Hogar, dulce hogar

sanitas-residencial-pngDiferenciar el área médica de la zona de visitas o estancias en las residencias de personas mayores ayuda a mejorar el estado anímico

Cèlia Querol. Hogar, dulce hogar. Puede que una persona utilice esta expresión estando, incluso, a miles de kilómetros de su residencia, pero ha encontrado un lugar en el que se siente a gusto, como en casa. Con frecuencia, las residencias para personas mayores se contemplan como centros asistenciales y no como hogares. Sin embargo, muchas personas pasan en ellas una parte importante de su vida. Son, al fin y al cabo, sus nuevas casas. Por ello resulta significativo encontrar centros con un ambiente hogareño, que se centren en el buen control del residente desde el punto de vista médico pero sin olvidar la calidez que desprende un hogar. Ello hace que se estabilicen muchas de las patologías crónicas y que los niveles anímicos de los residentes sean más estables.

“Cuando las personas mayores, especialmente con patología crónica, se encuentran en lugares nuevos, con gente extraña, se descentran mucho”, asegura David Curto i Prieto, médico y jefe asistencial de Sanitas Residencial. Una de las herramientas para conseguir una mejor adaptación consiste en diferenciar el área médica de la zona de visitas o estancias. De este modo, se crea una dualidad cómoda entre el espacio médico y el hogar en el que residen. “Nosotros hemos querido reformar nuestros centros para adaptarlos a las necesidades de las personas y crear buenos ambientes. A lo largo de 2013 invertimos casi 4 millones de euros en reformar 38 de los 40 centros que componen la red Sanitas Residencial”, remarca David Curto i Prieto. Para ello, se tienen en cuenta aspectos como el diseño del entorno, la accesibilidad, el equipamiento, la seguridad y la adecuación, tanto de los centros residenciales, en sus áreas comunes y de convivencia, como en las habitaciones y espacios privados de los residentes.

“Utilizamos diversas técnicas, como puede ser la cromoterapia”, añade. Según explica, se ha visto que los colores chillones tienden a poner a los residentes más nerviosos y, en cambio, colores suaves como verdes, azules o marrones crean un ambiente más relajante. “Muchos residentes tienen Alzheimer y con esta patología se pierde cierta calidad visual, por ello es bueno crear caminos en los que el suelo sea de un color y las paredes de otro, por ejemplo, para que no se confundan y evitar así caídas”, señala este especialista. Las variaciones cromáticas se aplican en todos los espacios y a complementos, como pueden ser el mobiliario o la vajilla.

Evitar las aglomeraciones es otra forma de hacer los espacios más agradables y favorecer que las personas mayores puedan descansar a gusto. “Está muy estudiado cómo repartir el mobiliario para conseguirlo. Se añaden, por ejemplo, áreas de descanso a mitad de los pasillos o al final de éstos para que puedan caminar sin problemas de un sitio a otro. Así, por otro lado, también se consigue que estén en movimiento, que es muy importante”, explica el jefe asistencial de Sanitas Residencial.

En los últimos años también se les está dando un mayor protagonismo a las nuevas tecnologías tanto a nivel de registro, por parte de los profesionales, como de usuarios. Entre otras cosas, a los profesionales les facilita los registros desde diferentes dispositivos y mejora el seguimiento de los residentes, ya que pueden añadir posibles incidentes en cualquier momento. A nivel de las personas mayores, las videoconsolas permiten realizar ejercicios de rehabilitación de una forma divertida. “Los residentes lo viven con más ganas porque pasan a ser proactivos en su rehabilitación”, concluye David Curto i Prieto.

Además, para aquellas personas con grados elevados de dependencia cognitiva han incluido espacios de activación sensorial con el fin de estimular las capacidades psíquicas de los mayores.

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