Cada tres segundos: nuevo caso diagnosticado de demencia en el mundo

Expertos en Alzheimer, la demencia más común, destacan la importancia de invertir en prevención, detección precoz y Ciencia para hacer frente a una enfermedad con un impacto económico “brutal” y “proporcionalmente muy mal atendida”.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada tres segundos se diagnostica un nuevo caso de demencia en el mundo. Tres de cada cinco de esos diagnósticos serán de la enfermedad de Alzheimer, el tipo más común de demencia. La dificultad para encontrar un fármaco que detenga su declive cognitivo (más de 200 posibles tratamientos han fracasado en los ensayos clínicos en pacientes) ha provocado que uno de los principales retos de la investigación en estos momentos se centre en la prevención y en la detección precoz.

Sobre esos retos y sobre el grandísimo impacto del Alzheimer en las familias de los afectados debatieron Mercè Boada, neuróloga y fundadora y directora médica de Fundación ACE, y Arcadi Navarro, catedrático de Genética, profesor de Investigación ICREA en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y director del Barcelona Brain Research Center (BBRC) y de la Fundación Pasqual Maragall, en un encuentro digital reciente.

Los casos se triplicarán

En un mundo con la esperanza de vida en aumento, la ausencia de un tratamiento para prevenir o detener el curso del Alzheimer puede triplicar el número de casos en 2050, lo que en 30 años podría hacernos hablar ya de una epidemia. “Estamos delante de una bomba de relojería”, aseguró la doctora Mercè Boada, que destacó que hablamos de una patología “socialmente agresiva” (por su impacto en cuidadores, sistemas de salud y en la economía) y difícilmente soportable para el sistema. “El Alzheimer es una enfermedad socialmente agresiva y difícilmente soportable para el sistema”, afirma Boada.

Su opinión la compartió Arcadi Navarro, que comparó el Alzheimer con la actual pandemia provocada por la covid-19. “Estamos viviendo una pandemia gravísima, pero circunstancial. Ya vemos la luz al final del túnel. Con el Alzheimer, sin embargo, no pasa eso. Hablamos de una pandemia estructural, una ola que avanza lentamente, que no llama tanto la atención y en la que los poderes públicos no están invirtiendo suficiente ni en investigación ni en cuidados de las personas que sufren la enfermedad”.

Ambos expertos destacaron el impacto económico “brutal” que tiene la enfermedad y que asciende cada año a decenas de miles de millones de euros, un gasto que, además, recae mayoritariamente sobre las familias de los afectados. “La diferencia con otras enfermedades como el cáncer es que en éstas el coste lo asume la sociedad a través del Sistema de Salud. En el Alzheimer, sin embargo, el 80% del coste lo asume la familia, lo que supone una causa de precarización tremenda”, denunció Navarro, que recordó que han llevado al Congreso de los Diputados una propuesta para el cambio del modelo de atención a los afectados por una enfermedad “proporcionalmente muy mal atendida” y cuyo peso suele recaer sobre los hombros de las mujeres. “Según un estudio que realizamos, el 65% de los cuidadores eran mujeres; por este orden: la esposa del afectado, la hija y la esposa del hijo mayor. También vimos que había muchos pacientes leves diagnosticados de demencia que vivían solos. ¿Quiénes eran mayoritariamente? Mujeres”, añadió Boada.

Optimismo de cara al futuro

Tanto Mercè Boada como Arcadi Navarro se mostraron en todo momento optimistas con el futuro de la enfermedad. En primera instancia, por el aumento de la conciencia de la población y de los médicos, lo que ha facilitado que aumente el número de pacientes que llegan a centros especializados como la Fundación ACE en un estado aún leve de la enfermedad, cuando hace no tanto, lo normal era que lo hiciesen en una fase moderada-grave. “El Alzheimer es una pandemia estructural que avanza lentamente y no llama la atención social” concluyen.

En segundo lugar, por el desarrollo de más y mejores técnicas para el diagnóstico precoz de los pacientes que hace un lustro ni siquiera existían. “Tenemos algoritmos de Inteligencia Artificial que son capaces de clasificar ante una imagen del cerebro si éste ya muestra un síntoma de deterioro, aunque no se haya manifestado, hay biomarcadores en sangre que clasifican con una certeza del 90% la acumulación de proteínas…”, enumeró Navarro, que aseguró que estos avances les hacen ser optimistas, ya que ante un diagnóstico precoz existe la opción de prescribir tratamientos no farmacológicos para aumentar la resiliencia cerebral.

En ese sentido, Mercè Boada destacó la importancia de que poco a poco estas técnicas de diagnóstico precoz del Alzheimer se integren en nuestro ADN como hoy en día, por ejemplo, está integrada la importancia de hacerse una mamografía para detectar el cáncer de mama en fases tempranas de su desarrollo.

Los expertos, por último, se mostraron optimistas respecto al desarrollo de fármacos que en un futuro próximo permitan llegar a un “escenario ideal” en el que cada paciente de Alzheimer, como ocurre en el caso del cáncer, tenga “un tratamiento a medida con una multiplicidad de alternativas terapéuticas”. Adrián Cordellat

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