El 25% de la población sufrirá un síncope a lo largo de su vida

Una fibrilación auricular sin diagnosticar podría estar detrás de los episodios de pérdida de consciencia e infarto cerebral. Los médicos exploran nuevas formas de abordaje para reducir estos eventos.

Un 25% de la población puede sufrir un sincope a lo largo de su vida y en algunos casos eso puede ser debido a arritmias cardiacas. Este episodio supone una pérdida transitoria de la conciencia y de forma aparente sin más consecuencias que la misma. Sin embargo, los profesionales advierten de la necesidad de conocer y trata mejor este tipo de eventos que pueden esconder tras de sí́ una patología cardiovascular que desencadena en un ictus. Andreu Porta Sánchez, coordinador de la Unidad de Arritmias del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid y Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) y profesor asociado de Medicina de la Universidad Europea de Madrid, insiste en la importancia que ofrecen las guías a la monitorización a largo plazo de estos pacientes con Holter insertables y a la grabación en vídeo de los episodios para realizar un diagnóstico correcto y preciso.

En este sentido, Porta destaca que “por norma general”, el síncope es una condición benigna que no suele ser muy brusca ni asociarse a problemas cardiológicos, por lo que habitualmente no tiene consecuencias graves. Para prevenirlo es capital saber reconocer rápidamente los síntomas que lo preceden: mareo intenso, malestar abdominal, sudoración fría, náuseas, etc”. Además, añade que “mucho menos frecuente, pero muy importante y potencialmente peligroso, es el síncope de causa cardiológica. En estos casos, el síncope puede ir precedido de síntomas característicos como palpitaciones o dolor torácico intenso y, a diferencia del vasovagal, puede ser muy brusco, causando un traumatismo por caída».

IMPORTANCIA

Así, en el caso de la fibrilación auricular (FA), que es Ia arritmia sostenida más frecuente en toda Ia población, afectando a alrededor de un 10-15% de Ia población mayor de 75 años en algún momento de su vida, las guías 2018 del “American CoIlege of Chest Physicians» enfatizan recoger nuevas clasificaciones y abordajes. «Existe poca evidencia a favor del uso de antiagregantes como Aspirina para la prevención del ictus en los pacientes con fibrilación auricular. Frecuentemente se recomienda el uso de anticoagulantes de acción directa, que requieren menor monitorización que el Sintrom y tienen un mejor perfil de seguridad por ejemplo en pacientes con antecedentes de sangrados previos», explica Porta.

Dado que la FA puede ser causa de ictus, su metodología en el tratamiento también ha evolucionado. «Las guías de 2018 de Ia “American Stroke Association” han marcado un cambio importante después de la publicación de los estudios Defuse-3 y DAWN. Se ha ampliado el tiempo de posible tratamiento con cateterismo terapéutico en ictus tromboembólico que pasa de las seis a las 24 horas en casos seleccionados. Además, se han reducido las contraindicaciones al tratamiento con reperfusión farmacológica con tPA (fibrinólisis). En definitiva: mayores posibilidades terapéuticas no invasivas en los pacientes que sufren ictus tromboembólico, en caso de ictus agudo, el tiempo es cerebro».

Porta explica que en Ia FA «el abordaje de debe ser siempre individualizado, porque no hay una medida universal. Así, ante Ia presencia de síntomas que sugieran fibrilación auricular -pulso cardiaco irregular y rápido, palpitaciones, malestar torácico episódico- o bien en pacientes que hayan sufrido un ictus, es capital Ia búsqueda y diagnóstico de Ia fibrilación auricular para su pronto tratamiento». Además, el investigador del CNIC manifiesta que «Ia FA requiere un abordaje muttidisciplinar, liderado por las unidades de arritmias de los servicios de Cardiología de los hospitales». Porque, como concluye este experto, «si los episodios son repetitivos y afectan al bienestar del paciente, estos departamentos pueden proporcionar un tratamiento más específico e individualizado para el paciente, a menudo mediante procedimientos mínimamente invasivos, como Ia ablación con catéter”. P. PÉREZ

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