¿Por qué no duermen los adolescentes?

Por José R. Ubieto, psicólogo clínico

El despertar de la primavera es el título de una pieza teatral que el vienés Frank Wedekind –contemporáneo de Freud– escribió en 1891. Los personajes son un grupo de adolescentes que van planteando a lo largo de tres actos los deseos, intereses y conflictos típicos de esa etapa de la vida. La sexualidad, el amor y la muerte entrecruzan sus vidas. Esta obra anticipa las ideas que luego Freud construye sobre la pubertad a partir de su clínica. Años más tarde, con motivo de su puesta en escena por parte de Brigitte Jacques en París (1974), Lacan escribió un breve texto que acompañaba el programa de mano. Allí señalaba cómo el despertar sexual de los adolescentes no iba sin el despertar de sus sueños, aquellos que hasta entonces los confinaban en el confort de la infancia.

A partir de ese despertar brusco, cada uno y cada una debe cambiar de partenaire en el baile de su vida, dejar lo conocido familiar para descubrir, no sin sufrimientos, algo del misterio que se les viene encima. Wedekind captó bien la desorientación que les invade en ese momento y los afectos y efectos que les genera. Desde la irritación hasta la timidez, pasando por la euforia o el decaimiento. Hoy tienen muchos recursos para domesticar a esa fiera –en forma de cuerpo que no para de exigir satisfacción– que los acosa todo el tiempo. Pueden dejarse parasitar por los objetos de consumo, las pantallas, los tóxicos (incluidos medicamentos), inventar y crear o incluso dar rienda suelta a la violencia en todas sus manifestaciones (auto o hetero).

Desde hace ya algunos años venimos constatando el aumento de los trastornos del sueño entre los y las adolescentes. Estas últimas, más que los primeros, hace ya tiempo que toman prestados ansiolíticos e hipnóticos de sus progenitores para poder conciliar el sueño. El uso excesivo de las pantallas –los efectos negativos de la luz led han sido ya comprobados– contribuye a este hecho, disminuyendo las horas de sueño de manera significativa. Hay otros signos de alerta (aumento de autolesiones) a los que nos referiremos en otra ocasión.

La pandemia ha traído el auge de los vídeos ASMR (Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma), piezas breves (15’) que incluyen sonidos cotidianos (chasqueo de dedos, frotar el micro suavemente, susurros) en un clima de relajación. Su éxito en Tik-Tok , YouTube o Twicht, con millones de seguidores, muestra esa función ansiolítica que tiene para sus consumidores (muchos de ellos adolescentes). La voz calma la angustia, dando al sonido de la realidad familiar y cotidiana un tono bajo. Permite así separarse de las inquietudes del día y volver a los sueños.

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