La transmisión de la Covid-19

Por ANTONI TRILLA, epidemiólogo. Hospital Clínic-Universitat de Barcelona-ISGlobal

Se ha comentado ampliamente la pasada semana la posibilidad de que el coronavirus se transmita por aerosoles (en lenguaje vulgar “por el aire”). La OMS ha publicado un informe técnico muy correcto y pragmático, revisando las evidencias existentes al respecto de la transmisión de la Covid-19. Vamos a tratar de responder a la pregunta ¿Qué es más prudente hacer?

La autopista de tres carriles del contagio, muy transitada, es la transmisión directa de persona infectada a persona no infectada en contacto próximo (1 metro o menos) por secreciones respiratorias como la saliva y secreciones (gotas microscópicas) que la persona infectada expele al hablar, cantar, toser o estornudar, especialmente si tiene síntomas. Las carreteras secundarias del contagio, con poco tránsito, son la transmisión aérea (en inglés airborne : aerotransportada), la transmisión indirecta por objetos inanimados (fómites) y la todavía más rara transmisión por heces, orina u otros fluidos orgánicos.

La transmisión aérea se define como la posibilidad de que partículas virales queden suspendidas en el aire (aerosoles) y sean capaces de permanecer un tiempo prolongado y/o viajar a cierta distancia. Esta situación es conocida en los hospitales, asociada a determinados procedimientos que generan aerosoles. La posibilidad de generar aerosoles al hablar o respirar normalmente es real, pero no hay evidencias suficientes al respecto de la cantidad de coronavirus que estos pueden contener ni de si realmente pueden provocar el contagio de la persona que los inhala. Hay estudios de casos en espacios cerrados muy concurridos (ensayos de coros, restaurantes, clases de gimnasia), donde se permanece largo tiempo sin mascarilla y en contacto próximo, en los que este modo de transmisión, junto al principal e incluso el indirecto, pueden explicar el contagio. Sabemos ahora que el medio ambiente inanimado tiene un papel bastante secundario en el contagio y que el papel de la transmisión por heces, orina u otros líquidos biológicos es casi inexistente.

El riesgo de transmisión es mayor si el contacto es próximo y prolongado, en espacios cerrados y mal ventilados y si hay mucha gente. Por tanto (pura lógica de prevención) evitar el contacto entre personas infectadas y los demás es el modo de romper las cadenas de transmisión. Hay que identificar, diagnosticar y aislar a los casos, identificar sus contactos y aislarlos o someterlos a cuarentena. Individualmente: mantener la distancia física (cuanto más cerca, más exposición a secreciones respiratorias y aerosoles), llevar mascarilla (para protegernos y proteger a los demás) y reforzar la higiene de manos. Si es posible, hay que evitar espacios cerrados muy concurridos o, en todo caso, permanecer en ellos el menor tiempo posible. La limpieza debe ser adecuada y los locales y habitaciones deben ventilarse con frecuencia. De hecho, ya lo sabíamos y lo sabemos, pero no lo hacemos ni todos, ni siempre, ni bien. (LV)

También te podría gustar...