“Las adversidades no nos hacen más fuertes, ni más felices”

Luis Rojas Marcos, psiquiatra

El Periódico, 20 de Julio de 2013 – Uno de los privilegios de mi profesión es poder encontrarte en el camino con grandes personalidades y, a veces, con alguien tan excepcional como el profesor Luis Rojas Marcos. Es un hombre de mirada limpia. Hablar con él es siempre una gran satisfacción,

pues todo lo que dice supone una gran lección para la vida. Le conocía por su trayectoria profesional y había leído algunos de sus libros, hasta que en el 2008 tuve la oportunidad de coincidir en el programa de televisión “de par en par” de Canal+. Cuando alguien lee un libro que le ha ayudado de manera especial, considera un honor poder conversar con el autor. Hemos continuado nuestra amistad y hoy vuelvo a reunirme con él para disfrutar de su compañía y poder reflexionar sobre sus siempre interesantísimas opiniones en estas páginas de Salud y Medicina de El Periódico.

Luis Rojas Marcos dialogo con la soprano Ainhoa Arteta en un reciente encuentro en Madrid.

AINHOA ARTETA

Ainoha Arteta. En su último libro, “Secretos de la felicidad”, viene a decir que estamos genéticamente programados para sentirnos satisfechos con nuestra vida, ¿es así?

Luis Rojas: Así es. En nuestro equipaje genético llevamos programados los atributos que protegen nuestra capacidad para sentirnos razonablemente satisfechos con la vida en general. Este sentimiento alimenta nuestras ganas de vivir y la idea de que la vida merece la pena. De hecho, un mínimo nivel de felicidad es una condición necesaria para la conservación y propagación de la especie. Como bien dijo Darwin en su autobiografía, hace casi 150 años, si los miembros de cualquier especie sufriesen habitualmente no se ocuparían de propagarse.

A.A. ¿Somos inconformistas por naturaleza?

L.R.Siempre me ha llamado la atención la discordancia que existe entre el grado favorable de satisfacción con la vida en general, que sienten las personas cuando se centran en sus propias circunstancias, y los temas deprimentes o angustiantes que empapan la calle, las tertulias y los medios de información. Sabemos que las buenas noticias no son noticias. Pero yo creo que va más allá. En nuestra cultura es perfectamente aceptable comentar sobre las desdichas propias y ajenas, pero hablar de la felicidad propia está mal visto. Se prefiere mantener la dicha en secreto. Se considera que es algo personal, privado. Precisamente los españoles, pese a mostrar niveles de felicidad bastante altos, prefieren no hablar de su felicidad y optan por la queja incluso cuando se sienten muy contentos. Y no digamos en las circunstancias económicas actuales. Sacar el tema de la felicidad, a no ser que sea para insistir en su carencia, supone un riesgo a ser tachado de mal gusto o incluso de insolidario.

A.A. ¿La felicidad está hecha para ser compartida?

L.R. Sin duda. Mira, si preguntamos a los demás sobre sus fuentes de felicidad, la gran mayoría menciona las relaciones afectivas, bien sean de pareja, de familia o de amistades. En mi experiencia, las personas que mantienen buenas relaciones las consideran fundamentales para su satisfacción con la vida y, paralelamente, las personas felices desarrollan vínculos de cariño gratificantes. Todos venimos al mundo con la capacidad para crear lazos de afecto. Desde la infancia hasta los últimos días de la vida, el deseo natural de sentirnos amados y de amar a otros da lugar a uniones de todo tipo que nos hacen sentirnos felices y nos protegen contra los venenos de la felicidad.

A.A. El hecho de vivir una situación social tan crítica, ¿fomenta la depresión?

L.R.Sin duda la crisis económica que vivimos es causa de estrés, miedo, inseguridad, indignación y rabia. También puede desencadenar una depresión –entendida como enfermedad- en personas muy afectadas y ya predispuestas a padecer este mal. Pero, en mi experiencia, los efectos nocivos más frecuentes de los sentimientos asociados a la actual situación se manifiestan en estados crónicos de tristeza, mal humor e impaciencia que afectan nuestro estado de ánimo y a menudo también las relaciones con los demás. Distinguir estos estados de ánimo del trastorno depresivo que requiere tratamiento especializado es muy importante. La tristeza, la ansiedad o la irritación que nos causan las adversidades, pese a ser emociones penosas, son reacciones coherentes con las circunstancias y se alivian cuando la situación que las causa desaparece, o la persona se adapta y la supera emocionalmente. Sin embargo, la depresión es una enfermedad que produce alteraciones psicológicas y físicas duraderas y profundas, consume nuestra energía física y mental, anula la capacidad de sentir placer y nos roba la esperanza hasta el punto de perder las ganas de vivir.

