la tecnología de la producción de las vacunas nos permite incorporar my rápidamente la protección ante cada variante. Pero son unos meses”, advertían desde el Ministerio.  Los jóvenes graves no tienen factores de riesgo especiales, solo neumonía bilateral. Y no están vacunados. Ana Macpherson (LV)

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