La temporalidad de la muerte

¿Se imaginan si hubiéramos tenido estas vacunas seis meses antes? En lo que se refiere al tratamiento de enfermedades, estar en el momento justo en el sitio adecuado lo es todo

Por Manel Esteller. Médico. Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras

El reciente fallecimiento del compañero y brillante oncológo Josep Baselga debido a la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob me ha hecho reflexionar sobre la temporalidad de la muerte. No me refiero al hecho de que cuando te llega sea definitiva (o no, según determinadas creencias), sino al hecho de que el diagnóstico de una patología en un momento u otro de la historia de la humanidad implique una consecuencia fatal a corto plazo, sea sostenible de forma crónica o se haya convertido en plenamente curable. Hoy en día, para las encefalopatías espongiformes transmisibles, como la mencionada anteriormente, no tenemos una solución.

En la Creutzfeldt-Jakob, la enfermedad neurodegenerativa producida por una proteína llamada prión, va progresando estimulando el plegamiento anormal de otras proteínas y el cuadro evoluciona rápidamente hacia el desenlace final. De la misma forma ocurre en la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), otra patología progresiva del sistema nervioso que afecta al cerebro y la médula espinal causando pérdida del control muscular. Esta enfermedad en el mundo anglosajón también se denomina de Lou Gehrig, en honor a un famoso jugador de béisbol que la padeció. Poco podemos hacer más allá de seguir promoviendo su investigación, como ha hecho la familia Baselga con las formas hereditarias en el Hospital Clínic de Barcelona o el recientemente fallecido banquero Francisco Luzón a través de su fundación para investigar la ELA. Pero una de las preguntas claves es saber qué hubiera ocurrido si estas enfermedades se hubieran diagnosticado 20 años en nuestro futuro. ¿Hubieran sido el pronóstico y resolución los mismos? La investigación podría quizá haber cambiado el desenlace final. Los descubrimientos científicos siguen alargando nuestro promedio de vida. Ya lo hicieron en el pasado distante y en el reciente.

Enfermedades del pasado

Tiempo atrás, reinas y siervas morían misteriosamente al dar a luz. Una terrible enfermedad que hacía subir su temperatura las consumía. La llamada fiebre puerperal es una enfermedad que adquirió un impacto epidémico en el siglo XVIII y no fue hasta que Ignaz Semmelweis, un obstetra húngaro descubrió el origen infeccioso de la misma, que se consiguió controlar su desarrollo con acciones antisépticas. Lavarse bien las manos el personal que atendía a la parturienta, en resumen. ¿Y todos los poetas y damas que murieron expectorando sangre escarlata sobre pañuelos blancos? Les recomendaban un cambio de aires, como a Robert Louis Stevenson, y quizá gracias a ello hoy tenemos las magníficas novelas ‘El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde’ y ‘La isla del tesoro’. Fue la introducción de la terapia antimicrobiana la que hizo cambiar la última estación adonde llevaba la tuberculosis. ¿Cuánta juventud herida en las guerras se podría haber salvado si la penicilina hubiera llegado 50 años antes? ¿Y la penúltima pandemia? La infección por el virus VIH-1 que origina el Síndrome de Immunodeficiencia Adquirida (SIDA) y deja sin defensas, y que se llevó por delante a la mitad de una generación. ¿Cuántas obras maestras más como ‘Bohemian Rapsody’ de Queen hubieran sido posibles si Freddie Mercury se hubiera infectado solo unos años más tarde? Ahora podemos controlar el virus con los inhibidores de la proteasa del VIH-1 y estas personas pueden tener la esperanza de una vida plena.

Tumores curables

La misma paradoja del tiempo sucede con el cáncer. Tumores que eran mortales ahora son curables. Jacqueline Kennedy Onassis probablemente aún hubiera ocupado durante más decenios las páginas de las revistas del corazón si el linfoma de Hodgkin que sufrió hubiera sido diagnosticado hoy en día que es curable en un 85% de casos. ¿Cuántos hombres jóvenes que desaparecieron debido al cáncer de testículo estarían entre nosotros si hubieran sido diagnosticados hoy? La curación del mismo en la actualidad es del 90% y no solo eso, sino que, si se la diagnostican a un futbolista o ciclista, en pocas semanas ya lo vemos de vuelta compitiendo por la gloria deportiva en su disciplina.

Hoy tenemos un reto de salud que doblegaremos con la vacunación masiva contra el covid-19. ¿Se imaginan si hubiéramos tenido estas vacunas seis meses antes? Hoy en un hospital ha nacido un niño para el cual esta epidemia solo será una línea en su módulo de historia. Porque estar en el momento justo en el sitio adecuado lo es todo. El tiempo, el verdadero amo. Ese tiempo precioso que perdió el genial e iconoclasta Andy Warhol no acudiendo al hospital por su pavor a los médicos cuando se encontraba mal. El tiempo que se está perdiendo no haciendo diagnósticos precoces del cáncer en los últimos meses y provocando que se vean casos avanzados como hacía décadas que no se diagnosticaban. Cruel amo es el tiempo, pero descubrimiento a descubrimiento vamos engañándolo poco a poco y alargando este sueño que llamamos vida.

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