A.A. ¿Es cierto que han aumentado los suicidios?

L.R. El suicidio es la secuela más amarga de la depresión. Las tasas de suicidios han aumentado en determinadas sociedades afectadas gravemente por la crisis económica. Es un hecho reconocido que el desnivel crónico entre aspiraciones y oportunidades es una de las causas más frecuentes de frustración y derrotismo.

A.A. En los tiempos actuales, ¿qué balance podemos hacer entre miedo y esperanza?

L.R. Los momentos de incertidumbre, como los que atravesamos actualmente debido a la grave crisis económica, constituyen una fuente de miedo. La inseguridad y la duda sobre el futuro nos estresan tanto porque socavan la idea esperanzadora de que controlamos nuestro programa de vida. Aunque tenga buena parte de fantasía, pensar que dirigimos nuestra trayectoria por este mundo es un ingrediente esencial de nuestra seguridad. La verdad es que todos pensamos continuamente en lo que vamos a hacer más tarde, en el futuro, por lo que, cuanto más incapaces nos sentimos de planificar el mañana y más incierto nos parece el porvenir, más espacio dejamos abierto para que la desconfianza y la vulnerabilidad sacudan el cimiento vital de la seguridad. El sentido de futuro se alimenta de la confianza en uno mismo y la esperanza y es un elemento indispensable de nuestra felicidad.

A.A. La crisis nos está dando la oportunidad o la obligación de “reinventarnos”…

L.R. Muchas personas tienen la capacidad de salir fortalecidas de las crisis. Estos beneficios suelen reflejarse en la percepción de uno mismo, en las relaciones con los demás, en nuestras prioridades o en una nueva filosofía de la vida en general. Reinventarnos implica un proceso de transformación en el que no sólo superamos la experiencia traumática sino que además salimos de ella renovados psicológicamente. Para reinventarnos, ayuda disfrutar de una autoestima razonable, el pensamiento positivo, pensar que podemos controlar nuestra vida y también contar con el apoyo solidario e incondicional de por lo menos una persona.

Pero te quiero aclarar una cosa. La creencia de que el sufrimiento nos hace más resistentes no tiene fundamento. La verdad es que las adversidades no nos hacen más fuertes, ni más felices. Lo que sí es cierto es que hay personas que, en su lucha por superarlas, descubren en ellas mismas cualidades positivas que desconocían. Pero una cosa es sufrir y otra resistir o luchar por vencer el sufrimiento. Esta distinción es fundamental, porque reinventarnos no es fruto del sufrimiento en sí, sino de la ardua lucha por vencerlo.

Perfil

Luis Rojas Marcos (Sevilla, 1943) licenciado en Medicina por la Universidad de Sevilla, emigró a Nueva York, donde reside desde entonces y se dedica a la medicina, la psiquiatría y la salud pública. Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Bilbao(1975) y en Ciencias Médicas por la Universidad del Estado de Nueva York (1977), se especializó en psiquiatría en el Hospital Bellevue y la Universidad de Nueva York (1969-1972). Una vez finalizada la especialidad Rojas Marcos trabajó principalmente en el campo académico. En 1995 fue elegido por el alcalde Rudolph Giuliani para el cargo de presidente ejecutivo del Sistema de Sanidad y Hospitales Públicos de Nueva York y en 2005 fue nombrado por la legislatura del Estado de Nueva York miembro del Consejo de Medicina del Estado. En 2010 el Gobierno español le concedió La Medalla de la Orden de las Artes y las Letras de España. Es autor de numerosos artículos de opinión y de varios libros, entre los que destacan, Las semillas de la violencia (Premio Espasa Ensayo 1995), Nuestra felicidad, Más allá del 11 de septiembre o  Corazón y mente (obra conjunta con el cardiólogo Valentín Fuster).

Destacados

“La crisis económica es causa de estrés, miedo, inseguridad, indignación y rabia”

“La esperanza es un elemento indispensable de nuestra felicidad”

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