La ansiedad, mal común en una sociedad sobreestimulada

Es una emoción que experimenta alguna vez toda la población, que se convierte en trastorno cuando es frecuente, intensa o desproporcionada. La actual cultura de la inmediatez, urgencia y competitividad con una tecnología que nos aboca a dar respuestas rápidas y la sobreexposición en redes, ocasiona que nuestros espacios de oxigenación mental pierdan fuerza frente a la productividad.

En los últimos años, pandemia, inestabilidad geopolítica y crisis económica, generan un escenario de incertidumbre haciendo que la ansiedad aflore como un problema común.

¿Qué es la ansiedad?

Es una respuesta emocional surgida como reacción defensiva ante una amenaza. Experimentar ansiedad no es siempre negativo, pues ayuda a que el cuerpo se prepare y afronte tareas que resultan amenazantes.

Comprender que la ansiedad es una emoción normal y adaptativa es importante, el objetivo no es eliminarla, sino aprender a gestionarla.

¿Cómo se manifiesta?

– Sensación física (taquicardia, ahogo, tensión muscular, presión en el pecho…)

– Cogniciones (pensamientos catastróficos, rumiación, anticipación…)

– Conducta (respuesta de lucha o huida)

Se relaciona con el futuro, falta de control e incertidumbre.

La base psicofisiológica de la ansiedad reside en la activación del sistema nervioso simpático, útil, necesario para la supervivencia. Si este sistema se desajusta puede aparecer un trastorno de ansiedad.

Esta se vuelve patológica cuando se activa con frecuencia, es intensa o nos limita en nuestra vida diaria. Es necesario diagnosticarla y tratarla adecuadamente. No hacerlo puede producir su cronificación y el riesgo de desarrollar depresión u otros problemas psicopatológicos. Si la ansiedad es ‘exceso de futuro’, una de las grandes claves para controlar esta angustia es poder vivir un poco más en el presente, en el aquí y ahora.  En los últimos años existe la tendencia a medicalizar la ansiedad. Los fármacos, como las benzodiacepinas, pueden ser una ayuda a corto plazo, pero no solucionan el problema de base, y menos sin el adecuado control médico. Hay perfiles psicológicos que tienden a la ansiedad, pero factores externos contribuyen a dispararla con facilidad.  El aprendizaje de técnicas de gestión del tiempo, un descanso reparador, el ejercicio físico, una buena alimentación (suplementada con complementos nutricionales naturales) y el tratamiento psicológico, resultan estrategias indispensables. Inés Martin. Psicóloga clínica.

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