Mariano Barbacid, jefe de grupo de Oncología Experimental del CNIO. “El diagnóstico temprano es esencial porque el porcentaje de curación general en tumores que no han metastatizado está por encima del 80%, mientas que en los tumores con metástasis nos movemos entre el 20-30%”

Cuando hace unos días se ha celebrado el Día Mundial del Cáncer, Barbacid sabe que se han producido avances espectaculares. Pero el ritmo investigador no puede estancarse; necesita más financiación para seguir cosechando buenos resultados. El científico que aisló el primer oncogén, uno de los investigadores mundialmente más reconocidos en el terreno oncológico, ‘alma mater’ del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) al que llegó tras su paso por Estados Unidos, reconocido por instituciones y academias internacionales, último premio Nacional de Investigación Ramón y Cajal 2022 en el área de Biología y uno de los pocos científicos españoles que ya cuenta en su haber con un documental sobre su carrera investigadora.

Este es, a grandes rasgos, el perfil de Mariano Barbacid, el investigador que hace 73 años era un un ‘chaval’ del madrileño barrio de Cuatro Caminos y del que “no queda nada”, dice riéndose. “Ahora en serio, queda la vocación y el trabajo duro, eso sí. Siempre repito que cuando estaba haciendo la tesis era el que más trabajaba. Cuando me fui de postdoctoral a Estados Unidos era el que más trabajaba y cuando he tenido mi propio grupo en el CNIO soy uno de los que más horas pasa en el centro”. ¿Siente recompensado tanto esfuerzo? “Por supuesto. La satisfacción de trabajar en lo que te gusta no tiene precio. Si lo piensas bien, no es trabajo. Vengo a trabajar al CNIO a disfrutar de la ciencia, del mundo científico”.

Pero, además de devoción y vocación, sigue teniendo muy claro -lo ha expresado en multitud de ocasiones-, que “sin financiación adecuada no hay progreso alguno”, un aspecto decisivo para avanzar en el conocimiento y tratamiento de todas las enfermedades y muy particularmente en cáncer.  De hecho, en el documental sobre su carrera lo manifiesta tajante y convencido. “No es que los países ricos sean los que invierten más en ciencia, sino que son los países que más han invertido en ciencia los que ahora son más ricos”.

Acaba de estrenarse un documental, “El camino inverso”, promovido por la Fundación Álvarez Quirós sobre su carrera investigadora: ¿Qué significa el título?
Alude al método científico. Este método, y no solo para biomedicina sino para todas las áreas del conocimiento, es un proceso reduccionista: se parte de un problema complejo que hay que ir simplificando para poder obtener datos e información que puedan ser manejables experimentalmente. Va desde lo muy complejo a lo muy simple. Pero, evidentemente, si los resultados se limitan a procesos simples, tampoco sirven para su aplicación al mundo real. Entonces, es necesario realizar el camino inverso: ir de lo muy simple a lo muy complejo.

En el mundo del cáncer, empiezas con un tumor, pero del tumor no puedes obtener mucha información más allá de la anatomía patológica y ahora, como mucho, el análisis genómico. Para entender el proceso del cáncer hay que ir a un modelo reduccionista, modelos experimentales animales, a líneas celulares, a sistemas ‘in vitro’, a sistemas moleculares…este el proceso reduccionista. Ahora bien, una vez que has has obtenido información, si no realizas el camino inverso y lo llevas al mundo clínico, no sirve para nada.

Ha recibido el Premio Nacional de Investigación Ramón y Cajal 2022 en el área de Biología. ¿Si Ramón y Cajal levantará la cabeza qué cree que pensaría del panorama actual de la investigación?
Que desgraciadamente la situación no ha cambiado para nada cien años después. Seguimos siendo un país donde no se financia la investigación; no se invierte en investigación.

¿Cómo definiría el estado actual de la investigación en España?
Sería complicado hacer un análisis en profundidad, pero si nos ceñimos al mundo del cáncer, hay áreas que están bien, como, por ejemplo, los ensayos clínicos. España tiene actualmente mucho ‘caché’ en esta área porque hay muy buenos médicos, muy buenos oncólogos, y además resulta económicamente asequible en comparación con otros países de nuestro entorno.

Ya se están realizando muchos ensayos clínicos en nuestros hospitales, incluidos los de fase temprana que son los más importantes. Y se hacen muchos ensayos clínicos de fase I y II que es dónde se hace investigación clínica.

En lo que se refiere a la investigación preclínica, estamos mal, la financiación es igual de pobre que en el resto de las áreas de la biomedicina. Además, no existe una financiación específica para cáncer.

