Mateo Valero, director del BSC: “Europa no puede depender de Google y Apple”

Mateo Valero, Científico Director del Supercomputador de Barcelona.

El director del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Computación (BSC-CNC), Mateo Valero, afirma que esta será la primera vez que la tecnología ayudará a solucionar una pandemia, pero advierte que “Europa no puede dejar en manos de Google y Apple” el rastreo de los móviles de los ciudadanos porque es una información que deben controlar los gobiernos.

En esta entrevista, Mateo Valero (Alfamén -Zaragoza-, 1952), considerado uno de los científicos más influyentes de España, defiende que tanto la tecnología para controlar la pandemia como la información de los ciudadanos “tiene que estar en manos públicas”.

El doctor ingeniero en Telecomunicaciones, que ha recibido, entre otros muchos, el Premio Eckert-Mauchly -el mayor galardón mundial en Arquitectura de Computadores-, el Premio Nacional de Investigación Julio Rey Pastor y el Premio Rey Jaime I a la investigación básica, explica cómo el superordenador MareNostrum-4 de Barcelona, uno de los más potentes de Europa, está trabajando para ayudar a encontrar vacunas, fármacos y cómo monitorizar la salida del confinamiento.

Pregunta.- ¿Cómo está viviendo personalmente esta crisis de coronavirus? 

Respuesta.- Trabajando frenéticamente, pero desde casa en lugar de la oficina. Todo el BSC lo está haciendo. Estamos confinados, pero a pleno rendimiento, más ocupados incluso que antes porque a nuestra investigación habitual hemos sumado muchos proyectos destinados a combatir la COVID-19 y a ayudar a administraciones y centros de salud a gestionar esta crisis.

(P).- En una época de globalización, de inteligencia artificial y de avances científicos constantes ¿cómo ha podido suceder esto y no haberlo prevenido antes?

(R).- La biología no es mi especialidad, pero creo que estamos ante una situación creada por un virus totalmente nuevo del que desconocemos aspectos básicos y aún más de la enfermedad. Solo sabemos hacer predicciones sobre aquello que conocemos como funciona y este caso es particularmente difícil de extrapolar de casos anteriores.

(P).- ¿En qué puede ayudar el superordenador MareNostrum?

(R).- Es la primera vez en la que la tecnología puede ser gran parte de una solución para la pandemia. Por una parte, en la búsqueda urgente de vacunas, fármacos y tratamientos médicos y, por otra en monitorizar la salida del confinamiento para impedir nuevos brotes a gran escala. En ambas cuestiones, la investigación apoyada en supercomputadores como el MareNostrum-4 y grandes cantidades de datos es de vital ayuda y estamos plenamente volcados en ello.

(P).- ¿Cómo está el trabajo que están haciendo para descifrar el genoma del virus, sus mutaciones y calcular su propagación?

(R).- Hay avances, pero aún no somos capaces de ver el final del túnel. Cada vez conocemos un poco mejor el virus y ya estamos identificando una serie de fármacos que quizás podrían ser útiles para tratar la enfermedad. Pero aún son cribas preliminares que deben ser contrastadas en laboratorios experimentales y después en análisis clínicos. La investigación va a un ritmo frenético. No cesa y cada día se alimenta de nueva información que procede, tanto de laboratorios con los que colaboramos, como de centenares de investigaciones de todo el planeta. La diplomacia científica funciona. El intercambio constante y desinteresado de información entre investigadores de todos los países es excepcional y la cantidad de horas dedicados es tan extraordinaria como el desafío al que nos enfrentamos.

(P).- ¿Están colaborando en otros estudios sobre el coronavirus?

(R).- Participamos en estudios de diferente índole y siempre en colaboración con otros centros, españoles e internacionales. Por ejemplo, ahora que empieza a haber una cantidad importante de datos clínicos de pacientes de COVID-19, colaboramos con hospitales y centros de salud para recoger historiales e imágenes clínicas y buscar patrones que puedan ser útiles para realizar diagnósticos y asistir a los clínicos en las decisiones sobre tratamientos. También llevamos proyectos para ayudar a las autoridades a gestionar la pandemia, como modelos basados en grandes cantidades de datos de diferentes fuentes, para predecir la propagación del virus, o estudios que relacionan las medidas tomadas por las administraciones con su impacto sobre la COVID-19 y sobre los ciudadanos.

(P).- ¿Qué opina del plan de Google y Apple para rastrear los teléfonos móviles para controlar las infecciones de coronavirus?

(R).- Creo que en Europa este trabajo no puede quedar en manos de compañías privadas americanas como Apple y Google. Como le decía, el uso de la tecnología ayudará mucho en la monitorización de la enfermedad a la salida del confinamiento. No estamos hablando de información sobre la enfermedad, sino de información sobre personas, a las que pedimos que compartan datos sobre su salud y sus contactos para ayudar a las administraciones a saber dónde se concentra la enfermedad, cómo se propaga y cuáles pueden ser las medidas a tomar para gestionarla. Tanto tecnología como información deben estar en manos públicas. Disponemos de mecanismos de control en las administraciones que, si bien imperfectos, son mucho más efectivos que los que tenemos sobre estas grandes compañías. Europa tiene la capacidad para disponer y debe tener sistemas propios para recoger esta información y procesarla sin depender de Apple y Google.

(P).- Cuando superemos esto ¿en qué cree que cambiará la sociedad?

(R).- A mí lo que me gustaría que surgiera de esta situación terrible es una cosa muy sencilla: que los partidos políticos se pongan de acuerdo en que sanidad, investigación y educación son fundamentales para un país. Y que les asignaran más recursos para que, si esto vuelve a suceder, hospitales, investigadores y los propios ciudadanos estemos más preparados.

(P).- ¿Con más dinero y recursos para la ciencia, esta epidemia se habría podido evitar?

(R).- Seguramente no, pero es muy probable que, si durante los últimos años se hubieran destinado más fondos a investigar los aspectos básicos de la biología de los coronavirus y los sistemas de seguimiento, control y propagación de epidemias, ahora sabríamos más sobre la enfermedad y no tendríamos que recurrir a medidas del siglo pasado como confinarnos.

(P).- ¿Puede ocurrir que un virus informático también paralice algún día el mundo, los bancos, las empresas…?

(R).- Toda precaución es poca. No hay sistemas informáticos invulnerables, e Internet, que se creó con el ánimo de compartir y pensando en personas honestas, hace posible que los virus informáticos lleguen a cualquier parte. Pero ya hace tiempo que se es consciente de ello y probablemente se han dedicado muchos más recursos a protegernos contra ciberataques masivos que contra pandemias como la de la COVID-19. Paco Niebla (efe)

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