Las últimas olas también dejan casos graves de covid persistente, pero menos

Los nuevos pacientes continúan presentando los síntomas más comunes. La fatiga continúa siendo la manifestación más prevalente, aunque a menudo no es la más invalidante. Todavía queda mucho camino por recorrer para saber qué origina la patología.

Las cifras indican que la irrupción de la vacunación supuso un antes y un después en la pandemia de la covid. Un reciente estudio publicado en la revista The Lancet Infectious Diseases, elaborado por investigadores del Centro de Análisis de Enfermedades Infecciosas Globales del Imperial College de Londres, apunta que en el 2021 la inmunización de una parte de la población mundial (ni mucho menos toda) evitó la muerte de 19,8 millones de personas. Sin embargo, con el tiempo se ha sabido que las vacunas, aunque efectivas, no impiden el contagio (tampoco la reinfección), aunque sí evitan la enfermedad grave. Y tampoco impiden la aparición de casos de covid persistente, aunque parecería que sí los minimiza.

Incluso se siguen registrando, aunque menos, cuadros graves de la enfermedad. “Tenemos casos graves de todas las olas, incluso de la sexta ola, pero en menor número”, explica la doctora Lourdes Mateu, coordinadora de la unidad de covid persistente del hospital Germans Trias de Badalona. “Es posible que con la vacunación, los casos de covid persistente, aunque no hay cifras oficiales, hayan disminuido. Pero los continuamos viendo, y cuadros graves también”, reitera.

Mateu defiende incluso que podría haber casos de la penúltima oleada de la covid, la sexta -en la que irrumpió la variante ómicron-, pendientes de aflorar por el lapso de tiempo que existe entre el momento en el que el paciente detecta que algo no funciona bien (o sea, la persistencia de los síntomas) y acude al médico. “Es muy pronto todavía”, asevera.

Hasta la fecha, no observa un cambio en el perfil del enfermo: siguen atendiendo en mayor medida a mujeres de mediana edad, entre los 40 y los 50 años, que es el perfil clásico de paciente con covid persistente. Pero entiende que, en su caso, este dato puede estar “algo sesgado”, ya que en su unidad –en la que han atendido a más de 700 pacientes y actualmente monitorizan a unos 500- acostumbran a recibir a enfermos con los cuadros más graves.

Los que sí observan un ligero cambio son los facultativos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), que atienden a pacientes que presentan distintos grados de afectación. “Aunque todavía vemos el predominio de mujeres en edades medias de la vida, ahora hay un rango de edad más amplio: estamos viendo también niños, hombres y personas mayores”, esgrime la doctora Pilar Rodríguez Ledo, vicepresidenta de la SEMG.

Entiende que hay diversos factores que podrían explicar esta nueva realidad. Hay que tener en cuenta, arguye, que en la primera ola, la que ha dejado el mayor número de afectados de covid persistente, “la gente mayor moría con mucha frecuencia en la fase aguda”. También el diagnóstico en niños “era escaso, y es que no se les hacía pruebas diagnósticas. Ahora hay una distribución más amplia”, razona.

Donde sí coinciden ambas, Rodríguez Ledo y Mateu, es en señalar que la sintomatología que presentan los enfermos no ha variado con respecto a olas anteriores y que el ranking de síntomas más prevalentes se mantiene.

En este sentido, no observan ninguna variación en el esquema que publicaron varias investigadoras en agosto del año pasado en la revista Scientific Reports, del grupo Nature, donde mostraban los síntomas más comunes. El más prevalente sigue siendo la fatiga, En el estudio citado, afectaba a un 58% de los pacientes. Luego venía el dolor de cabeza (44%), trastorno de atención (27%), pérdida de cabello (25%) disnea (dificultad para respirar, 24%), ageusia (pérdida del gusto, 23%), anosmia (pérdida del olfato, 21%), polipnea (respiración acelerada, 21%), dolor articular (19%), tos (19%), sudoración (17%) y pérdida de memoria (16%).

“La fatiga continúa siendo el síntoma más prevalente en todos los subgrupos de pacientes, aunque a menudo no es el más invalidante”, esgrime la doctora Mateu. “Hay muchos pacientes que la padecen, pero el síntoma con una prevalencia importante y que más les invalida es la afectación neurocognitiva: pérdida de memoria, dificultad en la planificación, en concentrarse, niebla mental…”, añade.

En este sentido, en su hospital tienen previsto poner en marcha hasta tres estudios para saber más de esta afectación neurocognitiva. En el primero, que se llevará a cabo en la atención primaria, no solo estudiarán a los pacientes a través de tests neurocognitivos, sino que les someterán a resonancias y a exploración del fondo de ojo para ver afectaciones de pequeños vasos sanguíneos.

Con el segundo, pretenden investigar las alteraciones epigenéticas que puedan estar asociadas a la patología, Por último, y como tercer proyecto, tienen en mente desarrollar una aplicación para detectar y tratar a los pacientes con afectación neurocognitiva. Esperan tener resultados de los tres estudios en el 2023.

En la unidad que coordina la doctora Mateu no han detectado, en los últimos pacientes que les han llegado, una disminución de la cantidad de síntomas que padecen respecto a los enfermos de olas anteriores –“cabe remarcar que nosotros solemos tratar los cuadros más graves”, reitera-; pero en la SEMG (donde tienen información de pacientes con distintos grados de afectación) sí que han percibido, “aunque falta constatarlo con cifras y registros, que los enfermos que han desarrollado covid persistente por la cuarta o quinta ola tienen una clínica con menos síntomas y, quizás, menos intensos”, apunta Rodríguez Ledo. “Los de las primeras olas podían presentar hasta 36 síntomas distintos en seis meses”, recuerda.

En todo caso, todavía queda un largo camino, según la doctora Mateu, para saber las causas de la covid persistente.

“A veces nos hemos equivocado incluyendo en los análisis todo el grupo de pacientes con covid persistente. Lo que estamos haciendo ahora es analizarlo por fenotipos (por sus distintas formas clínicas). No todos los pacientes se comportan igual y probablemente las causas de la persistencia del virus sean distintas”, concluye. Josep Fita

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