Se investigan más causas del síndrome de la fatiga crónica

El síndrome de fatiga crónica (SFC) es una enfermedad de larga duración que afecta a muchos sistemas del cuerpo y se caracteriza por la presencia de cansancio sin causa aparente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la reconoce como una enfermedad neurológica y según estudios clínicos, se estima que entre 120.000 y 200.000 personas sufren esta enfermedad en España. Fatiga crónica, falta de energía, incapacidad para levantarnos con ánimo para cubrir las necesidades de nuestro día a día son los principales síntomas de esta enfermedad.

Vivimos una época de revolución médica en la que se ha avanzado de forma increíble en el desarrollo sanitario. Estos avances han conseguido que países occidentales como España hayan alcanzado un récord de longevidad media; en 2020 se llegó a los 84 años según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). A medida que alargamos la esperanza de vida o tenemos mayores recursos médicos para abordar las patologías de urgencia (traumatismos o infecciones), es más urgente la necesidad de ampliar el horizonte hacia un abordaje integral. Este hecho nos va a permitir cubrir esferas tan importantes para el ser humano como la tenencia de energía y las competencias físicas y mentales para afrontar las situaciones de estrés o el equilibrio emocional.

Además, el panorama actual aplica que la medicina también se haga cargo de mejorar la calidad de vida. Según ha explicado el doctor Antonio Hernández, médico especialista en medicina integrativa «cada vez son más las personas que adolecen de síndromes crónicos que cursan con fatiga crónica, falta de energía, incapacidad para levantarnos con las prestaciones físicas y emocionales o para cubrir las exigencias laborales, deportivas, sociales o familiares de nuestro día a día».

El síndrome de fatiga crónica (SFC), conocida también como encefalomielitis miálgica, es una enfermedad de larga duración que se caracteriza por la presencia de cansancio sin causa aparente. Además, esta patología suele surgir en personas anteriormente sanas, sin antecedentes de enfermedades graves y, generalmente, con una significativa actividad en su vida diaria.

Por eso, muchas de estas personas llegan a caer en diagnósticos que no son más que un saco roto como el síndrome de fatiga crónica, fibromialgia y/o “enfermedades psicosomáticas”. «Ante estos cuadros incapacitantes, limitantes y que desesperan a la persona, por desgracia tradicionalmente los médicos nos vemos abocados a recetar fármacos como antiinflamatorios, antidepresivos, relajantes musculares o fármacos psiquiátricos que única y exclusivamente van dirigidos a sedar a la persona y que su sintomatología no sea tan acuciante», explica el experto.

«Cada vez son más los profesionales médicos que sin limitar la farmacología se abren a las posibilidades terapéuticas coadyuvantes que giran en torno a hábitos integrales como la nutrición, la gestión del descanso y del sueño, algunos suplementos vitamínicos o el ejercicio bien prescrito», subraya.

¿Cuáles son las causas principales de la fatiga crónica?

Dichos procesos son multifactoriales y se debe escapar de reduccionismos y dogmas que hablen de una causa en especial.

  1. Edad

Evidentemente con el paso de los años la energía del cuerpo se va perdiendo y muchas de las facultades físicas progresivamente van mermando, solo hay que ver la energía inagotable de los niños de corta edad.

  1. Obesidad

La obesidad se ha convertido en una auténtica epidemia en el mundo occidental, y el aumento de grasa abdominal junto a la pérdida de masa muscular que ocurre con el paso de los años es uno de los causantes de la inflamación sistémica, de desequilibrios hormonales y pérdida de funcionalidad de las mitocondrias (pequeños órganos celulares que se encargan de obtener el ATP, la energía necesaria para los procesos celulares).

  1. Estrés

Es evidente que la vida actual tan exigente implica sobreesfuerzos físicos, mentales y emocionales que acaban generando una carga de estrés crónico, lo que puede tener implicaciones a largo plazo en nuestro sistema nervioso y el resto del organismo. Esto da lugar a fases de agotamiento y de necesidad de descanso.

  1. Desequilibrios hormonales

Sea por el paso del tiempo, por la obesidad o la carga de estrés físico y emocional, son muchas las personas que pueden tener desequilibrios de hormonas tiroideas, hormonas suprarrenales (cortisol, DHEA), hormonas sexuales femeninas (estrógeno, progesterona) o masculinas (testosterona). Esto puede generar cuadros sistémicos de agotamiento, merma de facultades mentales cognitivas y cuadros ansioso depresivos.

  1. Inflamación de bajo grado

Este es un término que hace referencia a un estado de inflamación sistémico y que puede afectar a múltiples sistemas, como el muscular, el metabólico, el neuronal, el intestinal, etc. Dicha inflamación se puede observar con determinados marcadores inmunes (IL-6, TNF-a,etc) que pueden generar que la persona esté más cansada y con dolor muscular (mialgias articulares, artralgias e incapacidad para recuperarse de forma eficiente ante los esfuerzos físicos y emocionales).

