“El coronavirus afecta nuestro cerebro, pero tenemos herramientas para hacerle frente”

Diego Redolar. Neurocientífico e investigador del grupo Cognitive Neurolab de la UOC.
La situación de incertidumbre y de miedo provocado por el coronavirus y este largo confinamiento repercute también en el cerebro generando estrés, ansiedad, insomnio y otras afecciones.

 ¿De qué manera afecta el cerebro la actual situación de confinamiento?

Miedo, ansiedad, estrés, problemas para dormir … Para entenderlo todo habría que explicar primero cuál es la mecánica cerebral. La fisiología y la conducta de los seres humanos se rige por un ciclo de aproximadamente 24 horas que llamamos ritmo circadiano. Tenemos un reloj interno que está regulado por unos genes que marcan esta ritmicidad y hay una serie de señales externas, entre estos la luz solar, que informan al cerebro del momento del día en el que estamos. El núcleo supraquiasmático, situado en el hipotálamo, se encarga de sincronizar la información externa con el reloj biológico. Las neuronas del núcleo supraquiasmático marcan el tictac cerebral y cuando están más activas el cuerpo humano funciona como si fuera de día, mientras que cuando baja esta actividad lo hace como si fuera de noche. Por otra parte, la glándula pineal, situada en el encéfalo, libera una hormona, la melatonina, que es capaz de modificar el funcionamiento del núcleo supraquiasmático. Esta secreción de melatonina depende de la luz de nuestro entorno y sólo se produce por la noche.

 

¿Por lo tanto, la crisis del coronavirus ha alterado este mecanismo?

El confinamiento ha modificado nuestras rutinas diarias y esto hace que las señales externas que llegan al núcleo supraquiasmático sean diferentes. Hay un desajuste de nuestro reloj biológico que afecta a la calidad del sueño. Además, hay una percepción de incertidumbre, de no poder controlar lo que está pasando, lo que genera estrés, ansiedad y miedo. Cuando el cerebro percibe que no hay control, se libera otro tipo de hormonas. Hay unos niveles altos de cortisol, que es una hormona importante relacionada con el estrés y que al final tiene una repercusión muy negativa sobre la salud humana.

 

El estrés no siempre es negativo, ¿No?

Hay un estrés positivo que es necesario para la supervivencia, pero también uno negativo que aparece cuando hay una percepción de falta de control. Aquí juegan un papel tres estructuras del sistema nervioso: la corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala. Las dos primeras lo que hacen es detener la respuesta al estrés, mientras que la amígdala la potencia. En una situación idónea, la amígdala debe estar poco activa y la corteza prefrontal y el hipocampo deben tener la capacidad de detener rápidamente la respuesta de estrés. Para explicarlo gráficamente, pongamos que estrenos un coche y cuando sales del concesionario otro vehículo te da un golpe por detrás. Si sólo hubiera la amígdala, saldrías indignado de tu coche e intentarías agredir al otro conductor.

 

¿Qué efectos tiene el cuerpo por estar soportando un sobrecarga de estrés?

Una de las primeras cosas que sucede es que se detienen los sistemas que generan mucho gasto de energía y que no son necesarios para hacer frente a una situación de estrés. Esto afecta el sistema inmunológico y por tanto hace más probable que estemos enfermos, que cogemos la gripe y que las personas con vulnerabilidad genética incrementen el riesgo de procesos tumorales. También quedan afectados el sistema cardiovascular, el digestivo, el nervioso …

 

¿Qué debemos hacer para afrontar todos estos riesgos en la actual situación de confinamiento?

El coronavirus afecta nuestro cerebro, pero tenemos herramientas para hacerles frente. Lo primero que tenemos que hacer es intentar marcar rutinas que den señales a nuestro cerebro para poder ayudar a controlar el reloj biológico, a ponerlo a la hora. Si hacemos todas estas rutinas, nos vestimos a pesar de no salir a la calle, hacemos la cama, nos duchamos, comemos a una hora determinada, nos ponemos el despertador, ya habremos avanzado mucho. Si además hacemos ejercicio físico por la mañana o por la tarde, evitamos el consumo de excitantes, como la cafeína por la noche, si no hacemos uso de móviles y tabletas antes de acostarse, si hacemos actividades que nos relajen como yoga y evitamos estar sobreinformados sobre el virus, tendremos mucho ganado. También debemos procurar levantar las persianas y abrir las ventanas para que la luz del sol entre en casa y salir a la terraza o en el balcón, si tenemos. También hay que seguir la dieta mediterránea, rica en nutrientes, haciendo unos cenas ligeras y evitando las bebidas alcohólicas.

 

¿Si a pesar de todo esto se tiene insomnio, suplementos como la melatonina o el triptófano pueden ser útiles?

Sirven cuando se hacen viajes largos con un gran desfase horario, pero no aquí. La melatonina lo libera cada noche la glándula pineal y el triptófano es un aminoácido que ingerimos por la dieta. Con el confinamiento, el núcleo supraquiasmático puede no funcionar bien porque le faltan señales. Por lo tanto, para que le lleguen hay que mantener las rutinas, hacer ejercicio físico etc. ANTONI DALMAU (El Punt)

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