Mayor riesgo cardiovascular en niños obesos nacidos con bajo peso

Un estudio del Clínic/Idibaps sugiere que el peso en el nacimiento se tendría que añadir al resto de factores que ya se tienen en cuenta en clínica. Bajo peso al nacer se entiende por debajo del percentil 10 del peso que tocaría por tiempo de gestación o menos de 2,5 kilos si no son prematuros.

La obesidad en la edad adulta potencia el riesgo cardiovascular aumentado que, ya de entrada, tienen las personas nacidas con bajo peso (por debajo del percentil 10 del peso que les tocaría por tiempo de gestación o menos de 2,5 kilos si no son prematuros), según un nuevo estudio al respecto liderado por el Hospital Clínic-Idibaps de Barcelona.

Fátima Crispi, especialista senior del Servicio de Medicina Materno-fetal de BCNatal del Hospital Clínic y el Hospital Materno- Infantil de Sant Joan de Déu e investigadora del grupo Medicina fetal y perinatal del Idibaps, que ha coordinado este trabajo, explica a este diario que por muchos estudios realizados con grandes cohortes en la década de los noventa en Europa y América ya se sabe que nacer con bajo riesgo incrementa el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular en la edad adulta.

La hipótesis, indica, es que durante el desarrollo fetal la placenta no ha funcionado bien y eso le ha dado un primer golpe al corazón, que queda ya un poco tocado (más redondo e hipertrófico). Si el niño, luego adulto, lleva una vida saludable, no tiene que suponer un problema, pero si tiene hipertensión u otros factores de riesgo añadidos, tiene que saber que su corazón puede que reaccione peor de lo habitual porque, en ese caso, recibiría un segundo golpe. Es decir, el corazón se adapta una vez pero en la segunda puede que no logre hacerlo.

El nuevo estudio,  publicado en European Heart Journal – Cardiovascular Imaging, demuestra justamente eso: haber nacido con bajo peso limita la capacidad del corazón de adaptarse cuando existe otro factor de riesgo cardiovascular como es la obesidad. Es decir, en este caso, no tiene la capacidad de aumentar su masa muscular y tamaño para poder bombear la sangre; por tanto, funciona peor.

El trabajo, con participación de la Universidad de Lyon, en Francia, y la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y con financiación del FIS del Instituto de Salud Carlos III, continua ahora para analizar otro factor de riesgo añadido como es el consumo de tabaco y para seguir observando la evolución de las personas de la muestra analizada (si los que nacieron con bajo peso tienen más patología cardiovascular, más ingresos por esa causa, etc.).

El problema del bajo peso al nacer no es algo excepcional: se calcula que representan el 10% de los nacimientos. Y se sabe que los afectados tienen hasta tres veces más probabilidades de tener un infarto de miocardio y también mayor riesgo de hipertensión, ictus, diabetes o síndrome metabólico.

El equipo del Clínic/Ibaps publicó previamente en JAMA Cardiology qué cambios cardíacos se dan en los adultos nacidos con bajo peso. Son muy exagerados: cardiomegalia e hipertrofia, que cuando los niños cumplen 5 años son similares, pero menos acentuados y, cuando llegan a los 12 años, se mantienen. En el caso de los adultos se ha comprobó, en ese estudio, que, junto con otros factores de riesgo, hay cambios en el ventrículo derecho; está más dilatado y la base es más curva. “Es similar al de los atletas que han hecho mucho esfuerzo”, indicó entonces Crispi.

En su nuevo estudio han teniendo en cuenta la misma cohorte: 155 personas adultas, mitad con bajo peso en el nacimiento y mitad con crecimiento fetal adecuado. De todas ellas se tiene resonancia magnética cardíaca. En este segundo trabajo han analizado la interacción entre el peso al nacer y el grado de obesidad central (definido por la relación cintura-cadera) utilizando un método de análisis complejo de la estructura del corazón (statistical shape analysis).

Esa muestra les ha permitido comparar y observar que el bajo peso al nacer condiciona una respuesta atípica ante la obesidad en la edad adulta: el corazón, que debería hipertrofiarse (hacer más masa muscular y dilatarse) para poder trabajar más y bombear más sangre, no lo hace y por ello funciona peor.

Dice Crispi que, al igual que ya hace la Sociedad Americana de Cardiología, habría que recomendar que se incorpore el bajo peso al nacer como otro factor de riesgo cardiovascular más, junto con otros ya aceptados como son los antecedentes familiares, el consumo de tabaco, la mala alimentación, el exceso de peso y la obesidad y la tensión alta, etc.

De entrada, aconseja, los familiares de los menores afectados tendrían que estar advertidos del mayor riesgo y de la importancia de un estilo de vida saludable, así como de ir controlando la tensión arterial. Y los pediatras también tenerlo en cuenta, por si consideran oportuno ir realizando visitas periódicas de control. “Se trata de ser más conscientes del riesgo”, defiende.

Un problema de alcance mundial

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera el bajo peso al nacer un problema de salud pública en todo el mundo y que no solo constituye un importante predictor de morbimortalidad prenatal, sino que también aumenta el riesgo de padecer enfermedades no transmisibles, como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares, en etapas posteriores de la vida.

En total, se estima que entre un 15% y un 20% de los niños nacidos en todo el mundo presentan bajo peso al nacer, lo que supone más de 20 millones de neonatos cada año. No obstante, se da una variabilidad considerable por regiones e incluso dentro de un mismo país. La gran mayoría de casos de bajo peso al nacer se dan en países de ingresos bajos y medios, especialmente en los grupos de población más vulnerables. Carmen Fernández

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