Un “microentorno” en las células de cáncer de mama puede servir para frenar su metástasis

Un pequeño grupo de células tumorales (en violeta), separadas por espacios (verde).

Actuar en un área de comunicación de las células tumorales podría ser un objetivo eficaz contra la metástasis del cáncer de mama. La metástasis es la principal causa de mortalidad en cáncer de mama.

La mortalidad por cáncer de mama se debe principalmente a los tumores que origina en otros órganos como el hígado, los pulmones o el cerebro. La metástasis es una de las últimas fronteras para disminuir las muertes por cáncer. Es un objetivo que se persigue a través de diferentes estrategias, pero que aún no se ha alcanzado porque no acaba de entenderse bien cómo funciona este fenómeno.

Una nueva investigación aporta más información sobre la metástasis y supone un paso más hacia el desarrollo de terapias dirigidas para erradicarla. El trabajo, que se publica en la revista Cell, revela que cómo se comunican las células tumorales en su viaje desde el tumor primario a otros órganos. Es sabido que el recorrido a través del sistema linfático y el torrente sanguíneo es más eficaz cuando lo hacen en pequeños grupos de células. Con esta nueva investigación se ha determinado una vía de señalización que favorece ese viaje, impulsando la enfermedad metastásica.

Los científicos, del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson, en Seattle, describen un espacio desconocido hasta ahora entre las células que permite su comunicación e impulsa el desarrollo de metástasis. “Es una especie de microambiente a nanoescala, un entorno de señalización localizado entre células”, explica Kevin Cheung, autor principal del estudio, en un comunicado del centro, vinculado a la Universidad de Washington. Estos investigadores no solo han descubierto ese espacio, que denominan “nanolumen” (por lumen, la luz o espacio interior de una cavidad), sino que han hallado aquí una diana molecular sobre la que podría dirigirse un tratamiento farmacológico para detener, finalmente, la metástasis.

Cheung, que además de investigador, es un oncólogo que trata a pacientes con cáncer de mama, explica cómo comprobaron en un modelo de ratón de cáncer de mama que había grupos de células tumorales cultivadas en placas de laboratorio que formaban metástasis hasta 532 veces más que un número similar de células del tumor individuales. Esos grupos también parecían tener resistir mucho mejor que las células individuales, vivían más.

Usando microscopios de alta potencia, observaron esos grupos minúsculos y descubrieron así los pequeños espacios entre las células o “nanolúmenes”. Los experimentos de seguimiento identificaron una molécula de señalización (epigen) que resultaba clave en esos espacios diminutos y descubrieron al bloquearla, no solo se reducía el tumor primario sino también el crecimiento metastásico.

Durante décadas, se ha mantenido la hipótesis de que la metástasis comienza con una sola célula tumoral capaz de viajar por el organismo e instalarse en un órgano, recuerda otra de los investigadores del trabajo, Emma Wrenn. Pero en estudios anteriores realizados también bajo la dirección de Cheung se ha visto que no son células solas, sino los pequeños grupos celulares –de entre tres y una docena- los principales culpables de la metástasis.

“Los grupos son más poderosos que las células tumorales individuales”, afirma Wrenn. “Viajan a través del cuerpo y resisten las señales hostiles del sistema inmunológico o de los órganos donde se instalan”, y ahora, gracias a esta investigación, saben que dentro del “nanolumen” pueden compartir señales que favorece su crecimiento. “Ya sea en el tumor primario, viajando por el organismo o dentro de un tumor metastásico, las células cuentan con una señal secreta entre ellas que dice: ‘Sigue creciendo’. Obviamente, no queremos eso”.

En este trabajo, han identificado que la proteína epigen, codificada por el gen EPGN, es la llave de la comunicación intercelular. La proteína actúa como un interruptor para la proliferación y migración de los grupitos de células tumorales. Cuando epigen se encontraba activo, los grupos celulares se dividieron y crecieron. Pero cuando al eliminar al gen EPGN, esos grupos si bien seguían migrando, no crecían.

Ahora los investigadores están buscando medicamentos para bloquear esa señal del “nanolumen” con la esperanza de detener la metástasis en el cáncer de mama. A partir de ahí, planean investigar si el fenómeno del “nanolumen” aparece en otros tipos de cáncer agresivos. D.M.

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