El cuestionable uso de las sujeciones

sujeciones-en-la-dependencia-pngImpedir que el paciente se mueva con libertad acaba provocando problemas clínicos con repercusiones importantes, como las conocidas ulceras por presión.

A. S. BARCELONA. El uso de sujeciones en las residencias ha representado una práctica estandarizada durante muchos años para evitar las caídas. Estos mecanismos, sin embargo, han sido cuestionados por multitud de profesionales por las complicaciones que conllevan al paciente, tanto a nivel físico como psicológico. Se utilizan sobre todo en pacientes con demencia. Las sujeciones pueden ser físicas o químicas. Las más conocidas son las primeras, mediante el uso, por ejemplo, de muñequeras, cinturones abdominales y nocturnos. Son equipos mecánicos que fijan la movilidad voluntaria del residente. Las sujeciones químicas hacen referencia principalmente al uso de fármacos que actúan sobre el sistema nervioso central como los ansiolíticos, los neurolépticos o los sedantes, entre otros. “A diferencia de las sujeciones físicas –aclara el jefe de gestión asistencial de Sanitas Residencial, David Curto i Prieto–, las químicas son invisibles, lo que hace que muchas veces sea más difícil actuar frente a ellas”.

Aproximadamente el 25% de los residentes está sometido a sujeciones físicas. “Las personas que defienden su uso lo hacen como herramienta de prevención de caídas y el control de síntomas conductuales como la agitación o la deambulación”, señala Curto i Prieto. Sin embargo, impedir que el paciente se mueva con libertad acaba provocando en muchos casos otros problemas clínicos, como ulceras por presión. Pero no es la única complicación relacionada con la movilidad. La atrofia muscular, la lentitud en el ritmo intestinal o la incontinencia son otros de los problemas asociados a las sujeciones.

“En Sanitas defendemos que se puede proteger y asegurar al residente sin la necesidad de utilizar sujeciones que limiten a la persona”, comenta el jefe de gestión asistencial de estos centros especializados. Por ello, Sanitas puso en marcha el programa “Por una residencia sin sujeciones” en todos los centros españoles. Este proyecto, que se inició a finales del 2010, pretende preservar la dignidad y proteger la integridad de los residentes sin tener que utilizar sujeciones ni físicas ni químicas. El método de trabajo establecido incluye la retirada de barandillas y sujeciones diurnas, un nuevo diseño de circuito de deambulación, el ajuste de la medicación y la reeducación de esfínteres. “Las alternativas a las sujeciones son muchas, nosotros siempre valoramos cada caso concreto. Contamos, por ejemplo, con planes de fisioterapia específicos, el uso de camas ultrabajas, luces con sensores de movimiento en los pasillos o suelos acolchados, entre otras soluciones”, explica David Curto i Prieto.

Tras tres años desde su implantación, la iniciativa ha demostrado que no existe un aumento en el número de caídas que sufren los residentes ni de las consecuencias más graves ante éstas. En Sanitas Residencial han conseguido que las sujeciones representen únicamente el 1,8%. A finales de año esperan contar con 27 centros acreditados como libres de sujeciones, lo que representará que más del 65% de los centros contarán con la certificación de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (Ceoma) o Libera-Ger.

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