Alargar los huesos a través de la regeneración natural

imagen-62-pngLa técnica de elongación ósea consigue aumentar hasta un máximo de 30 centímetros la altura de los pacientes afectados por enanismo

Entre los años 1950 y 1964 en España se produjo la mayor epidemia de la polio. Se registraron una media de hasta 1.500 casos anuales, el 95% menores de siete años. Afectó a miles de personas sin diferenciar clases sociales, Madrid y Barcelona fueron las ciudades más castigadas. La enfermedad se adentraba en la médula espinal paralizando, en algunos casos de por vida, las extremidades. La parálisis, que solía ser asimétrica, estaba determinada por la destrucción neuronal. En ese contexto nació la técnica de elongación ósea. El objetivo era recuperar la longitud de la extremidad afectada. Los alargamientos se realizaron con métodos muy traumáticos y resultados lejos de ser óptimos. En los años 80, el profesor Gavriil Abramovich Ilizarov publicó un estudio sobre la capacidad regenerativa de los huesos. A partir de sus resultados surgieron nuevas técnicas sobre el alargamiento de los huesos, principalmente de las extremidades inferiores, para corregir las diferencias de longitudes aprovechando la capacidad de regeneración del hueso. Se empezaron a utilizar sobre todo en pacientes de talla baja patológica. El caso más frecuente es la acondroplasia, una enfermedad del crecimiento de los huesos que ocasiona el tipo más común de enanismo. Siempre que el hueso esté en buenas condiciones estos pacientes se pueden beneficiar de la elongación ósea para incrementar la estatura.

Antes de realizar esta intervención se debe diferenciar si ésta se requiere por un problema de talla o para compensar una diferencia de longitud entre extremidades. El concepto de talla baja se va modificando con los años para adaptarse al crecimeinto estándar del momento. Actualmente el límite de las mujeres se sitúa por debajo de 1,50 metros y el de los hombres por debajo de 1,64 metros. Además de la acondroplasia, también se realiza esta técnica en personas que han tenido un problema de crecimiento o una pubertad precoz. Se debe seguir un protocolo de alargamiento general de las extremidades, el momento ideal es durante la pubertad o acabada ésta. En pacientes con enanismo se han diseñado protocolos que marcan que entre los 10 y los 11 años es la edad idónea. “Se llega a alargar el fémur de 10 a 15 centímetros y otros de 10 a 15 cm la tibia. La estatura media de un paciente con enanismo adulto es de 1,20 cm, con esta técnica pueden llegar hasta el metro y medio”, apunta Ignacio Ginebreda, director de la unidad de reconstrucción y alargamiento de huesos del Hospital Universitario Quirón Dexeus. A estos pacientes se les hace un seguimiento desde muy pequeños y hasta la edad de la intervención. “Generalmente también requieren un alargamiento del húmero porque a veces tienen dificultades para coger objetos o incluso para hacerse la higiene personal”, añade.

La técnica consiste en realizar una fractura controlada en un determinado lugar del hueso que tiene posibilidades de regenerar. Con un fijador externo que se adapta al hueso y tiene la capacidad de expandirse mecánicamente se consigue un alargamiento de un milímetro diario. “Cuando el hueso se rompe, su reacción natural es la de consolidarse. Los fijadores no dejan que el hueso se consolide en la misma posición, de manera que, con paciencia, se acaba generando un trayecto de hueso nuevo de las mismas características que el resto sin necesidad de aplicar sustancias complementarias, se deja que el hueso actúe de forma natural”, explica Ginebreda.

En pacientes que no tienen una talla tan reducida como los enanismos pero están por debajo de los límites considerados normales, la técnica es la misma pero se deben hacer estudios de proporcionalidad para elegir si hacer un alargamiento de tibias o de fémures, así como los centímetros que se deben alargar para no crear desproporciones con el resto del cuerpo. Por otra parte, algunos pacientes tienen una pierna más corta que otra, ya sea por una malformación congénita o después de haber sufrido un accidente. “Con las técnicas actuales se pueden realizar alargamientos de hasta unos ocho centímetros en personas adultas”, asegura Ginebreda, también especialista de ICATME en el recinto Quirón Dexeus. Desde hace unos cinco años existen nuevos sistemas que, en lugar de utilizar los fijadores externos, usan un clavo autoexpandible interior con un dispositivo electrónico que tiene la capacidad de alargarse a través de un impulso eléctrico externo. Se alarga un milímetro cada día hasta llegar a la altura deseada. “De momento sólo se utiliza en estos casos porque el clavo no tiene la capacidad de alargarse 15 centímetros, pero tiene muchas expectativas”, concluye este especialista.

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