¿Qué ha pasado en España y qué pasará próximamente?

COVID-19Dr. Enrique Ferrer Rodríguez. Neurocirujano. Miembro de Fundación España Salud.

 

Pronto se cumplirá un mes desde que se decretó el estado de alarma sanitaria y la situación parece que progresa despacio, pero con atisbos de efectividad.

Una vez aparecida en China y desde luego en Italia, se infravaloró el riesgo de una trasmisión masiva. Lo que tenía que ser una inofensiva gripe se convirtió en lo que es hoy el COVID-19

 

China es un país lejano respecto a España, con mucha relación comercial, pero con una colonia relativamente pequeña de chinos que estuvieran en contacto con el foco de Wuhan. En cambio, cuando alcanzó a Italia, país con el que mantenemos una gran permeabilidad, no supimos aislarnos y la transmisión de la infección vino sobre todo de allí, aunque no, exclusivamente.

 

El sistema sanitario español había sufrido constantes recortes desde 2008 con plantillas cortas y en estado de interinidad. Equipamientos justos u obsoletos en algunos casos. Ausencia absoluta de capacidad de desplegar actuaciones de emergencia en caso de necesidad. Ni siquiera se había estudiado un protocolo de actuación.

Estructura de Residencias de ancianos sin soporte médico suficiente o sin adscripción de un centro sanitario de referencia con control próximo. Envejecimiento de la población, con una curva demográfica espectacularmente desplazada hacia la derecha.

 

Ante un escenario de ausencia absoluta de equipamiento de protección y menos de detección, los primeros casos contaminan desde China y posteriormente, de forma más generalizada desde Italia generando desde diversos clusters: Rioja, Madrid y posteriormente Barcelona, la masificación de casos y la extensión de la epidemia en nuestro país.

 

Los pacientes, desorientados, comienzan a consultar con médicos en Ambulatorios y Hospitales e infectan al personal sanitario que no está protegido en ese momento.

 

Probablemente además de los entornos sociales de los enfermos, los propios sanitarios infectan a otros pacientes, familiares propios, visitantes etc.

 

Se declara la pandemia y nos encontramos con un escenario dantesco a nivel hospitalario. La mayoría de los sanitarios, a pesar de su buena voluntad en la prevención, se infectan porque nunca han dispuesto de las diferentes medidas de protección.

 

A nivel ciudadano no se contemplan medidas de distanciamiento ni de higiene, y se desaconseja el uso de mascarillas, excepto en personal sanitario y enfermos o sus acompañantes. No se ha demostrado cómo la infección se transmite por las pequeñas partículas nebulizadas por el individuo infectado, al toser, pero también al hablar, y cómo permanecen y se diseminan dichas partículas en un espacio cerrado, amén de la permanencia de otras partículas más pesadas con virus, depositadas sobre superficies pulidas, donde permanecerán por horas incluso algún día.

 

Los recursos sanitarios de España se encuentran bajo extrema tensión y saturación con un déficit de personal sanitario que no se ha podido proteger y el déficit de camas de UCI que ya sabemos.

 

Es muy difícil de prever una pandemia de este tipo. Cualquier gobernante tendrá serias dificultades a la hora de tomar decisiones graves. Como decía mi amigo el Dr. Toni Trilla, las epidemias son como partidas del siete y medio. Si te quedas corto te criticarán y la gestión será mala, pero si te pasas lo puedes perder todo. Apretar el botón de stop de un país es gravísimo y sus consecuencias deberán estar bien medidas.

 

No quiero justificar a nadie, pero es muy difícil acertar en todo. Aún recuerdo cómo nos preparamos ante una presunta epidemia de gripe hace unos pocos años. En aquel momento se adquirieron ingentes cantidades de vacuna que luego se perdieron porque la epidemia nunca se produjo.

 

Ahora estamos donde estamos y creo que con todos sus desajustes, errores y aciertos estamos en el punto máximo de contagios, a parte de los fallecidos que se producirán, desgraciadamente en las próximas dos semanas.

 

¿Qué pasará? Yo no soy un epidemiólogo ni siquiera un sabio científico experto en enfermedades infecciosas, soy un neurocirujano con largo recorrido, pero he seguido el problema de cerca, he leído, escuchado y me he desplazado a Asia recientemente, observando sobre el terreno qué es lo que ocurría. Tampoco soy un vidente o adivino ni nada de eso. Tengo bastante sentido común y aprendo con rapidez.

