Juana Carretero. “España no admite la obesidad como enfermedad crónica por un tema económico”

Juana Carretero, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Interna.

La obesidad es una enfermedad crónica y no una condición asociada a la persona, pero en España sigue sin ser reconocida como tal y, en consecuencia, no recibe el tratamiento adecuado”. Como presidenta de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), cargo para el que fue elegida en noviembre pasado, la doctora Juana Carretero (Guareña, 1973) se ha propuesto visibilizar dos enfermedades crónicas que están detrás de la mayoría de los problemas de salud que los internistas atienden en los hospitales: la obesidad y el alcoholismo.

Usted reivindica que las autoridades sanitarias reconozcan la obesidad como una enfermedad crónica. ¿Por qué?

La OMS y la Unión Europea ya la declaran así, pero España no. Y que sea reconocida como una enfermedad y no como una condición asociada a la persona y a otras comorbilidades significa que la persona pueda tener un diagnóstico correcto y un tratamiento con una ruta asistencial perfectamente establecida (es decir, que sepa a qué medico acudir para el diagnóstico y quién le hace el seguimiento), y también implica que se invierta en prevención y detección precoz, como se hace con todas las enfermedades crónicas.

Si la UE ya la reconoce, ¿por qué no lo hace España?

Es un problema fundamentalmente económico. Admitir que es una enfermedad implicaría aportar recursos para tratarla. Si consideramos que el veintipico por ciento de la población tiene obesidad, imagínese enviar a esas personas a atención primaria, sobrecargaríamos aún más el sistema. También hay un problema para consensuar entre los profesionales sanitarios, los afectados y las autoridades sanitarias cómo se define la obesidad, qué pacientes son los que necesitan atención más especializada, qué colectivo lo aborda y qué tratamiento se oferta. Porque ahora tenemos un tratamiento indicado para personas con obesidad, pero que no lo financia la Seguridad Social, y es muy costoso.

Quizá sea un coste inasumible a la vista de las carencias que ahora tiene la sanidad pública…

Si uno lo piensa como estrategia a largo plazo, ahorraríamos mucho, porque ganaríamos mucho en salud comunitaria; pero el tema no está en la agenda social ni política, que son cortoplacistas.

¿Cuál es la tasa de obesidad?

Antes de la pandemia, el 22%, pero ha crecido y sigue haciéndolo y se estima que en el 2030 alcanzará el 30%. De hecho, como con la edad aumentan los problemas de peso, entre los mayores de 65 años ya se supera ese 30%.

¿Y entre los niños?

La obesidad infantil se estima que afecta al 7%-10% de los niños, pero crece más rápido que entre los adultos, a un ritmo del 1,9% anual, y eso hace que también suba la tasa de complicaciones y que vayamos a ver una gran carga de enfermedad en el futuro. El problema es que se está normalizando que los niños tengan algo de sobrepeso.

¿Por qué?

Por falta de concienciación, porque se ha banalizado mucho el tema de la obesidad como algo meramente estético, y no lo es. Para la mayoría de quienes viven con obesidad se trata de un problema de salud, porque ese exceso de peso en forma de grasa patológica promueve un estado inflamatorio en el cuerpo y limita su vida diaria por problemas articulares, de apnea y mala calidad del sueño, de fertilidad, diabetes, trombosis y enfermedades cardiovasculares…

La relevancia social que se otorga a la imagen corporal, ¿influye?

Se ha banalizado el tema de la imagen corporal asociando el estar guapo a estar delgado y, como reacción, tratando de normalizar el vivir con obesidad mórbida como elección, pero no puede ser una elección de vida porque eso te lleva a tener complicaciones médicas. Por otra parte, esa banalización ayuda poco a quienes viven con obesidad de cara a la opinión pública y a reclamar tratamientos a las autoridades sanitarias, porque perpetúa la visión de que la persona con obesidad se merece ser obesa porque lo que le pasa es que come mucho y se mueve poco, y lo que busca es adelgazar sin esfuerzo. Y eso no es así, la obesidad es un problema de salud personal y de salud publica muy importante.

¿Cuáles son las causas? ¿Qué hace que comiendo lo mismo una persona engorde y otra no?

Hay una predisposición poligénica y sobre ella influye la microbiota, lo que comemos, la actividad física, la calidad del sueño, los horarios de comida, el contenido proteico de la dieta…

¿Cuál es su consejo para quien quiere o necesita adelgazar?

Tenemos que aprender a cuidarnos, a comer y a tener hábitos saludables. No es cuestión de estar a dieta ni de hacer nada artificial como ayunar, sino de educarnos para llevar una dieta saludable y realizar actividad física a lo largo de toda la vida, no durante unas semanas o meses. No hemos de hablar de cantidad de alimentos, sino de calidad: comer legumbres, fibra, evitar grasas y comida procesada. Y tener objetivos alcanzables y sostenibles en el tiempo: es preferible perder diez kilos en un año y mantenerlo que perder 15 kilos en dos meses y luego recuperarlos.

Desde la SEMI también han llamado la atención sobre el consumo de alcohol excesivo de algunas personas; por ejemplo, los ancianos.

Tenemos un problema de abuso del alcohol oculto y muy interiorizado: el de quienes están habituados a beber vino o cerveza a diario; es un consumo asumido, pero excesivo y perjudicial, y hay que sacarlo a la luz y ponerle remedio. Lo vemos en los hospitales, personas de 65, 70 u 80 años que no son conscientes de tener un problema de alcoholismo y su dependencia se pone de manifiesto al ser hospitalizados .

¿Comer con vino o cerveza es abusar del alcohol? ¿Conlleva riesgo de alcoholismo?

Sí, claro. Una copa de vino o una cerveza ocasionalmente se puede permitir, pero no podemos normalizar tomarlo todos los días para comer y cenar. Mayte Rius

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