Fibrilación auricular: la importancia del diagnóstico precoz

Jesús M. Paylos

Director de la unidad de arritmias del Hospital Universitario HLA Moncloa

La fibrilación auricular (FA) es la arritmia más común en los seres humanos de más de 50 años. Se trata de un problema de salud que afecta a un elevado número de personas y que genera un importante coste económico y sanitario. Sin embargo, las técnicas para su diagnóstico y tratamiento presentan elevadas tasas de eficacia con un único condicionante: cuanto antes se diagnostica la FA, mayores son las posibilidades de éxito.

El origen de la FA se halla en las venas pulmonares. Desde hace algunos años, para tratar de forma definitiva estas arritmias se ha apostado por desconectar eléctricamente y de forma circunferencial completa las venas pulmonares de la aurícula izquierda. Para ello se han utilizado diversas formas de energía, como la radiofrecuencia, el láser o, en nuestro caso, el frío. Esta técnica consiste en utilizar un balón de doble cámara. Sobre este se hace recircular óxido nitroso que permite lograr esa desconexión congelando el punto crítico de la unión de las venas con la aurícula izquierda, todo mediante una aplicación de 240 segundos a una temperatura media de -50º C. La lesión generada por frío, a diferencia de la del calor, no produce proliferación de fibroblastos, por lo que consigue minimizar las complicaciones potenciales.

En la unidad de arritmias del Hospital Universitario HLA Moncloa aplicamos esta técnica desde 2008, cuando la introdujimos en España, y publicamos los primeros casos (con muy buenos resultados) en la Revista Española de Cardiología en 2009. Asimismo, la revista Journal of Atrial Fibrillation también publicó nuestro trabajo con el seguimiento a más largo plazo de pacientes tratados con esta técnica hasta ahora publicado. En estos más de siete años, hemos logrado un porcentaje de éxito del 89,1% tras una primera intervención y un 11% de recurrencias clínicas. Tras una segunda intervención, la totalidad de estos pacientes permanecen en ritmo sinusal sin medicación.

Parte del secreto de ese alto porcentaje de éxito está en la selección de los pacientes, puesto que la eficacia de la técnica varía mucho en función del estadio de la FA en el que se realice. Así, en el caso de la fase paroxística, hemos logrado una tasa de curación superior al 90%. En el segundo estadio, la FA persistente de corta duración, con episodios de siete a diez días y que responden bien a la administración de fármacos, la tasa de curación con la intervención con frío se sitúa entre el 60 y el 80%. Por último, cuando se trata de fibrilación persistente de larga duración, aquella en la que el paciente lleva más tiempo padeciendo los episodios y ha sufrido ya el remodelado de la aurícula, el porcentaje de curación alcanza el 60% en una primera intervención, el 72% tras la segunda y el 78% si se apoya con fármacos.

Precisamente aquí está nuestro reto, en ser capaces de mejorar las ratios de curación de la FA en estadios avanzados.

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