  1. COVID-19

Una de las causas que está inundando las consultas médicas de pacientes alertados por su falta de energía es la reciente pandemia de la COVID-19. Hasta el 15 % (algunos estudios clínicos indican que el porcentaje es mucho mayor) de los pacientes sufren el denominado síndrome por COVID persistente, el cual implica una serie de síntomas entre los que destaca el extremo cansancio, fatiga y dolor muscular que puede alargarse durante meses tras la infección. De ahí que se estime que entre 120.000 y 200.000 personas sufran esta enfermedad en España.

 

Herramientas para mejorar este estado

  1. Disminuir el sobrepeso

El sobrepeso y especialmente la acumulación de grasa abdominal y visceral es una de las principales causas de inflamación sistémica y desequilibrios en el organismo. Es por ello que las personas con mayor porcentaje de obesidad tienden a estar más cansadas y a padecer más inflamación y dolor sistémico.

  1. Control de los carbohidratos

Aunque debemos escapar del reduccionismo de que los carbohidratos son peligrosos para la salud, es cierto que aquellos carbohidratos refinados (el arroz blanco, la pasta blanca, el pan blanco y otro tipo de harinas refinadas) pueden generar desequilibrios metabólicos y conducir a la obesidad, inflamación y falta de energía a largo plazo. Por este motivo, recomendamos la inclusión de carbohidratos con menor impacto en la insulina como son los tubérculos (patata, boniato y yuca), legumbres o pseudocereales (mijo, quinoa, amaranto o trigo sarraceno).

  1. Verduras, hortalizas o frutas

Este tipo de alimentos tienen una carga baja de calorías en la persona y además nos aportarán grandes beneficios para la salud. La alta cantidad de vitaminas, minerales fitoquímicos o fibra tendrán un impacto coadyuvante en el funcionamiento de nuestro cuerpo y los niveles de energía a largo plazo.

  1. No olvidarse de las grasas

Muchas de las hormonas como la testosterona, los estrógenos o el cortisol dependen de la grasa al igual que el sistema nervioso o el funcionamiento de la vesícula biliar. Dentro de las grasas recomendamos la ingesta de las que pertenecen al grupo de las insaturadas por su capacidad antiinflamatoria y las cuales podemos encontrar en los siguientes alimentos: aguacate, aceite de oliva, aceitunas, semillas, frutos secos o el pescado azul.

  1. ¿Qué hay de las proteínas?

Incluir la suficiente cantidad de proteínas que necesita el organismo es importante para el sostenimiento de la masa muscular y la recuperación ante los esfuerzos físicos. Debemos de priorizar en las proteínas de alto valor biológico como son el huevo, las carnes magras o el pescado. Para las personas veganas existen múltiples posibilidades para que los menús no supongan una merma de proteína.

  1. Los minerales

Debido a la facilidad con la que podemos perder minerales a lo largo del día (la sudoración, bebidas diuréticas, etc.) es necesario aportar sales minerales. Podemos incluir productos que incluyan minerales, bebidas isotónicas o algo tan simple como una pequeña cantidad de agua de mar diluida.

  1. El ejercicio

El ejercicio es una de las herramientas que puede ayudar sobre mecanismos hormonales, neuronales o musculares que actúan a favor de nuestra energía. Debemos tener cuidado en no excedernos y caer en un síndrome de sobreentrenamiento, es decir, una fatiga generalizada a nuestra mente y cuerpo y lo que sería totalmente perjudicial. Es importante el descanso, ya que tan esencial es moverse y hacer ejercicio como lo es permitir que nuestro organismo descanse.

  1. Los suplementos

Los suplementos pueden ser el complemento perfecto al resto de las herramientas citadas anteriormente. Se pueden utilizar principios activos como el magnesio, la ashwagandha, la maca o la L-tirosina, estos productos potenciarán al sistema nervioso y hormonal ante el efecto del estrés.

  1. Terapia hormonal sustitutiva (THS)

Para todos los pacientes con fatiga crónica alargada por más de seis meses y una edad mayor a los 40 años es interesante revisar los niveles de hormonas (las tiroideas, la testosterona, la DHEA o estrógenos). En caso de verificar un déficit de dichas hormonas se debe poner en contacto con un médico que pueda ajustar dichos niveles.

Por otro lado, vivimos tiempos en donde cada vez es mayor la dificultad de poder cumplir con los compromisos laborales, sociales, familiares o deportivos, lo que ocasiona que nuestro organismo pueda caer en un estado de decaimiento y de falta de energía. Esto puede generar desesperación en muchas personas y éstas pueden verse abocadas a probar mil y una fórmulas o productos que prometen la recuperación de energía. Es crucial que los estados de fatiga crónica sean entendidos como la consecuencia final de múltiples factores que hay que abordar de forma integral, por otra parte, es de vital importancia que cada caso sea abordado por equipos de profesionales que puedan individualizar el tratamiento y las herramientas pertinentes. M.T.T. /L.D.B. (SyM)

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