¿Es posible hallar los escondites de la malaria para erradicarla?

Aunque la más conocida es la causada por el parásito Plasmodium falciparum, que afecta, sobre todo, al África subsahariana, existe otra forma de malaria provocada por Plasmodium vivax, endémica en América Latina y Asia. Cada año causa siete millones de nuevos casos clínicos y, aunque la mortalidad que provoca no es tan alta como la de la variante africana, produce enfermedad grave y también muerte.

Los mecanismos de acción de esta malaria, que en un 70% de los casos es asintomática, son menos conocidos. “Llevamos más de 110 años intentando cultivarla en el laboratorio sin éxito”, señala el investigador Icrea Hernando A. del Portillo, del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y del Instituto Germans Trias i Pujol (IGTP).

Junto a su grupo, coliderado por la investigadora Carmen Fernández-Becerra, estudian los escondites del parásito causante de esta variante en el cuerpo humano. “Además de en el hígado, se esconde en la médula ósea y en el bazo, dos órganos muy importantes de producción y destrucción de sangre, respectivamente”, destaca del Portillo.

En colaboración con investigadores de áreas endémicas de la enfermedad ya han encontrado evidencias de que el parásito está presente en médula ósea, bazo y sangre periférica y de que se esconde allí gracias a unas nanovesículas llamadas exosomas. Ahora, del Portillo lidera un proyecto internacional para desarrollar una maqueta en miniatura –organ-on-a-chip– de la médula ósea y del bazo humanos con la que poder investigar los escondrijos de P. vivax en el organismo, el papel que desempeñan los exosomas y descubrir nuevas dianas terapéuticas. Cristina Sáez

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