“La ansiedad y las depresión, los síntomas capitales del confinamiento sufrido”. Iría Grande, psiquiatra.

Iría Grande, secretaria de la Sociedad Española de Psiquiatría.

La huella que la pandemia de la COVID-19 dejará en la salud mental está fuera de toda duda. Enfrentarse a una situación nueva ha generado multitud de problemas en este sentido que se traducirán en la denominada ‘cuarta ola’. Sin embargo, ¿qué sucedería si volviéramos sobre nuestros pasos y encarásemos una situación conocida dentro de su contexto? Es la pregunta que muchos se plantean, dados los rebrotes que afectan a gran parte de España y que hace planear la amenaza de un segundo confinamiento en un hipotético nuevo Estado de Alarma.

Por ello, Iria Grande, secretaria de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) en esta entrevista, desglosa todas las evidencias e incertidumbres con las que la atención de la salud mental habría de convivir de producirse un regreso a este escenario.

¿Qué implicaciones sobre la salud mental puede conllevar un período de confinamiento prolongado como el que hemos vivido?

Las implicaciones están relacionadas con los motivos. Sobre todo, están más relacionadas con la ansiedad y con los síntomas depresivos y esos serán también los motivos de visita que también veremos seguro como ya estamos viendo en un nuevo incremento de la incidencia de la COVID-19. Esto es debido también por esta situación de desconocimiento de lo que sucede, del futuro: en tanto al nivel laboral, social, de cómo gestionar la familia, de cómo abrirán los colegios… todo ello crea incertidumbre.

Estamos viviendo desde hace unos meses una situación de incertidumbre constante de que cada día puede cambiar la situación. Esto puede generar ansiedad; si alguien tiene una ansiedad más o menos persistente durante un largo período puede llevar a síntomas depresivos.

¿Cuáles fueron las consultas más frecuentes durante el anterior período, trastornos más prevalentes? ¿Qué sucedería de producirse de nuevo una situación similar?

La ansiedad y la depresión son los dos síntomas capitales que ya vimos en el primer confinamiento y seguramente los que continuarían siendo de mayor consulta en un posible segundo confinamiento. Ante una misma situación, pero prolongada en tiempo, lo que a lo mejor pudiera cambiar es la gravedad, que puede ser mayor. Por ejemplo, si la ansiedad se produce durante un tiempo más largo sí que pueda haber quejas de síntomas depresivos. A lo mejor la gente antes, con un período más corto, presentaba solo síntomas ansiosos. Pero si ya llevamos desde marzo es posible que la resiliencia, la capacidad de aguante de las personas, flaquee y derive en una ansiedad más crónica se convierta en los mencionados síntomas depresivos. Una cosa es la alerta y otra el mantenimiento constante de esa situación.

El síndrome de estrés post-traumático o de estrés agudo, se produciría más en gente que había vivido situaciones extremas, es decir, personal sanitario en los hospitales o familiares que no se habían podido despedir de personas ingresadas en el hospital. Son casos mucho más concretos, definidos en cuanto a la población general. El síndrome de estrés post-traumático o de estrés agudo es un síntoma ansioso, pero ya de unas características más complejas, pero en una determinada población. Ahora como no hay tantas restricciones y de momento los rebrotes están controlados, no hay tantas probabilidades de que se vuelva a presentar este tipo de síndromes. Pero si los contagios continúan y volvemos a una situación de colapso hospitalario, obviamente volverán a haber casos de estas características.

¿Qué grupos son más vulnerables ante una eventual vuelta a una situación de cuarentena? ¿Cómo afectaría esta circunstancia a la conducta suicida?

Aquella gente que ya padece problemas de salud mental puedan verse agravados sus síntomas. En cuanto al tema de situación social, que seguramente empeorará, eso hará que haya gente que veo difícil salir a su situación económica y también se plantee el suicidio como una solución, como ya sucedió en crisis previas.

De esta manera, el perfil sería de pacientes que ya tienen antecedentes de problemas mentales y todas las personas que no tienen un buen apoyo socioeconómico, tienen más riesgo de tener problemas mentales relaciones con la ansiedad de no poder llegar a final de mes, alimentar a tus hijos… pues eso crea preocupación.

¿Cómo debe prepararse el sistema sanitario ante un aumento de esta problemática derivada de un segundo confinamiento? ¿Cómo afectaría un segundo confinamiento a la cuarta ola de problemas de salud mental?

Tendría de que haber más recursos de personal, mayor dotación de infraestructura, como ya venimos reclamando desde hace tiempo. Si esto no se da, difícilmente podemos dar el apoyo necesario, lo daremos en las condiciones que tenemos, que no son las ideales. Soluciones milagrosas no hay; lo que se está intentando es dar apoyo social a todo el tema de las empresas, familias en situaciones vulnerables y y dotar al sistema sanitario para que podamos dar ayuda en estas circunstancias.

Respecto a las implicaciones en la cuarta ola, el incremento de la demanda sería mayor con un segundo confinamiento a las espaldas. Seguramente estaríamos llegando de nuevo a una situación de colapso sanitario y eso implicaría ciertas consecuencias en la vida de cada uno y en la laboral del personal sanitario.

¿Cómo se monitoriza la salud mental a distancia? ¿Qué ventajas e inconvenientes tiene la teleasistencia?

Nos hemos adaptado a las nuevas tecnologías y lo que se hacen son visitas en formato de videoconferencia y llamadas telefónicas, y en casos en los que es muy necesario, hacer un tanto por ciento de opción presencial. Lo ideal es tener a la persona delante y poder conversar y observarla, algo que sobre todo dejamos de hacer con las llamadas telefónicas y en menor medida con la videoconferencia, pero perdemos información. Para nosotros es fundamental la visita presencial, pero con la coyuntura y las recomendaciones sanitarias se entiende la excepcionalidad, la situación de impás.

“La situación nos ha venido bien para optimizar recursos y aprovechar una opción que antes no nos planteábamos”

También es verdad que no todas las visitas exigen la modalidad presencial, por lo que también nos ha ido bien esta situación para optimizar recursos y aprovechar y realizar estas visitas que no nos planteábamos otra manera de realizarlas que no fueran presenciales. Aunque esta última sí que continúa siendo nuestra herramienta del día a día para poder hacer evaluaciones de la mejor manera posible, dada la situación intentamos hacerlo lo mejor posible en las condiciones que tenemos.

Con la lección aprendida, ¿qué pautas han de seguirse para hacer frente a esta situación de confinamiento si volviera a producirse?

Lo más importante es mantener actividades y hobbies que sean una válvula de escape. Son indispensables para poder soportar una situación de confinamiento, así como el contacto con familiares y personas cercanas. Ahora nos hemos dado cuenta qué no solo lo podemos hacer presencialmente, si no que ya hay muchos mayores que se han puesto las pilas con todo el tema de las telecomunicaciones. Las relaciones sociales representan así una válvula de escape, es muy importante.

Además, es muy importante controlar todo nuestro contacto con los ‘media’; no es recomendable estar constantemente pendiente de las noticias porque tampoco se producen realmente tantos cambios. Está bien permanecer informado, pero no sobreinformado 24 horas. (GM)

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