Un compuesto natural, designado medicamento huérfano para la cistinuria

Se trata de la L-ergotioneína, que podría prevenir la formación de las piedras de cistina en el riñón y las vías urinarias características de esta patología o retrasar su aparición.

La Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha designado la L-ergotioneína como medicamento huérfano para el tratamiento de la cistinuria, una enfermedad genética hereditaria que afecta a 1 de cada 7.000 nacidos y que se caracteriza por la aparición recurrente de piedras de cistina en las vías urinarias y el riñón durante toda la vida del paciente, lo que provoca un deterioro de su calidad de vida.

Como ha informado el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (Ciberer), que ha promovido el desarrollo de este medicamento, la L-ergotioneína podría prevenir la formación de las piedras de cistina o retrasar su aparición.

Miguel López de Heredia, investigador del Ciberer, explica a este medio que “la ergotioneína es un aminoácido natural derivado del aminoácido histidina que solo es sintetizado por algunos tipos de hongos, cianobacterias y actinobacterias”. Como señala, “los mamíferos solo podemos adquirirlo a través de la dieta, ingiriendo estos hongos, algunas plantas o tejidos animales donde se acumula como podría ser el hígado o los riñones”.

Entre sus propiedades más destacadas están las antioxidantes, pero, según López de Heredia, “también ha mostrado en el laboratorio capacidad para unir iones metálicos, aunque su función en el organismo no ha sido establecida por completo”. El experto reconoce que ahora mismo no entienden por completo el mecanismo por el que impide la formación de las piedras de cistina y, por ello, siguen investigando.

Los estudios realizados muestran que, a diferencia de los tratamientos actuales contra la enfermedad, muestra una baja toxicidad, lo que podría permitir el tratamiento crónico de los pacientes con cistinuria. En los modelos murinos utilizados por los investigadores, la administración de este compuesto ha reducido la formación de piedras de manera segura y eficaz.

Sobre los efectos secundarios de los tratamientos empleados en la actualidad, López de Heredia recuerda que son diversos, dependiendo del tratamiento empleado. Así, “la alcalización de la orina con citrato potásico puede acarrear la formación de otro tipo de piedras de riñón si el pH de la orina es superior a 7.5; el tratamiento con compuestos tiólicos quelantes de cistina, como D-penicilamina o tiopronina, puede producir disgeusia, lesiones cutáneas, proteinuria por glormerulonefritis membranosa y/o síndrome nefrótico, reacciones hematológicas (neutropenia y trombocitopenia) e insuficiencia renal. Además, la D-penicilamina disminuye la actividad de la vitamina B6, por lo que es recomendable tomar suplementos de la misma”.

Forma farmacéutica y dosis

Preguntado por cómo se administraría este medicamento, el investigador confirma que a priori, y siguiendo los experimentos realizados en el modelo animal, “se administraría de forma oral, aunque quedaría por definir la formulación exacta más eficaz para ello”.

Respecto a la duración del tratamiento, apunta que los experimentos llevados a cabo en el modelo animal “indican que podría administrarse durante tratamientos largos, aunque esto deberá verificarse en futuros ensayos clínicos con humanos. Dado que la L-ergothioneína ha mostrado la capacidad de prevenir la formación de piedras de cistina, esperamos que se pueda convertir en un tratamiento crónico”.

Asimismo, señala que en los ensayos se ha administrado solo, aunque reconoce que “son necesarios nuevos estudios para ver su efecto en combinación con otros tratamientos”.

Posibles candidatos

En cuanto a qué tipo de pacientes podrían beneficiarse de este tratamiento, el investigador matiza que “son necesarios futuros ensayos clínicos en humanos para poder responder apropiadamente a esta pregunta”. Dicho esto, constata que, con la información que tienen actualmente “y al haber demostrado que previene la formación de las piedras de cistina, los pacientes que más se beneficiarían del tratamiento serían aquellos que no tienen un evento litiásico activo en el momento de iniciar el tratamiento, es decir, que no tienen piedra de cistina”. Y es que, como recuerda, los pacientes de cistinuria sufren procesos litiásicos recurrentes en los que pasan por fases con presencia de piedras de cistina y fases en las que no las hay. “Es en estas fases en las que no se detecta la presencia de las piedras de cistina donde se podría iniciar el tratamiento”.

Por otra parte, asegura que, hoy por hoy, no cuentan con datos de la compatibilidad de la L-ergotioneína con los tratamientos que están siguiendo los pacientes con cistinuria, “por lo que es imposible decir hasta que no haya estudios al respecto si habrá pacientes con cistinuria que no puedan recibir este tratamiento debido a alguna incompatibilidad”.

Por todo ello, hace hincapié en que son precisos futuros ensayos clínicos para definir con precisión los pacientes candidatos a recibir el tratamiento.

Los investigadores

Los investigadores que están detrás de esta trabajo son un equipo del Ciberer, del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell) y de la Universidad de Barcelona (UB) y ha sido liderada por Virginia Nunes, investigadora del Iidbell y catedrática del Departamento de Ciencias Fisiológicas de la UB, y coliderada por López de Heredia.

Tratamiento conservador, primero

Según los datos de Miguel López de Heredia, del Ciberer, la cistinuria es una enfermedad rara con una prevalencia en Europa de 1.3 por cada 100.000 habitantes. Actualmente, se trata según el estado litiásico del paciente. Así, cuando no tienen piedra “el objetivo terapéutico es evitar la formación de las piedras de cistina disminuyendo la concentración de este compuesto en orina y tratando de aumentar su solubilidad”, afirma.

Los tratamientos conservadores son “la hidratación oral, aumentando la ingesta de líquidos diaria (pudiendo llegar a ingerir hasta 4 litros al día); cambios en la dieta, reduciendo el consumo de sal y la ingesta proteica, y el incremento del pH de la orina mediante citrato potásico para mantener el pH de la orina entre 7,0 y 7,5”.

El experto comenta que, cuando estos tratamientos conservadores fallan, “lo que ocurre con cierta frecuencia en algunos pacientes”, reconoce, entonces se inicia el tratamiento con compuestos capaces de unirse a la cisteína y que han mostrado capacidad de disminuir el tamaño de las piedras de cistina. “Estos compuestos como la D-penicilamina o la tiopronina, del grupo de los compuestos tiólicos, al contener un grupo tiol en su estructura, presentan un número importante de efectos secundarios que llevan a los pacientes a abandonar el tratamiento”.

Si al final, el episodio litiásico no se puede resolver, “las piedras de cistina se retiran mediante procedimientos quirúrgicos, como litotricia extracorpórea por ondas de choque, uretroscopia con lasertripsia y nefrolitotomía percutánea. Miguel López de Heredia y Gema Suárez Mellado

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