Sólo el 3% de los adultos que necesita corrección visual lleva lentillas

lentes-de-contacto-pngContrariamente a lo que se cree, las actuales lentes de contacto pueden utilizarse prácticamente en cualquier situación y sin límite de tiempo

A. AMARELLE. Braga (Portugal). Se calcula que el 80% de la población española de más de 45 años y casi el 100% de los mayores de 65 padecen presbicia. Una alta incidencia que además va en aumento, principalmente debido al envejecimiento de la población. Actualmente hay más de 17 millones de présbitas en España. Esta enfermedad, más conocida comúnmente como vista cansada, se produce debido a una pérdida de elasticidad del cristalino. En muchas ocasiones, esta disminución de la visión cercana suele ir acompañada de una miopía, hipermetropía o astigmatismo.

De hecho, la presbicia puede quedar disimulada durante años por una miopía aún leve. Y es que aunque el proceso de degeneración se inicia en la adolescencia, la mayoría de las personas suelen descubrir que padecen presbicia durante la cuarentena. Las gafas siempre han sido la alternativa convencional para paliar las molestias de la vista cansada, una opción tradicional y rápida, pero no por ello la mejor para todas las personas.

Las técnicas multifocales – destinadas a corregir la visión lejana, intermedia y cercana al mismo tiempo-, que se adaptan a gafas y lentillas, representan una alternativa efectiva. Sin embargo, sólo el 3% de las personas entre 45 y 54 años que
necesitan corrección visual en España llevan lentes de contacto y tan solo el 1% de la población mayor de 55 años. “Las lentillas se utilizan especialmente en personas de entre 20 y 35 años. Esta cifra empieza a declinar a partir de los 30-35 y, a medida que avanza la edad, su uso disminuye”, asegura José Manuel González-Meijome, optometrista y profesor titular agregado de la Universidade do Minho (Portugal).

Según este experto, uno de los motivos puede ser la percepción por parte de los profesionales de la visión y de los pacientes de dificultad a la hora de utilizar a este método de corrección visual. A medida que se instaura la presbicia, es la lentilla la que tiene que proporcionar la visión de cerca. De modo que, como explica González-Meijome, la lente tiene que dividir la cantidad de luz que entra por el ojo en diversos puntos, o focos, para poder proporcionar visión tanto de lejos como de cerca. “No es posible dar la misma calidad visual en todas las distancias, por eso, al tener que hacer esa  distribución hay una ligerísima alteración en alguna de las dos distancias”, señala.Por ello no todos los pacientes se adaptan con la misma facilidad, pero “sabemos que más del 80% de los présbitas pueden adaptarse a este modo de corrección”, asegura este optometrista.

Con las gafas existe una zona del cristal para cada distancia y, en cambio, en las lentes, todas están superpuestas en la misma región. Es el ojo junto con el cerebro quien tiene que seleccionar qué imagen le interesa en cada momento. “Ello requiere un proceso de adaptación pero, en cualquier caso, es sencillo tanto desde el punto de vista técnico de la adaptación de la lentilla como del paciente a su uso”, añade.

Durante muchos años, el paso de oxígeno a través de la barrera plástica de la lente suponía una limitación. Actualmente,
gracias a los materiales de hidrogel de silicona, se ha subyugado esa limitación y el abastecimiento de oxígeno a través de la lente de contacto es casi el mismo que el que se consigue sin la lentilla. Esto se consigue con los últimos modelos como los que comercializa, por ejemplo, la multinacional Alcon. Al mismo tiempo, la pérdida acelerada de lágrima por deshidratación que era un problema en el pasado también se ha atenuado con los nuevos materiales. “Todo ello facilita que las lentes de contacto siempre que estén bien adaptadas y se realice un seguimiento programado con el profesional de la visión puedan utilizarse a partir de edades muy tempranas y prácticamente sin limitaciones”, apunta este especialista.

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