Hablar del cáncer

Por José Nicolás, periodista.

Referirse sin eufemismos a la enfermedad puede servir para tomar conciencia de su gravedad y para animar a otros a ir al médico a hacerse análisis.

El secretario de Defensa de EE UU, Lloyd Austin, tiene cáncer de próstata. Se supo este martes tras conocerse que ha estado varios días hospitalizado en cuidados intensivos después de sufrir una infección derivada de una cirugía a la que se sometió en diciembre, relacionada con la enfermedad que padece. “Nadie en la Casa Blanca sabía que el secretario Austin tuviera cáncer”, reconoció el martes la secretaria de prensa estadounidense. Cuenta Macarena Vidal Liy que el portavoz del Pentágono quiso excusar a Austin al afirmar que el cáncer y sus tratamientos son “algo profundamente personal”. ¿Por qué ocultar que está siendo tratado del cuarto cáncer más diagnosticado en el mundo?

La periodista de CNN Sara Sidner ha contado su caso de una forma completamente diferente: con total transparencia. Lo anunció esta semana al final del programa que presentaba. Sufre un cáncer de mama en fase tres. “Es duro decirlo en voz alta. Estoy en mi segundo mes de quimioterapia, me someteré a radioterapia y a una doble mastectomía”, relató notablemente emocionada. A continuación, habló de las posibilidades de curación (“La fase tres ya no es una sentencia de muerte para la mayoría de las mujeres”) y de la importancia de los controles médicos periódicos para poder detectarlo a tiempo.

Otro ejemplo conocido recientemente es el de la actriz Nicole Eggert, quien interpretó a Summer Quinn en Los vigilantes de la playa. Contó a la revista People que le han diagnosticado cáncer de mama. Al principio, pensaba que era un efecto de la menopausia, pero sintió un bulto en el pecho y acudió a su hospital de referencia para buscar un diagnóstico. Allí se lo detectaron. Ahora, una amiga ha abierto una recaudación de fondos para ayudar a la actriz a afrontar el coste de los tratamientos y las cirugías que precisa su enfermedad en la sanidad estadounidense.

Referirse sin eufemismos al cáncer puede servir para que la sociedad tome conciencia de que todos podemos sufrirlo y para que, ante cualquier sospecha, acudamos al médico para detectar la enfermedad cuanto antes y poder tratarla con las mayores garantías posibles. Al difundirse en las redes sociales los casos de Sara Sidner y Nicole Eggert, la respuesta ha sido —como era de esperar— de apoyo y agradecimiento por la transparencia y la concienciación de la enfermedad desde un gran altavoz.

Sin embargo, no siempre se necesita ese gran altavoz para sensibilizar. Un caso cercano es el de una amiga de la universidad. Un día, Paula notó que un lunar de un brazo había cambiado: tenía otro color, había crecido y sus bordes eran irregulares. El médico de atención primaria la derivó directamente al dermatólogo, que decidió extirpárselo. Era un melanoma detectado a tiempo. Desde entonces, cuenta qué le ocurrió y, gracias a eso, muchos de sus conocidos han pedido cita en dermatología. A dos de ellos les han extirpado lunares malignos.

Según un informe de la Sociedad Española de Oncología Médica, hasta los 80 años, el 41,1% de los hombres tiene riesgo de sufrir cáncer; las mujeres, un 28%. Esa probabilidad aumenta a partir de los 85 años. A esa edad, los hombres tienen un 48,4% y las mujeres un 32,4% de opciones de desarrollar la enfermedad. Grosso modo, se dice que uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres tendrá algún tipo de cáncer a lo largo de su vida. ¿No es esta una razón para hablar abiertamente de esta enfermedad? Hay que abordarla sin pena, sin miedo, conocer sus riesgos, la importancia de hacernos los análisis pertinentes si vemos que algo no va bien y, sobre todo, es necesario que haya más investigación.

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