El azar y los hallazgos inesperados

Dr. Manel Esteller, director del Programa de Epigenética y Biología del Cáncer, Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge, ldibell (Barcelona)

Tener suerte siempre va bien, pero hay que estar atento para que, cuando se presente, ser capaz de aprovecharla.

Lo hizo alguien que ahora es Premio Nobel: observando gusanos descubrió un mecanismo que ha sido muy usado para estudiar la pérdida de función de los genes.

Otro personaje, que analizaba unas salinas en Alicante, halló una de las formas que tienen las

bacterias para defenderse de los virus invasores. Y eso sirvió para desarrollar tecnología capaz de reparar nuestro ADN.

Quizá los ejemplos más oídos sean el del Dr. Fleming, que “olvidó’ unas placas de cultivo en un cajón y con eso se desarrolló la penicilina; o el del matrimonio Marie y Pierre Curie que, estudiando isótopos radiactivos, crearon la base de la radioterapia y de muchas pruebas de imagen.

¡Y es que nunca se sabe cuándo sonará la flauta!

 

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