Las afecciones por culpa del calor se convierten en la “epidemia” del verano

Las altas temperaturas llenan las salas de urgencias como en invierno los catarros. El golpe de calor es la punta del iceberg, antes se pasa por diferentes fases que hay que prevenir

“La sobreexposición al calor o al sol está infradiagnosticada porque ningún paciente entra a urgencias diciendo que tiene calor”, asegura la doctora Elisenda Gómez-Angelats, adjunta del servicio de urgencias del hospital Clínic de Barcelona. Este es el motivo por el que, según esta doctora, los datos registrados por sobreexposición al sol de años anteriores no son muy fiables.

Sin embargo, Gómez-Angelats asegura que cada vez hay más conciencia de que el calor puede ser la causa de que estos días vayan al hospital tantos pacientes con cefalea, sensación de sofoco, falta de respiración, irritabilidad, temblor, hipotensión… e incluso con algo de fiebre. Y es que estamos ante lo que ella considera como una “epidemia de calor” que, a nivel de salud, nos va a acompañar todos los veranos: “El calor es como los catarros en invierno, llena los hospitales en verano”, asegura la doctora.

Por eso, el hecho de que los médicos sean cada vez más conscientes de que las altas temperaturas pueden ser la causa de que estos días lleguen cada vez más pacientes con esta sintomatología y sin ningún foco de infección, hará que aumenten los diagnósticos por sobreexposición al calor, explica Gómez-Angelats. No solo porque este panorama de altas temperaturas haga aumentar la incidencia, sino porque también “hay una mayor sensibilidad a la hora de diagnosticar por parte de los médicos”, apunta la doctora.

Además, es importante tener en cuenta que “el golpe de calor, per se, consiste en estar en coma profundo y a 40 grados de temperatura corporal”, explica Gómez-Angelats, y añade que eso es solo “la punta del iceberg, el caso más extremo”. Antes de llegar a ese punto se pasa por otras fases, las cuales producen la sintomatología que se está viendo con frecuencia estos días en el hospital. En personas jóvenes que han estado expuestas a un nivel de calor o radiación solar altos, estos síntomas genéricos pueden aparecer acompañados de calambres en las piernas, dolor abdominal, diarreas, temblores, convulsiones o lipotimia (pérdida de conocimiento). En personas de edad avanzada, el abanico se amplía más todavía. En muchos casos sus síntomas son sutiles: torpeza, caídas, debilidad y somnolencia, lo cual complica la detección.

“En las personas que están ­encamadas, por ejemplo, suelen darse cuenta porque tienen esta somnolencia, intentan despertarles y no lo consiguen”, explica la doctora, quien hace hincapié en que no es necesario haber ­estado bajo el sol para sufrir los efectos del calor. Se le suma una menor autonomía para expresar y reconocer que han estado ­expuestas al calor porque su ­termorregulación es menos efectiva.

Por ello, hace una llamada a la necesidad de vigilar de cerca a la población de riesgo tanto desde las familias, como desde los servicios de salud públicos. Estos últimos se especializan en la prevención: se recomienda evitar la exposición en las horas punta y la actividad física agresiva, y se alienta a realizar un consumo elevado de agua y utilizar sistemas de refrigeración –paños mojados, crear corrientes de aire con las ventanas, ventiladores o aires acondicionados–. No obstante, estas medidas no son igual de accesibles para toda la población.

“Hay gente que combina ser mayor y no tener recursos, ni autonomía, para encender un ventilador; y si viven solas, tampoco hay nadie que pueda ayudarles a ponerse una toalla de agua fría sobre la frente”, defiende Gómez-Angelats. También están quienes por motivos laborales, no pueden refugiarse; para ellos la recomendación médica no es mucho más que hidratarse, hacer descansos y colocarse un sombrero.

“Trabajamos la mortalidad por muchas causas y en verano los picos suelen ser bajitos, pero ya llevamos un par de años, sobre todo el pasado, en que el exceso de mortalidad en el verano fue muy alto y se atribuyen la gran mayoría de estas muertes al calor”, cierra la doctora Borrás, del hospital universitario Vall d’Hebron de Barcelona, quien participa en el comité de salud y medioambiente que este centro sanitario inició ante el avance del cambio climático. L.D.B.

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