 

La previsión SANITARIA de la epidemia en nuestro país sería, en mi opinión, que hacia fin del mes de abril la epidemia habría cedido, pero mientras tanto, las medidas de confinamiento deberán prolongarse como mínimo hasta el 30 de abril. Es posible que, si los indicadores de la pandemia son adecuados y la respuesta del confinamiento después de un mes es favorable, que creo que lo será, el Gobierno se plantee desescalar algunas medidas para poder iniciar una puesta en marcha económica del país. Medidas de desescalamiento muy progresivas, que afectarán a la industria de soporte y podría iniciarse con una situación laboral parecida al 16 de marzo. Semana a semana se irán introduciendo medidas de relajación como puede ser, permitir el deporte individual en el exterior y la puesta en marcha progresiva de los transportes. Los mayores permanecerán algo más de tiempo en casa. Hasta el 30 de abril no se levantará el confinamiento de forma más sustancial y siempre progresivamente.

 

Todo ello pasa por el hecho de que la infección se contenga, que los Sanitarios y fuerzas del Orden y Ejército cuenten con medios de protección adecuados. Cuando veo los protocolos de protección de los chinos, me parece muy difícil de que aquí sea posible reproducirlos tal y como los realizaban ellos. Por el coste y por la disciplina y meticulosidad que seguían.

 

El capítulo de los test. Este es el punto primordial del control de la pandemia. En cuanto sea posible, la aplicación masiva de estas pruebas rápidas, que no son 100% fiables pero que ofrecen un rango alto de confianza, permitirán mapear a la mayor parte de la población. Digo bien: a la mayor parte de la población. Esto permitirá distinguir tres grupos de población:

 

  1. Los positivos al Covid-19. Los que están en la fase de contagio o de padecimiento de la enfermedad

a1) los que desarrollan la enfermedad

a2) los que nunca presentan síntomas de la infección a pesar de estar infectados y que por tanto, transmiten la infección sin saberlo

 

  1. Los que no se han infectado por la enfermedad y que por tanto, son susceptibles de contagio.

 

  1. Los que han padecido la enfermedad y tienen una inmunidad adquirida que es como si estuvieran vacunados por un período indeterminado de tiempo, no conocido en este momento

 

Este mapa permite varias cosas. El grupo “a” deberá ser vigilado y tratado hasta resolver la enfermedad, el 80% o más de la población. Posteriormente pasarán al grupo “c”

Los “b” deben seguir ciertas precauciones en la prevención de la infección y deberían incorporarse con mucha precaución.

El grupo “c “es el que podrá insertarse directamente sin tomar otras medidas de distanciamiento, aunque el control de la inmunidad a medio largo plazo deberá mantenerse hasta conocer la enfermedad mejor.

El grupo “b” quizás deberá ser tributario de un control de test a realizar periódicamente (quizás semanalmente) de forma rutinaria para poder circular con precaución y controlar el contagio comunal.

 

Por tanto, las medidas actuales de confinamiento pretenden controlar la epidemia y regular la entrada de pacientes en los hospitales y sobre todo en las escasas camas de críticos, con el fin de evitar la mortalidad evitable. Reducir el numero de victimas ahora es la prioridad.

 

Probablemente el cambio de estación sea un factor muy favorable para la extinción de este primer brote u oleada del Covid-19 y que, observando la distribución y comportamiento de la infección las diferentes etnias y latitudes, vemos como la virulencia es significativamente menor en los países cálidos, muchos de ellos con peores recursos sanitarios o preventivos de Salud Pública.

 

El caso es que a parte de armarse de los posible de recursos sanitarios para atender una segunda ola en otoño, entiendo que camas ocasionales, personal, equipos de protección extrema, el uso exhaustivo de test de detección del virus, deberá formar parte de nuestras vidas en aquellos que no hayamos pasado la infección. Está claro que muchísimos españoles ya han sido infectados y han superado la enfermedad sin mayor problema, pero queda un remanente de víctimas potenciales que deben protegerse frente a la enfermedad, muchos de ellos, los más vulnerables, que tendrían muchas menos posibilidades de sobrevivir a la enfermedad.

 

Desde el punto de vista de la erradicación de la pandemia la respuesta está en la obtención de la vacuna, que seguro que se desarrollará en menos meses de los previstos, pero difícilmente antes de los 6-9 meses próximos. Antes dispondremos de tratamientos específicos, inmunidad pasiva proveniente de los plasmas de pacientes que han tenido la enfermedad, fármacos adecuados, protocolos de tratamiento etc.

 

Toda la comunidad científica mundial está volcada en el desarrollo de la vacuna. ¿Quién la descubrirá primero? ¿China? ¿USA? ¿Europa? A partir de quién golpee primero, saquen sus propias conclusiones a cerca de las repercusiones que tendrá ganar esta competición.

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