Poner la calefacción muy alta y ducharse con agua muy caliente resiente nuestra piel en invierno

Con la bajada de las temperaturas la piel puede resentirse, especialmente por las condiciones atmosféricas adversas, como el viento y el frío. Las zonas más expuestas, el rostro y las manos, son las que tienen mayor probabilidad de resultar afectadas.

Como señala la doctora Mª Teresa Truchuelo, dermatóloga en el Hospital Vithas Nuestra Señora de América  “en el invierno lo más frecuente es la sequedad y los eczemas ‘a frigori’, es decir, provocados por el frío, que hace que la piel se reseque más, se irrite y, secundariamente, se inflame, especialmente las manos y las zonas sacras, como orejas y nariz”.

Otra patología típica del invierno es la perniosis, más conocida como sabañones. Son lesiones inflamatorias que pueden picar, incluso doler, y que suelen estar relacionados con problemas de la circulación periférica que empeoran con el frío. “Es importante estudiarlos bien, porque en algunos casos pueden esconder patologías más serias, como por ejemplo el lupus u otras enfermedades autoinmunes

Al margen de las causas climáticas, la calefacción es otro factor que contribuye a empeorar el estado de la piel. “Si la temperatura es muy alta, muy intensa, se favorece la deshidratación de la piel y el contraste con la temperatura exterior será mayor. Lo ideal es mantener temperaturas suaves”, apunta la doctora Truchuelo.

Lo mismo ocurre con las duchas de agua muy caliente, que suponen “una agresión física para la piel”, por ello la recomendación es que sean templadas.

Prevención y cuidados de la piel en invierno

La prevención es el primer paso para cuidar nuestra piel en los meses más fríos. Para ello es necesaria una buena hidratación: “hay que salir de casa bien hidratados y con guantes y gorro que proteja también las orejas”, afirma la doctora Truchuelo, que añade: “si aparece eczema pautaremos corticoides durante un corto período de tiempo y, si es un eczema muy persistente, el tratamiento será con antiinflamatorios sin corticoides, como el tracolimus, que se pueden prolongar en el tiempo”. A todo ello se suma, una vez más, la hidratación, normalmente con cremas que proporcionen, además, un efecto barrera, “que protejan del frío y del viento”.

La fotoprotección está indicada a diario, aunque no tiene que ser tan alta como en verano: “con un factor 30 prevenimos la aparición de manchas y carcinogénesis”. En el caso de la nieve, es necesario extremar la fotoprotección solar, ya que los rayos ultravioletas se reflejan en la superficie y la radiación es intensa.

Pero como no todo van a ser inconveniente, la ventaja del invierno, en referencia a la piel, es que, al estar menos expuestos al sol, es la época idónea para la realización de tratamientos como peelings o la aplicación de láser para la eliminación de manchas o cicatrices.

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