Un receptor neuronal, emerge como posible biomarcador en Parkinson

La molécula GPR37, un fragmento de un receptor neuronal que se puede detectar en el líquido cefalorraquídeo, podría mejorar la detección de la enfermedad de Parkinson.

El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta con trastornos del movimiento como temblores, rigidez, lentitud de movimiento o inestabilidad postural.

Un equipo de investigadores ha demostrado que el fragmento proteíco GPR37 se encuentra específicamente aumentada en los enfermos de Parkinson y no en otras enfermedades neurodegenerativas como el mal de Alzheimer.

La enfermedad de Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente después de la enfermedad de Alzheimer, pero no hay un biomarcador molecular fiable para su diagnóstico.

Un equipo del Programa de Neurociencias del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Barcelona (UB) acaba de presentar un prometedor candidato biomarcador diagnóstico de la enfermedad de Parkinson. Este candidato es un fragmento de un receptor acoplado a la proteína G (GPR37) presente en las neuronas.

El estudio, publicado en la revista Translational Neurodegeneration y dirigido por Francisco Ciruela, muestra que sólo los pacientes con la enfermedad de Parkinson y no con otras enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, tienen altas concentraciones de fragmento GPR37 en el líquido cefalorraquídeo. Estos hallazgos demuestran la alta especificidad del biomarcador.

“A diferencia del cerebro, podemos acceder al líquido cefalorraquídeo mucho más fácilmente”, dice Ciruela, que es miembro también del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Barcelona (UBNeuro). “El líquido cefalorraquídeo es el espejo de lo que ocurre en el sistema nervioso. Nos puede proporcionar mucha información”.

La hipótesis más probable que explicaria este aumento sería que, cuando el receptor GPR37 llega a la superficie de las neuronas del cerebro, su dominio extracelular se abriría, liberándose al espacio extracelular. En consecuencia, circularía en una concentración aumentada por el líquido cefalorraquídeo.

GPR37 es un receptor huérfano, lo que significa que no se conoce su ligando endógeno ni tiene una función neuronal reconocida. Sin embargo, “el fragmento soluble que se encuentra en el líquido cefalorraquídeo de este receptor podría estar jugando un papel en la señalización celular y, por tanto, podría ser una potencial diana terapéutica para la enfermedad de Parkinson”, dice Ciruela.

Validación como biomarcador

Aunque los resultados obtenidos por el equipo del IDIBELL y UB son muy prometedores, el papel como biomarcador de la porción soluble de GPR37 debería validar en una cohorte más amplia para implementar su uso clínico.

En este sentido, el equipo de Neurofarmacología y Dolor del doctor Ciruela acaba de recibir una beca de la Fundación Michael J. Fox para la investigación del Parkinson que les permitirá definir cuidadosamente la sensibilidad, la especificidad y el límite de detección del nuevo biomarcador. Este proyecto será una colaboración con el Instituto Karolinska de Estocolmo, concretamente con el grupo de Por Svenningsson. Se trata de un proyecto de tres años con una financiación de 125.033,17 euros. SyM

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