En el Parkinson, no todo son síntomas motores

parkingsonSi bien el temblor es la principal manifestación clínica de la enfermedad en un 70% de los pacientes, no todos lo sufrirán

El tratamiento oral convencional deja de ser efectivo a medida que avanza la enfermedad

Sofía Larrucea

La enfermedad de Parkinson bien podría compararse a un iceberg, cuenta Jose Matías Arbelo, coordinador del grupo de estudio de trastornos del movimiento de la Sociedad Española de Neurología. Según este especialista, la parte que queda debajo del agua de la masa de hielo correspondería a los síntomas no motores. “Aunque no puedan verse a simple vista, representan la parte más extensa y compleja de la enfermedad, mientras que la parte que queda al descubierto, se asemeja a los síntomas motores. Aunque son los más conocidos y notorios son, a su vez, los que menos interfieren finalmente en la vida de los afectados”, explica. Y es que, efectivamente, la sintomatología no motora es tan heterogénea como incapacitante en algunos casos. Trastornos del sueño, neuropsiquiátricos (depresión, ansiedad, ideas delirantes, etc), estreñimiento o alteraciones en el habla, son solo algunas de las molestias no motoras derivadas de esta enfermedad. Complicaciones que, en muchas ocasiones, se presentan previamente al famoso temblor o rigidez, concretamente pueden manifestarse hasta diez años antes que los síntomas motores. Y es que, aunque es cierto que en el 70% de los casos la primera complicación de la enfermedad es el temblor, los especialistas recuerdan que este síntoma no tiene por qué afectar a todos los pacientes.

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo de las neuronas encargadas de la producción del neurotransmisor llamado dopamina. Suele manifestarse hacia los 60 años de edad y actualmente afecta a 150.000 personas en nuestro país, datos que la convierten en la segunda dolencia neurodegenerativa más común entre los ciudadanos españoles. Tendencia que, además, va en aumento. A pesar de su alta prevalencia, José Matías Arbelo, también coordinador de la unidad de trastornos del movimiento del Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, advierte: “Sigue siendo un trastorno aún muy misterioso”. “A pesar de los avances que ha habido en el campo de la genética – prosigue- en la mayoría de los casos no sabemos por qué se origina, cómo evoluciona, ni por qué en los estadios más avanzados el tratamiento oral deja de ser efectivo”. Si bien la levodopa es el patrón de referencia en la terapia farmacológica y ofrece elevadas tasas de respuesta, ésta deja de ser efectiva a medida que avanza la enfermedad. De hecho, tal y como señala el experto Arbelo, un síntoma de que la dolencia ha progresado es cuando la terapia oral convencional ha dejado de controlar la sintomatología. Es entonces cuando al paciente se le propone las diferentes alternativas. Además de la cirugía y de la infusión subcutánea de apomorfina, lo más novedoso en este campo hoy en día es la infusión intestinal continua de levodopa- carbidopa. Consiste en administrar de forma continua un gel de levodopa/carbidopa directamente en el intestino y ha demostrado ser eficaz en la reducción tanto de los periodos off y discinesias, como en ciertos aspectos no motores de la enfermedad. Debido a la heterogeneidad de los síntomas de esta afección, el experto José Matías Arbelo recuerda, “tratar de forma integral a los pacientes es fundamental, pues no dejan de ser personas pluripatológicas.”. Aunque, para este especialista, uno de los grandes retos de la enfermedad está en el desarrollo de marcadores predictivos. “El diagnóstico precoz podrá mejorar el tratamiento y aplicar terapias neuroprotectoras que, si bien no podrán retener el progreso de la patología, podrán ralentizar el proceso”, concluye.

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