¿Podrá llegar a tratarse el hígado graso no alcohólico?

Científicos del IRB han diseñado un fármaco para tratar el trastorno hepático.

Investigadores del Institut de Recerca Biomèdica (IRB) de Barcelona han diseñado un fármaco con el que esperan poder tratar el hígado graso no alcohólico. Este trastorno afecta al 25% de la población y puede evolucionar a una esteatohepatitis no alcohólica (NASH), una enfermedad hepática crónica en que además de acumular grasa, el hígado sufre inflamación y fibrosis.

“Desarrollar NASH aumenta drásticamente el riesgo de cirrosis, insuficiencia hepática y carcinoma hepatocelular, y se estima que será la primera causa de trasplante hepático en los próximos años”, apunta Deborah Paola Naon, investigadora del equipo liderado por Antonio Zorzano que ha desarrollado el fármaco.

“El factor de riesgo más importante asociado al desarrollo de hígado graso y NASH es principalmente el sobrepeso y la obesidad. También se ha visto un aumen­to del riesgo en pacientes con diabetes tipo 2 o con resistencia a la insulina o con síndrome metabólico”, comenta la investigadora. “Es más frecuente desarrollarlo en edad adulta, pero cada vez hay más niños con obesidad y enfermedades relacionadas como diabetes tipo 2 que desarrollan hígado graso”.

Al darse con comorbilidades como la diabetes 2, la hipertensión o la obesidad, hasta ahora la NASH se aborda con tratamientos que inciden en los síntomas de estas enfermedades, sin una terapia específica. Hoy desde el IRB se prueba una molécula para tratarla, basada en un nuevo mecanismo de acción.

“Los estudios realizados hasta la fecha en laboratorio han generado resultados muy prometedores”, afirma la investigadora. “Estamos en etapas muy tempranas del desarrollo del fár­maco, por lo que queda un largo camino que recorrer antes de llegar­ a pruebas clínicas; pero a diferencia de los tratamientos paliativos de los síntomas o comorbilidades, los resultados preliminares apuntan a que nuestra molécula podría mejorar las alteraciones que causan la enfermedad”, concluye Naon. Isabel Troytiño

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