El dolor sigue como la primera causa de consulta

escala-de-dolor-pngUn estudio en más de 3.000 pacientes de la atención primaria mostró que el 90% con dolor crónico eran mujeres

A.T. El dolor es la primera causa de consulta en atención primaria. Prácticamente todas las patologías causan dolor, la diferencia está en la localización, la intensidad y la duración. Si perdura más de seis semanas se considera crónico. En caso contrario, es un dolor agudo, que se debe valorar si es una recidiva de un dolor ya tratado. Éste suele aparecer por una causa clara y normalmente dura un tiempo determinado y desaparece.

Existen tres grandes causas de dolor crónico no oncológico. Por un lado, la degenerativa, donde se encuentra el grupo de las artrosis de cualquier localización, ya sea de columna, cadera o rodilla, entre otras. El segundo gran grupo lo forma la fibromialgia, sobre todo en mujeres. Por último, una tercera causa proviene de las enfermedades de origen inflamatorio, desde la artritis reumatoide a las espondiloartropatías, entre otras muchas patologías que cursan con inflamación articular.

El dolor es una percepción personal, por lo tanto, no sólo se deben tener en cuenta factores sensoriales sino también emocionales. “El dolor crónico, especialmente cuando se hace refractario al tratamiento, con frecuencia acaba afectando a la percepción que el paciente tiene de su calidad de vida y puede llegar a desarrollar un episodio depresivo”, alerta Antoni Sisó Almirall, coordinador de investigación del Consorci d’Atenció Primària de Salut Barcelona Esquerre (CAPSBE) y profesor asociado de medicina en la Universitat de Barcelona. El principal problema para tratar el dolor es que es subjetivo. Para evaluarlo, la escala visual analógica (EVA) es una práctica clínica útil para medir la intensidad del dolor a través de una especie de escala cuyos extremos tienen la mínima y máxima intensidad de dolor: cero es la ausencia de dolor y diez la intensidad de dolor más alta imaginable. Una misma patología puede cursar con dolor leve en unas personas e intenso en otras. Además, la duración no determina la intensidad. Es decir, un paciente puede convivir durante años con dolor leve sin llegar nunca a una intensidad mayor. “De hecho, el reto es controlar la intensidad con el tratamiento para que el dolor sea el mínimo posible”, señala este especialista.

Recientemente, se elaboró un estudio coordinado por los doctores Antoni Sisó y Manel Ramos-Casals y financiado por la Marató de TV3 (edición 2007) para valorar la presencia de dolor crónico generalizado de origen no oncológico en la población general. El estudio se realizó en más de 3.000 pacientes de la atención primaria. Permitió observar que hasta un 5,5% presentaban dolor crónico generalizado y, además, mostró un perfil claro del tipo de paciente afectado. La mayoría eran mujeres, el 90%, con una media de edad de 62 años, con una vida sedentaria, obesidad y mayor carga de enfermedades cardiovasculares.

Para diseñar un tratamiento es necesario conocer las características del dolor, especialmente su duración y su intensidad. Si se trata de un dolor leve, que representa prácticamente la mitad de todos los casos, en general suele ser suficiente con analgésicos, tipo paracetamol, y/o antiinflamatorios. Si el dolor es moderado se añade un opiáceo menor por vía oral, y si es intenso se incluyen opiáceos fuertes por diferentes vías de administración que generalmente pueden ser derivados de la morfina. Para todos los casos, el médico de familia dispone del arsenal terapéutico suficiente para controlar la gran mayoría de causas de dolor.

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