La mejora en la detección de los ictus hace aflorar más casos en ‘jóvenes’

Las alertas en la franja de 41 a 50 han crecido el 49,46% en tres años.

Protocolos de actuación urgentes para tratar un ictus agudo, como el Cicat (Registre Codi Ictus Catalunya), han ayudado a que cada año afloren más casos relacionados con esta patología (también en personas jóvenes, menores de 50 años), lo que ha permitido que puedan tratarse con mayor celeridad. Eso sí, esta detección más eficiente no supone que haya aumen­ta­do la incidencia a escala general. En Catalunya, por ejemplo, se mantiene entre 14.000 y 15.000 casos anuales (en España son unos 120.000, según cifras de la Sociedad Española de Neurología). Sí se observa un incremento en países en vías de desarrollo al aumentar los factores de riesgo, como la obesidad.

Los datos muestran que la activación del código ictus ha ido en aumento con el paso de los años. En Catalunya, en la franja de edad de 41 a 50 años, se ha pasado de 279 alertas en el 2018 a 417 en el 2021 (un 49,46% más), según cifras de la Agència de Qualitat i Avaluació Sanitàries de Catalunya (AQuAS). En el colectivo de 51 a 60 años, el incremento ha sido de los 621 avisos del 2018 a los 811 del 2021 ((30,6%), mientras que de 61 a 70 se ha pasado de los 954 a los 1.267 (32,81%) y de los 71 a 80 de 1.433 a 1.886 (31,61%). Hay que remarcar que el aumento en registros como el Cicat “no significa necesariamente que crezca la incidencia de ictus, sino que el registro es más eficiente, identificándose más y mejor los casos graves”, explica a La Vanguardia Marc Ribó, neurólogo intervencionista del hospital Vall d’Hebron. Defiende que tampoco hubo un aumento de casos significativo durante la pandemia. “Se miró mucho si la covid podía haber aumentado la incidencia, y parece que no es así, tampoco en los primeros meses”.

Hay varios motivos que explicarían este crecimiento de las activaciones del código ictus, una patología que es la primera causa de mortalidad en mujeres y la tercera en hombres. Entre estos, “que la cultura general tanto de la población como de los médicos no especialistas respecto al ictus está aumentando”, esgrime el doctor Ángel Chamorro, jefe de la unidad de ictus del hospital Clínic. “Antes –prosigue– parecía que el único infarto que podías tener era de miocardio. Sin embargo, ahora todo el mundo, más o menos, está concienciado de que un ictus es una urgencia y que hay síntomas transitorios que pueden deberse a un problema vascular cerebral”. A su juicio, un uso más frecuente y generalizado de la resonancia magnética ha permitido también descubrir “muchos problemas de riego cerebral que antes no se detectaban”. Chamorro subraya que, efectivamente, la incidencia no está aumentando en los últimos años en general (en el Clínic atienden unos 1.000 casos anuales), pero apunta que algunos registros internacionales (de países como Estados Unidos, Dinamarca o Francia) están detectando un leve repunte de casos en menores de 50 años. Una posible explicación sería el incremento de algunos de los factores de riesgo en este colectivo, que aglutina un porcentaje pequeño (un 10%) del total de la incidencia global. “Se están reportando tasas más elevadas de diabetes tipo II, de hipercolesterolemia; se está incrementando el número de personas jóvenes obesas; también hay un aumento del consumo de drogas ilícitas que generan mucha vasoconstricción de las arterias”, reflexiona Chamorro, que reconoce que en un 30% de los casos que afectan a esta franja de edad se desconoce qué los ha originado.

Incluso en los últimos años, añade, han irrumpido nuevos factores que cada vez tienen un peso más destacado en el riesgo atribuible a las causas de ictus y que afectan a todas las franjas de edad. “A la hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, tabaquismo o sedentarismo, ahora se le suma la polución atmosférica, que tiene un peso muy importante. Y un tóxico daña a quien esté expuesto a él, tenga la edad que tenga”.

Más allá del leve aumento que algunos registros detectan en menores de 50 años, a escala global, el número de ictus está disminuyendo “porque hay planes de prevención primaria que parece que funcionan”, señala Chamorro. Pero se da la paradoja de que en los países en vías de desarrollo la incidencia aumenta. ¿La explicación? La importación de malos hábitos. “Si no comes mucho, no tendrás obesidad ni hipercolesterolemia. Pero si pasas de padecer hambre a tener la posibilidad de tener acceso a la comida en un país en vías de desarrollo, es posible que comas mal, llevando una vida más insana”, concluye Chamorro. La incidencia global está disminuyendo, pero crece en los países en vías de desarrollo por los malos hábitos.

“El factor tiempo es crucial en el pronóstico”

Registros como el Cicat de Catalunya están permitiendo una mejora muy sustancial en el abordaje de los casos de ictus. En este sentido, se están acortando los tiempos de actuación. “El factor tiempo es crucial en el pronóstico. Tenemos tratamientos, pero estos tienen una ventana temporal en la que se pueden aplicar”, esgrime el doctor Chamorro. “Todos estos indicadores están mejorando mucho en los últimos años”, agrega el neurólogo Marc Ribó. “Se han ido acortando todos estos tiempos a la vez que ha aumentado la cobertura en los tratamientos. Catalunya, por ejemplo, que es un referente mundial, tiene una de las tasas más altas del mundo de pacientes tratados sobre la población total”, añade. Antes, continúa, había mucha diferencia entre la población del área de Barcelona y el resto de los ciudadanos. “La gente que vive en la capital, cerca de los grandes centros de referencia, tenía más probabilidad de recibir estos tratamientos y de manera rápida. Pero, ahora, lo que se está consiguiendo es disminuir estas diferencias, igualándose el acceso y el tiempo en iniciar el tratamiento”. Josep Fita

También te podría gustar...