La inactividad en la niñez se vincula a infartos a los 24 años

El ventrículo izquierdo gana peso por culpa del sedentarismo. Una investigación halla este vínculo incluso en personas con peso y presión arterial normales.

La falta de actividad física durante la infancia puede llevar a sufrir ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares en la edad adulta temprana, incluso en personas con peso y presión arterial normales. Así lo confirma una investigación de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC). El estudio, realizado como parte de Children of the 90s, una de las cohortes más grandes del mundo, se ha centrado en investigar la asociación entre el tiempo sedentario –en una franja de edad de los 11 a los 24 años– y las mediciones del corazón, teniendo en cuenta factores como la edad, el sexo, la presión arterial, la grasa corporal, el tabaquismo, la actividad física y el estatus socioeconómico.

Como resultado, se ha visto que el sedentarismo durante la infancia aumenta la probabilidad de sufrir un ataque cardiaco o un accedente cardiovascular a partir de los 24 años. Esto es así porque la falta de ejercicio físico, según el estudio, hace que aumente la masa de la pared del ventrículo izquierdo del corazón. Como apunta el doctor Manuel Anguita, portavoz de la Sociedad Española de Cardiología (SEC): “Al aumentar la cantidad de grasa en la pared del ventrículo, el corazón pesa más”. Andrew Agbaje, doctor en la Universidad del Este de Finlandia, Kuopio, sostiene que “los niños y adolescentes necesitan moverse más para proteger su salud a largo plazo, y sus padres deberían limitarles el tiempo de pantallas”.

El estudio se ha llevado a cabo a través de relojes inteligentes que miden el efecto acumulativo del tiempo sedentario. Estos relojes se colocaban a 766 niños (el 55% eran chicas y el 45% eran chicos) durante siete días a los 11, 15 y 24 años. Con ellos se vio que a los 11 los niños eran sedentarios un promedio de 362 minutos al día, subiendo a 474 minutos al día en la adolescencia (a los 15 años) y 531 minutos al día en la edad adulta joven (24 años). Por lo tanto, al llegar a la edad adulta temprana, a los 24 años, el tiempo de inactividad podía alcanzar las nueve horas diarias. Mediante ecocardiografías se ha evaluado el peso del ventrículo izquierdo del corazón a lo largo de los años.

Anguita subraya que hacer ejercicio hace que aumente la cantidad de sangre que sale del corazón en cada latido. Es decir: no aumenta la masa del grosor de la pared del ventrículo izquierdo, sino que aumenta el diámetro interno de la cavidad y, por lo tanto, el volumen de sangre que este es capaz de acoger y de expulsar con cada latido, con lo que se consigue más resistencia. Por el contrario, el sedentarismo puede desencadenar una hipertrofia al aumentar en masa el grosor de la pared del ventrículo y, con ello, más riesgo de infarto, ictus, insuficiencia cardiaca o muerte súbita. L.D.B. (SyM)

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