Curiosidades del cuerpo y la salud

Por Manel Esteller. Médico. Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras.

Un órgano que me tiene maravillado es el ojo. La retina, que traduce los fotones de los haces de luz en impulsos nerviosos, no es más que una extensión de nuestro cerebro que se ha metido en nuestra cuenca orbitaria.

Aquellos que me siguen ya saben de mi interés por la excepción, por lo que se sale de la norma, porque muchas veces permite establecer la regla, lo más frecuente que ocurra en la inmensa mayoría de ocasiones. En este sentido, hoy les quisiera recordar brevemente unas cuantas curiosidades del cuerpo humano y de las patologías del mismo.

El envejecimiento es considerado por algunos investigadores como una enfermedad. No es este mi caso si no que lo acepto como una consecuencia de la vida y de utilidad evolutiva. Pero más allá de estas disquisiciones, lo que deseamos todos es un envejecimiento gradual. Es decir, si me permiten la broma, morir en un perfecto estado de salud. Pues bien, existen personas con un envejecimiento prematuro muy acelerado. Son los casos de progeria tipo enfermedad de Hutchinson-Gilford y síndrome de Werner. Estos niños, a la edad de nueve años parece que tengan noventa años con calvicie, arterioesclerosis y arrugas, entre otros signos de la vejez. Estos individuos poseen mutaciones en genes de la reparación del ADN y la estructura del mismo a nivel del núcleo celular, y aún no existen tratamientos eficaces. El estudio de estos pacientes quizás nos proporcione pistas sobre el envejecimiento fisiológico del resto de la población.

Cuando hablamos del órgano más grande del cuerpo humano, nos rascamos la cabeza y haciendo un rizo en el cabello podemos soltar que son los pulmones, el colon o el hígado. Pero todo depende de la definición. Por ejemplo, la sangre es el componente biológico quizás más abundante, cinco litros de torrente acuoso y celular que nos recorre arriba y abajo varias veces cada día. ¡Ni las cataratas de Iguazú son tan bonitas! Pero claro, tenemos un tejido inmenso que muchas veces olvidamos a pesar de verlo cada día: nuestra piel. Todos nuestros órganos no se desparraman ni los agentes externos nos atacan porque estamos metidos es este globo elástico que llamamos piel. Nuestra primera línea de defensa y nuestra aduana contra los invasores.

Existe un órgano que a mí me tiene maravillado que es el ojo. Este fue uno de los pocos puntos que hizo dudar a Darwin sobre su teoría de la evolución. ¿Cómo era posible que una estructura tan pequeña y compleja como un reloj de oro de bolsillo fuera debida a cambios por azar y la selección de los mismos? ¿No era más sencillo pensar en un gran hacedor? Hoy sabemos que este increíble artilugio exhibe programas de expresión del material genético únicos y que existen centenares de tipos de ojos y de visión en la naturaleza. Recordemos también que la retina, que traduce los fotones de los haces de luz en impulsos nerviosos, no es nada más ni nada menos que una extensión de nuestro cerebro que se ha metido en nuestra cuenca orbitaria. Por cierto, si ven un dibujo de una sección del ojo con todos sus componentes, a mí siempre me ha parecido un pez, como ya he comentado en otra ocasión. Los ojos como espejo del alma se lo dejo a los poetas.

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