Más de la mitad de los fumadores que se someten a tratamiento psicológico consigue dejar de fumar al menos durante un año

La tasa de éxito de las personas que intentan dejar de fumar sin ayuda no supera el 4% anual

Redacción

El tabaquismo supone la primera causa evitable de muerte en los países desarrollados. Se trata de una enfermedad crónica, un trastorno adictivo en el que, como tal, existe una dependencia psíquica. Esto explica la conveniencia de utilizar un tratamiento psicológico para intentar desactivar dicha dependencia.

Como afirma Pedro Adrados, psicólogo clínico del Hospital Vithas Nuestra Señora de América, “desde un punto de vista psicológico se trabaja tanto a nivel cognitivo, por ejemplo, modificando la percepción del riesgo de fumar y aumentando los niveles de autoeficacia en cuanto a la propia capacidad, como a nivel conductual, analizando y modificando situaciones y estímulos antecedentes y consecuentes asociados a la conducta de fumar, como pueden ser olores, sabores, ambientes, etc., intentado reducir progresivamente estas señales”.

Un 60% de los fumadores ha intentado alguna vez dejar de fumar

Como apunta el especialista, los tratamientos que combinan la terapia farmacológica con la terapia psicológica, incluso el abordaje psicológico único cuando el farmacológico está contraindicado o la persona rehúsa su utilización, proporcionan recursos pautados de apoyo y su efectividad se ha demostrado científicamente en numerosos estudios: “las tasas de abstinencia tras un año de seguimiento superan el 50%”.

En este sentido, cabe destacar que un 60% de los fumadores ha intentado alguna vez dejar de fumar, sin embargo, anualmente, solo un 4% lo consigue, “un porcentaje de éxito muy bajo que puede ser explicado, en parte, por el hecho de que la mayoría de intentos se realizan sin ayuda”, añade Adrados.

¿En qué consiste el tratamiento psicológico para dejar de fumar?

Un tratamiento frecuente consta de cinco sesiones presenciales de terapia psicológica grupal y tres de seguimiento. Las sesiones presenciales tienen una duración de una hora y media y se realizan con una frecuencia semanal; las de seguimiento se llevan a cabo a los tres meses, a los seis y al año.

Lo fundamental a la hora de afrontar una terapia de deshabituación tabáquica, como señala Adrados, es tomar la propia decisión de dejar de fumar: “algunas personas podrán hacerlo solas, pero la mayoría necesita ayuda adicional y la combinación de terapia psicológica y farmacológica puede duplicar e, incluso, triplicar, las probabilidades de éxito”.

Existen determinadas variables asociadas a una menor efectividad del tratamiento, como son: la menor edad de inicio al hábito de fumar, la ausencia de intentos previos, una mayor adicción a la nicotina, padecer depresión previa o sufrir otras enfermedades, como EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) o enfermedad cardiovascular.

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