La importancia de cuidar de nuestros mayores en verano

32857492-lSon más susceptibles a los golpes de calor y a las insolaciones

Si bien en verano todos estamos expuestos a las consecuencias de las altas temperaturas en nuestro cuerpo, las personas mayores son especialmente sensibles a los efectos del calor. Los ingresos hospitalarios por descompensación de enfermedades crónicas aumentan en esta época del año sobre todo si hay oleadas de calor y por ello, los médicos aconsejan seguir una serie de pautas para prevenir golpes de calor e insolaciones:

Beber 2 litros de líquido al día aunque no tengan sed, incluso aquellos que gocen de un mejor estado de salud. El proceso de envejecimiento disminuye la sensación de sed, dado que el hipotálamo, que es la parte del cerebro que controla esta necesidad, ya no funciona como antes, y por ello los mayores no suelen tener ganas de beber. Además, algunos fármacos de tipo diurético o hipertensores aumentan el riesgo de deshidratación. Para evitarlo, se puede ingerir, además de agua, zumos o infusiones, sopas frías, gazpachos o frutas que contengan altos niveles de agua.

  • Comer liviano, evitando las comidas copiosas, consumiendo preferentemente frutas y verduras. Es aconsejable comer más veces al día pero en menor cantidad.
  • No salir a la calle entre las 12 del mediodía y las 5 de la tarde, y si se sale, usar protector solar, gorra o sombrero y ropa fresca y holgada, a poder ser de colores claros, así como un calzado que transpire.
  • Las personas ancianas toleran peor el aire acondicionado, por lo que, si se usa, es aconsejable mantenerlo a una temperatura de entre 22 y 24 grados. Aún así, deben ventilar correctamente las estancias y refrescarse a menudo, ya sea mediante duchas o con paños húmedos.
  • Controlar la presión arterial, tanto la alta como la baja, puesto que ambas pueden provocar caídas y por ende, fracturas.
  • Si acuden a la playa, lo mejor es hacerlo durante las primeras horas del día y si desean bañarse, deben hacerlo a partir de las 7 de la tarde. Tomar el sol es saludable para los huesos siempre que se haga de forma moderada. Y si acuden a la piscina, procurar que estén adaptadas y que dispongan de rampas u otras infraestructuras para personas con movilidad reducida.

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