Una vacuna revolucionaria promete frenar las infecciones de las garrapatas

La estrategia contra la borreliosis podría aplicarse al paludismo, el zika y el dengue.

Entre las consecuencias indeseables del cambio climático figura el fuerte aumento de la población de garrapatas. Estos ácaros, cuando pican, pueden transmitir varias enfermedades potencialmente peligrosas que se están convirtiendo en un creciente problema de salud pública y una amenaza para quienes disfrutan de los paseos por la naturaleza.

Un equipo internacional de científicos que trabaja en Francia ha logrado resultados muy alentadores con una nueva vacuna que, según los ensayos con ratones, frenaría la propagación de la enfermedad de Lyme –o borreliosis– y, probablemente, de otras infecciones debidas a las garrapatas, como la encefalitis o las fiebres hemorrágicas de Congo y de Crimea. La innovadora estrategia consiste en actuar contra la microbiota (bacterias, virus y hongos de un organismo), en este caso de la garrapata, para neutralizar la bacteria borrelia en su interior. Se cree que este método podría servir también para combatir enfermedades transmitidas por mosquitos, como el paludismo, el zika o el dengue. Sería un avance espectacular.

“El concepto de la vacuna antimicrobiota es revolucionario porque rompe con los paradigmas de vacunación que se tienen desde que Edward Jenner y ­Louis Pasteur descubrieron las vacunas”, asegura el director del proyecto, Alejandro Cabezas-Cruz, veterinario de origen cubano. Realiza su investigación en la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación, del Medio Ambiente y del Trabajo (Anses), en el campus de la Escuela Veterinaria de Alfort, un suburbio de París.

Una vacuna clásica inmuniza directamente contra un patógeno. La nueva que se ensaya contra la borreliosis actúa contra el vector –en este caso, la garrapata, pero podría hacerlo contra mosquitos–, al inducir una modificación de la microbiota de la garrapata. Eso hace que el patógeno –la borrelia– deje de desarrollarse. Si la víctima de la garrapata está vacunada, cuando esta última pica y chupa la sangre también ingiere los anticuerpos generados por la víctima. Dado que la garrapata necesita estar adosada en la piel unas 72 horas para transmitir la borreliosis, se piensa que ese tiempo es suficiente para que actúen ya los anticuerpos en el ácaro y deje de infectar. Si pica a otra víctima, tampoco lo hará. Es probable que el cambio en la microbiota de una garrapata madre se transmita a las crías, por lo que estas no contagiarían.

“La ciencia moderna no ha logrado erradicar una enfermedad transmitida por vectores”, recuerda Cabezas-Cruz. Según él, una fumigación masiva contra las garrapatas “es problemática por la contaminación medioambiental y porque las garrapatas generan resistencia a los acaricidas, por lo que dejan de tener efecto al cabo de un tiempo”.

La vacuna podría tardar diez años en estar disponible para el público, pero circunstancias excepcionales darían un acelerón, como ya ocurrió con las vacunas ARN mensajero debido a la covid.

Las garrapatas no solo constituyen un problema serio para las personas. También son una amenaza de envergadura para la ganadería y, por ende, para la producción de alimentos, sobre todo en los países en desarrollo. Estos ácaros transmiten enfermedades a los animales, como la babesiosis, la anaplasmosis y la teileriosis. “Hay países en África que no pueden criar ganado vacuno debido a las enfermedades transmitidas por las garrapatas”, subraya Cabezas-Cruz.

Los investigadores de las garrapatas confían en que su hallazgo pueda llevar en el futuro a vacunar animales salvajes que constituyen un reservorio de patógenos, disminuyendo así, drásticamente, las epidemias. Cabezas-Cruz señala que algo similar se está haciendo ya, por ejemplo en España, con la población de jabalíes, que son un reservorio de la tuberculosis. A estos animales se les pone comida tratada con la vacuna para que dejen de propagar la enfermedad. Ahora les puede tocar el turno a las garrapatas y a las especies que chupan sangre.

El calentamiento ha alargado el periodo de actividad de las garrapatas, que hibernan en los meses de más frío, y ha favorecido su reproducción. El cambio climático ha influido asimismo en su distribución geográfica. Su presencia abarca ahora más territorios. Otros factores pueden haber influido en su proliferación, como la presencia de madera sin recoger en los bosques o la estrategia de ampliar las zonas verdes en los núcleos urbanos.

La Sanidad Pública de Francia (SPF) ha desvelado datos inquietantes sobre la borreliosis. En el 2009 fueron detectados 40 casos de la enfermedad por cada 100.000 habitantes. En el 2020 se había pasado a 90 casos por 100.000 habitantes. Los contagios por encefalitis provocados por las garrapatas superan los 30, de media, cada año. Algunas de las enfermedades transmitidas por las garrapatas pueden dar síntomas leves, similares a la gripe, o problemas digestivos, pero a veces, si no son tratadas a tiempo o por otras circunstancias, evolucionan en cuadros graves e incluso pueden causar la muerte. Eusebio Val

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