El Vall d’Hebron aplica el primer medicamento vivo para complicaciones en enfermedad de Crohn

La mayoría de personas con fístulas perianales complejas derivadas de esta patología responden a la terapia con células madre de donante vivo

En el año 2019, España fue pionera con la aprobación de una nueva terapia de células madre, el primer medicamento “vivo”, procedente de donantes, que se comercializa en el mundo. Actualmente este tratamiento, de Takeda, está aprobado para curar las fístulas perianales complejas de pacientes con Enfermedad de Crohn.

El Hospital Vall d’Hebron, en Barcelona, en julio de 2020 comenzó a tratar con esta terapia pacientes con este tipo de fístulas, que originan comunicaciones entre el recto y la piel, con trayectos complicados que atraviesan los esfínteres o con orificios de entrada y salida, que provocan dolor y supuración en la zona alrededor del ano, e incontinencia fecal en algunos casos. Así lo explica Natalia Borruel, de la Unidad de atención Crohn-Colitis del Servicio de Aparato Digestivo de este centro. “Son habitualmente personas jóvenes, en las que la enfermedad interfiere en esos años en los que se desarrolla de manera crucial la vida personal, académica, profesional y social”, afirma. Las opciones de tratamiento hasta la aparición de la terapia celular eran muy limitadas, con ciclos repetitivos de tratamientos antibióticos y cirugías.

“En el grupo de pacientes que estamos tratando, la experiencia es muy positiva, tanto para ellos como para el equipo”, destaca Marc Martí, cirujano colorrectal del Hospital Vall d’Hebron. Hasta el momento, han sido tratados 14 pacientes, a 10 de los cuales se ha realizado un seguimiento de al menos seis meses. De estos, seis han respondido a la terapia, es decir, ha sido curada la fístula (con ausencia de supuración y de abscesos en la resonancia). Otro dato relevante es que, de los cinco pacientes que recibieron el tratamiento hace un año, tres mantienen la curación de la fístula. En los casos donde no se consigue respuesta, no empeora la situación basal del paciente (la que tenía antes del proceso) y se puede repetir la técnica o aplicar otra. Además, en algunas ocasiones, sin llegar a curar la fístula, presentan una mejoría, con un descenso de la supuración, explica Marc Martí.

Procedimiento seguro

El proceso desde que se indica el medicamento hasta que se administra está muy controlado, y consiste en cuatro viales que contienen 30 millones de células vivas cada uno. “El proceso es muy personalizado, de modo que cada tratamiento se prepara para cada paciente concreto”, subraya Natalia Borruel. Cuando el digestólogo o cirujano considera que un paciente es candidato a recibir la terapia y le informa, el caso se somete a consideración por parte del Comité de enfermedad inflamatoria intestinal del hospital y, si así lo considera, se registra la indicación en la historia clínica del paciente. Después de la aprobación del Servicio Catalán de Salud, el Servicio de Farmacia solicita el tratamiento a Takeda, la compañía biofarmacéutica que produce esta terapia para todo el mundo desde su planta en Tres Cantos (Madrid). La cirugía para administrar el medicamento “es relativamente sencilla, se realiza sin ingreso y en 24-48 horas el paciente se reincorpora a su vida laboral y social”, según Martí.

Tal y como destacan ambos expertos, en todo este proceso, es imprescindible el papel de todo el equipo: digestólogos, enfermeras, cirujanos, farmacéuticos y radiólogos. “Implantar esta técnica ha sido más sencillo y seguro para el paciente, pues cada decisión se toma de manera consensuada”, según Borruel.

 

 

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