Una tercera pata de la investigación biomédica en España, y que considero importante mencionar, es la financiación privada. Ya no solo está la ayuda de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC). Hay otras entidades, como la Fundación CRIS contra el cáncer que está teniendo un impacto importante ya que sigue un modelo anglosajón que hace que las ayudas sean más eficaces y más productivas.

De la investigación académica propia de hospitales, realizada con recursos propios ni hablamos…
Los hospitales se financian gracias a los ensayos clínicos. En estos momentos, uno de los temas más candentes en el mundo hospitalario es la figura del clínico-científico: el clínico que ve pacientes pero que al mismo tiempo hace investigación.

Es una figura que se está reivindicando mucho porque hoy día, el problema que tienen los oncólogos es que están saturados por la asistencia, no pueden dedicarse a la investigación. Se trataría de que los clínicos pudieran también hacer investigación a base de relevarles un poco de la asistencia. En algunos hospitales han empezado ya a implementar este concepto, pero aún falta que se lleve a cabo de una forma generalizada.

“Se reivindica la figura del clínico-científico hospitalario. Pero habría que relevarlos un poco de la asistencia. Los oncólogos están saturados”

Es uno de los escasos miembros españoles de la Academia Americana de Ciencias. ¿Qué modelo de método científico importaría de Estados Unidos?
Cuando regresé a España a poner en marcha el CNIO intenté importar todo lo que pude. No inventé nada. Intenté incorporar lo máximo que pude del sistema anglosajón de investigación. Hubo algunas cosas que no se pudieron implementar por la idiosincrasia de nuestro país y sobre todo por la financiación. Por poner un ejemplo, actualmente un investigador postdoctoral de Suiza o de Nueva York, que ni siquiera es de plantilla, gana más que un catedrático o un profesor de investigación en España. Por lo tanto, es prácticamente imposible traer talento extranjero a España.Pero, habiendo dicho esto, estoy orgulloso de que en el CNIO se pueda trabajar exactamente igual que en Estados Unidos, en cuanto al concepto básico del método científico y a la forma de investigar.

Cuáles son los puntos clave de ese método científico?
La forma de operar de grupos de investigación potentes, independientesy que, en muchos casos, somos competitivos, a pesar de lo complicado que nos resulta conseguir suficiente financiación.

¿Estados Unidos sigue siendo el paraíso para la investigación?
Sí, sin duda.

¿Europa no tiene nada que interese en Estados Unidos?
Estados Unidos se nutre mucho de investigadores de todo el mundo. Como es el centro de gravedad, muchos investigadores de Asia o de Europa nos dirigimos hacia ese país. Por ejemplo, en mi laboratorio en Estados Unidos, en 24 años, solo tuve un norteamericano; el resto eran extranjeros. Es una selección tremenda. Estados Unidos se nutre de talento europeo porque el flujo es siempre de Europa a Estados Unidos. De Estados Unidos a Europa prácticamente es nulo. Vuelven los europeos que, como yo, hemos estado allí. Precisamente, en un momento del documental “El camino inverso” reflexiono: no es que los países ricos sean los que invierten más en ciencia, sino que son los países que más han invertido en ciencialos que ahora son más ricos.

Desde que volvió a España, ¿qué avances en investigación oncológica destacaría, en general, y en cáncer de páncreas, en particular, uno a los que mayores esfuerzos dedica?
Son preguntas distintas con dos respuestas diametralmente opuestas. Desde que en 1998 se aprueba el primer fármaco de una terapia personalizada, herceptina -dirigida contra un tipo de cáncer de mama- en el mundo de la oncología se han desarrollado no solo las terapias personalizadas, sino la inmunoterapiay más recientemente las CAR-T cells. En líneas generales se han experimentado unos avances espectaculares en lo que llevamos de siglo.

No obstante, hay que entender que el cáncer no es una única enfermedad, sino que son más de cien enfermedades distintas. Así, la inmunoterapia funciona muy bien en melanoma, en cáncer de pulmón, en algunos de mama -como el triple negativo-, y en algunos otros tipos de tumores. Pero incluso en melanoma o pulmón, no todos los pacientes responden a inmunoterapia y aún no sabemos porque. Quiero decir con esto que son avances muy destacables pero que se producen poco a poco.

En cáncer de páncreas concretamente no hay nuevos tratamientos. Fármacos como la gemcitabina y la capecitabina se aprobaron hace más de 20 años y el folfirinox, una mezcla de cuatro fármacos que es tan tóxico que solo puede utilizar con pacientes jóvenes en buena condición física. Ninguna de las nuevas terapias del siglo XXI ha tenido éxito en tumores ductales de páncreas. Es por ello que la mortandad sigue siendo superior al 95% a cinco años.

