EI Alzheimer lo sufre toda la familia

Dr. Exuperio Díez. Neurólogo. Catedrático de neurología UAM

La Enfermedad de Alzhéimer supone la mitad de los diagnósticos de demencia, y quizás los más impactantes tanto para el enfermo como para su entorno, ya que supone la pérdida progresiva de la memoria: la inmediata y la pasada.

Como enfermedad progresiva, quedarte sin recuerdos al tiempo que olvidas lo que acabas de hacer o dónde vives -la pérdida de orientación es otro de sus síntomas- provoca importantes cambios en la conducta y carácter del paciente.

Del mismo modo, para la familia resulta muy complejo contemplar que alguien próximo va borrando paulatinamente su pasado y asumir que para él o ella acabarás siendo un completo extraño.

Aunque la enfermedad de Alzhéimer puede tener un origen genético, y en estos casos se desarrolla a edades más tempranas, la mayoría de los diagnósticos se producen a partir de los 65 años.

Desgraciadamente, los cuadros de enfermedades neurológicas graves, como el Alzheimer; una enfermedad neurodegenerativa o las demencias convierten a los enfermos en Grandes Dependientes.

También ocurre en el caso de los ictus cuando las secuelas producen un déficit motor o cognitivo.

Por ello resulta fundamental preparar a los cuidadores, en la mayoría de los casos y en sus estadios iniciales los familiares. Hay que dedicarles una especial atención para que, a su vez, no enfermen.

No se trata de una labor médica, pero sí asistencial. Básicamente, la sociedad se autoorganiza, pero el Sistema de Salud debe de colaborar y apoyar organizando cursos para que conozcan el desarrollo de la enfermedad y los cuidados y atención que requiere el enfermo.

Y del mismo modo, los profesionales nutrimos de las demandas que plantean las asociaciones de enfermos.

Tiene más de 100 años y sigue siendo una cuasi desconocida

 Todavía hoy desconocemos cuál es el desencadenante de la enfermedad. La hipótesis del funcionamiento anómalo de la vitamina beta-amiloide como causa de ese atrofiamiento cerebral es una de las más extendidas en la investigación, aunque, no la única. Quizás por eso no contamos con un medicamento o terapia específica que la cure. Aunque existen tratamientos que logran ligeros éxitos sintomáticos. Su avance, el deterioro que provoca, es imparable hoy en día.

Así que a la espera de que la investigación básica dé sus frutos, manejamos junto a los fármacos una serie de terapias preventivas que pasan por el mantenimiento de hábitos de conducta, estimulación mental y una dieta equilibrada.

Terapias que suponen una carga añadida para el entorno del enfermo. La familia acompaña al enfermo en el proceso degenerativo cerebral, participan en las terapias y en numerosas ocasiones sufren el llamado “síndrome del cuidador”.

 

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