¿Pueden los pacientes de ictus recuperar el movimiento?

Cada año unos 15 millones de personas en todo el mundo sufren un ictus, una enfermedad cerebrovascular que es la primera causa de discapacidad de movimiento en Occidente. La mitad de los supervivientes suelen necesitar una silla de ruedas y el 80% tienen problemas de movilidad. Y aunque mediante rehabilitación muchos pacientes pueden volver a caminar, lo hacen de forma poco eficiente, cansándose mucho y, en muchos casos, teniendo que volver a utilizar la silla de ruedas.

Investigadores de la Universitat Politècnica de Catalunya y de la spin-off ABLE Human Motion lideran un proyecto para desarrollar un exoesqueleto que permita a estas personas mejorar su capacidad de caminar. Se basan en un proyecto anterior en que crearon un exoesqueleto para personas paraplégicas debido a una lesión medular que se usa en hospitales y centros privados como parte de las sesiones de rehabilitación.

Ahora, a partir del conocimiento generado con ese primer exoesqueleto, se centrarán en el ictus, “un problema mucho más complejo de resolver”, según Alfons Carnicero, director general y fundador de ABLE Human Motion, puesto que la pérdida de movilidad es solo de la mitad del cuerpo y varía mucho de un paciente a otro en función de la zona del cerebro afectada . Por ello, pretenden diseñar un dispositivo que “les permita realizar el movimiento que aún preservan y solo les asista con el que necesiten para conseguir una marcha lo más natural posible”, apunta Carnicero. El objetivo es proporcionar a los clínicos una herramienta para aumentar la eficiencia de la rehabilitación, con un entrenamiento de la marcha progresivo, repetitivo e intensivo.

El exoesqueleto es una estructura de fibra de carbono y piezas de impresión 3D, que se sujeta al tobillo. Un algoritmo de inteligencia artificial aprende a detectar cuándo la persona quiere hacer un movimiento para poner en acción los motores del exoesqueleto y ayudarla. Empezarán a probar un primer prototipo con cinco pacientes antes del verano. Cristina Sáez

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