Se insiste mucho en terapias individualizadas, de precisión. Pero, ¿el diagnóstico precoz, es otro de los retos en cáncer?
El diagnóstico temprano es esencial porque el porcentaje de curación general en tumores que no han metastatizadoestá por encima del 80%, mientas que en los tumores con metástasis nos movemos entre el 20-30%. Hay una diferencia muy significativa entre detectarlo cuando no hay metástasis, está localizado y puede ser erradicado mediante cirugía.

“La detección temprana es esencial, pero depende mucho del tipo de tumor. Es complicado instalar un diagnóstico precoz en toda la población general”

La detección precoz es importante, pero también depende mucho del tipo de cáncer. En tumores visibles o externos, como melanoma o mama, es menos complejo que, por ejemplo, en pulmón. Pruebas como la detección de sangre oculta en heces o la colonoscopia son herramientas que pueden llevar a una detección temprana o hacer un seguimiento de personas con inflamaciones crónicas, por ejemplo. Pero, sería complicado implementar un diagnóstico temprano para toda la población general. No se pueden practicar escáneres cada seis meses.

Aunque escapa de mi terreno de investigación, considero que la detección temprana requiere de políticas sanitarias con programas concretos, pero también hemos de ser conscientes de que no todos los tumores se pueden detectar de forma precoz.

Sobre financiación para investigación biomédica. ¿Dónde estamos y dónde deberíamos llegar?
Dentro de la investigación biomédica en general y en lo que se refiere a proyectos, en este momento estamos, más o menos,en la mitad de lo que teníamos en 2010 en cuanto a inversión pública. Este último año -dice refiriéndose a 2022-, por ejemplo, la cuantía de los proyectos del Plan Nacional ha aumentado un 9%. Pero, para volver donde estábamos en 2010 debería haberse doblado.

La propia Ley de Ciencia habla del 1,25% del PIB en 2030, a siete años vista, cuando otros países de la UE están en el 2% desde hace tiempo. Lo mires como lo mires, la financiación es muy insuficiente.

“En cuanto a inversión pública para investigación biomédica ahora estamos en la mitad de lo que teníamos en 2010”

Otro ejemplo. La ministra de Ciencia anunció recientemente que se iban a dar 600 plazas de investigación Ramón y Cajal. En un principio muy buena noticia, pero no lo es tanto si vemos la ‘letra pequeña’. Estas plazas no vienen acompañadas de una dotación significativa.

Es esencial que a los investigadores que regresan a España se les ofrezcan los mismos medios que tenían en el extranjero. No tiene sentido traer a un español que está trabajando en Gran Bretaña, por ejemplo, y traerlo en peores condiciones.

¿Debería haber, al menos, un mínimo estructural?
Habría que hacer lo que yo implementé en el CNIO. A los jóvenes investigadoresse les ofrecía durante tres años, cien mil euros para proyectos y les pagábamos tres plazas de investigador, además de una cantidad para equipamiento científico. Es lo mínimo para que un investigador se pueda establecer y ser mínimamente competitivo hasta que pueda conseguir su propia financiación. Mi petición concreta sería que vengan en las mismas condiciones en las que se encuentran en otros países.

Hablando de su etapa de director del CNIO, ¿qué impronta queda en este organismo de Mariano Barbacid?
El CNIO va a seguir su ruta. Me encargaron ponerlo en marcha; lo hice y en menos de diez años se convirtió en uno de los centros de cáncer más prestigiosos. Ahora voy a seguir investigando, mientras me quedan neuronas y tenga una cierta financiación.

En estos momentos estamos intentando encontrar nuevas terapias que puedan trasladarse al paciente enfocado en cánceres de páncreas y de pulmón y más concretamente sobre los que tienen la mutación KRAS: un 90% en el caso de páncreas y 25% en pulmón. Neuronas y financiación es lo único que necesito.

Peticiones del científico a los responsables del Ministerio de Ciencia e Innovación.
Desde luego, y aunque hay varias cosas que pueden mejorar, que dediquen más inversión. Porque sin una mayor inversión no vamos a ningún lado.

A España ya la han sobrepasado en publicaciones científicas Australia y Corea del Sur. Hace años estábamos los novenos y ahora estamos los undécimos. En el caso del índice de impacto, nos situamos aún mucho más atrás; las últimas estadísticas que han llegado a mis manos indicaban que ya estábamos el puesto 18 o 19. Tenemos potencial para estar mucho más arriba. Raquel Serrano (DM)

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