El porqué de la variabilidad en la gravedad de la Covid-19 podría estar en los genes

Un estudio, Inmungen-CoV-2, trata de averiguar por qué algunos pacientes infectados apenas presentan afectación clínica mientras que otros desarrollan formas muy graves de la enfermedad.

¿Por qué se produce una tormenta de citoquinas en los pacientes con Covid-19 graves? Quizá la explicación esté en alguna variabilidad en sus genes. Investigadores del Hospital Clínic-Instituto de Investigaciones Biomédiques August Pi i Sunyer (Idibaps) y del Instituto de Investigaciones Biomédiques de Barcelona (IIBB)-CSIC coordinan un proyecto, Inmungen-CoV-2, para poder predecir qué personas tendrán una infección grave provocada por el SARS-CoV-2 y, para ello, estudiarán el ADN de pacientes que han desarrollado tanto una enfermedad grave como leve y analizarán la variabilidad de genes involucrados en la respuesta inmune. El estudio, liderado por Anna Planas, también permitirá encontrar dianas terapéuticas para posibles tratamientos.

La infección por el SARS-CoV-2, “provoca síntomas leves en ocho de cada 10 personas, pero puede llegar a causar una enfermedad respiratoria severa como, por ejemplo, una neumonía, e incluso la muerte. La edad avanzada y la presencia de enfermedades crónicas aumentan el riesgo de necesitar ingreso en UCI y de fallecer”, recuerda el Idibaps. No obstante, también hay pacientes más jóvenes, e incluso niños, sin patologías previas que desarrollan formas muy graves de la enfermedad por motivos actualmente desconocidos. “El objetivo de nuestro estudio es averiguar por qué algunos pacientes infectados apenas presentan afectación clínica mientras que otros desarrollan formas muy graves de la enfermedad (…). Pensamos que la respuesta podría estar en nuestros genes”, añade.

El proyecto se centrará en el estudio de las variaciones genéticas en aquellos genes asociados a la inmunidad innata y se van a seleccionar pacientes de hasta 65 años porque, por encima de esa edad, es más difícil de analizar: “Si hay hipertensión, diabetes u otras patologías crónicas, pueden enmascarar. Lo veremos más claro en población de no tanto riesgo”, manifiesta Planas. Esto es lo que va a diferenciar este trabajo de otros similares que se están realizando en España y en el ámbito internacional.

¿Servirán sus resultados para establecer el riesgo genético ante otras patologías infecciosas? “No sabemos si servirá, quizá sí que encontremos más susceptibilidad en algunas personas. Queremos identificar qué personas son más susceptibles a responder mal (tormenta de citoquinas) ante el SARS-CoV-2 porque quizá permita encontrar una terapia y reducir así la mortalidad”, responde Planas.

Hasta ahora el equipo ha estado solucionando aspectos burocráticos, como la aprobación del Comité de ética, y de logística y procesando las muestras. En Estados Unidos, dice Planas, han empezado ya a secuenciar.

Este proyecto está financiado por el CSIC y es un esfuerzo colaborativo de diversos equipos de investigación multidisciplinares. Se obtendrán muestras de pacientes del Clínic de Barcelona, gracias al soporte y colaboración de diferentes investigadores y servicios del centro. También participa en el proyecto Israel Fernández-Cadenas, del Hospital de Sant Pau de Barcelona, junto con diversos investigadores de diferentes centros e institutos del CSIC. Esta iniciativa se sumará a un proyecto internacional liderado por la Universidad Rockefeller denominado Covid Human Genetic Effort, que permitirá comparar grandes grupos de pacientes y contrastar resultados.

Muestras del biobanco del Idibaps

Planas ha precisado que contarán con muestra de las de más de mil pacientes con Covid-19 que ha acumulado el Biobanco del Idibaps. Según información de este último, a los pacientes que han ingresado en el Clínic con la enfermedad se les ha extraído muestras de sangre. En aquellos que han dado su consentimiento, se ha aprovechado la extracción para obtener plasma, suero y ADN destinado a la investigación.

El personal del biobanco, con la colaboración del Centro de Diagnóstico Biomédico del Clínic, las recoge, las procesa y las almacena en los espacios ubicados en el sótano del Centro Esther Koplowitz, donde se conservan a -80 grados o a -196 grados, en función de la muestra.

El objetivo fue obtener material biológico de unos mil pacientes con Covid-19, una meta que se alcanzó la semana del 18 de mayo. “Las muestras obtenidas de un paciente pueden subdividirse en hasta 16 o 20 alícuotas, con lo cual se tendrían hasta 20.000 unidades de derivados hemáticos. Se está estudiando recoger, en un futuro cercano, otras muestras, como orina, o tomar muestras de los pacientes una vez han recibido el alta”, apunta el Idibaps.

Un comité de investigadores independientes será el responsable de decidir qué proyectos de investigación podrán optar a estas muestras y cuántas se facilitarán a cada investigador, anuncia. Carme Fernández (DM)

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