Las residencias de mayores también flexibilizan el confinamiento

Los centros se reabren a nuevos ingresos y a familias para las visitas

Las residencias de mayores han sido una de las instituciones que más han tenido que aplicarse para proteger a la población del COVID-19, puesto que las personas de más de 70 años constituyen uno de los grupos vulnerables ante el coronavirus. A pesar del dramático impacto que ha tenido sobre este sector el coronavirus, hay centros que han podido o sabido enfrentarse a la pandemia en mejores condiciones.

Es el caso de Sanitas Mayores, que ha desarrollado medidas como la realización de pruebas PCR a empleados y residentes con síntomas compatibles con el virus por leves que fueran desde el inicio de la pandemia, la utilización de material sanitario de protección, la intensificación de las medidas higiénicas y de limpieza de los centros o disponer de unidades medicalizadas de agudos en los casos que ha sido necesario. También han reforzado las plantillas y el aislamiento en caso necesario, y, tal y como estableció el Ministerio de Sanidad y las autoridades sanitarias de cada Comunidad Autónoma, se procedió a la sectorización de las residencias, con la separación de las zonas de ubicación de los residentes con COVID-19 y de los que están libres de enfermedad.

Mediante estas acciones el 66% de las personas mayores afectadas ha superado la enfermedad y el 15% está ya en fase final de recuperación. La mayoría de ellos se han recuperado en el propio centro con los medios de la residencia, dada la saturación del sistema hospitalario durante los momentos más duros de la pandemia. Las medidas de protección adoptadas han servido para contener el virus mediante la detección temprana de casos y la sectorización, protegiendo del avance de la enfermedad.

Hacia la nueva normalidad

Con la bajada de la curva de contagios, y a partir de los resultados de las pruebas serológicas para la determinación de la reacción inmunitaria frente a este coronavirus a todos los residentes y empleados, se han comenzado a flexibilizar las medidas de prevención. Los mayores más autónomos y menos frágiles pueden pasear por zonas comunes acompañados por personal y manteniendo en todo momento la distancia social. En cuanto a los más dependientes, se ha planificado una desescalada aún más segura, ya que en ellos el riesgo de complicaciones en caso de contagio es mayor.

Un paso decisivo en el proceso de desescalada es la reapertura de los centros a nuevos ingresos y a familias, que se está haciendo, en las zonas en las que así lo indican las autoridades sanitarias y de Bienestar Social, definiendo las zonas de visitas, con la reducción de los grupos, manteniendo la distancia social y mediante Equipos de Protección Individual para la seguridad danto de los residentes como del personal trabaje de forma segura.

Desde el punto de vista asistencial, las residencias también han tenido que reforzar la atención a los efectos del confinamiento sobre la salud de los mayores, que han experimentado síntomas como la reducción de movilidad, desorientación o desajustes en el estado de ánimo. En este sentido, los centros han convertido mucha de las actividades grupales (suspendidas durante el confinamiento) en terapias individuales para continuar ofreciendo a los mayores los beneficios que este tipo de terapias les proporcionan tanto en su salud emocional como en su estado físico.

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