Discrepancias sobre los usos terapéuticos de los cannabinoides

Si bien la eficacia de los cannabinoides se trata de demostrar en casi una treintena de patologías, tanto sociedades científicas como observatorios y asociaciones de pacientes reclaman más financiación para impulsar ensayos clínicos que corroboren las primeras evidencias conseguidas en modelos animales.

De entre la nutrida familia de sustancias que forman los cannabinoides (se estima que pueden rondar los 150 compuestos químicos), el alumno aventajado en cuando a potenciales usos terapéuticos es el cannabidiol (más conocido como CBD). Tanto por su eficacia como por su perfil de seguridad, que carece de los efectos intoxicantes a nivel psicoactivo que sí presenta el tetrahidrocannabinol (THC), ya consiguió en verano de 2019 el visto bueno del Comité de Medicamentos para el Uso Humano (CHMP) de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) para un fármaco basado en CBD, Epidyolex.

De hecho, en octubre de 2021 la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) emitió un informe de posicionamiento para su uso en pacientes desde los dos años de edad como tratamiento coadyuvante (en conjunto con clobazam) de las crisis epilépticas en dos enfermedades raras: el síndrome de Lennox-Gastaut y el síndrome de Dravet. “Una de las propiedades terapéuticas que tiene este compuesto es que es anticonvulsivante, por eso se utiliza en epilepsia, y concretamente en epilepsia refractaria, aquella que no responde a ningún otro tratamiento convencional antiepiléptico“, explica la profesora titular de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Cristina Sánchez García.

Epidyolex, el primero cuyo uso ya está clínicamente mostrado y comercializado, se suma al arsenal terapéutico disponible para el tratamiento de estas patologías por parte de los profesionales sanitarios. Pero la lista de las potenciales aplicaciones de los cannabinoides es mucho más larga: de hecho, los usos clásicos que se atribuyen a Cannabis Sativa (la planta) se relacionan con el tratamiento del dolor; la atenuación de las náuseas y vómitos secundarios producto del uso de quimioterapia; el incremento del apetito y la reducción de la espasticidad en enfermedades neurodegenerativas, como la esclerosis múltiple. Aunque su aceptación no conlleva su uso terapéutico en todos los casos.

En este sentido, las posibles aplicaciones de los cannabinoides abarcan a casi una treintena de patologías en las que aún falta evidencia clínica y para las que organizaciones como la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides (SEIC) reclaman más ensayos en pacientes y, por tanto, más financiación en I+D. Según manifiesta el Observatorio Español de Cannabis Medicinal (OECM) en su página web: “Desgraciadamente, los ensayos clínicos son de un coste elevado y se prolongan años en el tiempo, por lo que normalmente es la big pharma la que puede afrontar el coste en tiempo y dinero“.

Además, el OECM (del que Sánchez es secretaria) dispone de un listado de enfermedades en estudio para el uso de cannabinoides, entre las que se está probando su uso en cuidados paliativos (en cáncer terminal; ancianos con alteraciones del sueño; dolor y cuadros depresivos); en pacientes con síntomas de náuseas y vómitos (efectos secundarios derivados de la quimioterapia); en el síndrome caquéctico asociado al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) o al cáncer (aumentando el apetito, regulando el anabolismo y estableciendo un control del dolor); en anorexia mental; en esclerosis múltiple (para tratar la espasticidad o el dolor); en esclerosis lateral amiotrófica (también para espasticidad y dolor) o en traumatismos medulares (espasticidad, calambres o fasciculaciones). L.D.B. (SyM)

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