El cáncer duele

Un 50% de los pacientes oncológicos sufre dolor moderado-severo a causa del tumor o del tratamiento

Con los tratamientos actuales, hasta en un 90% de los casos el dolor puede controlarse

Sofía Larrucea

El cáncer duele, y no nos referimos únicamente a nivel emocional, sino también a nivel físico. De hecho, se estima que un 50% de los pacientes con cáncer padecerá dolor moderado- severo y en un 30% de los casos este será muy severo. Paradójicamente, son muchos los que hoy en día siguen sin consultar este aspecto con su médico. Tal y como explica Belén González, oncóloga del hospital Son Llàtzer de Palma de Mallorca, esto puede deberse principalmente a la falsa creencia por parte de algunos pacientes de considerar el dolor como un aspecto secundario. “Algunos temen que el médico ‘se distraiga’ paliando el dolor y se desconcentre de su principal misión, que es el tratamiento del cáncer”, explica esta oncóloga. Asimismo, añade, “también suelen pensar que el dolor significa que la enfermedad va empeorando y por ello no quieren prestarle mucha atención”. Miedo a los efectos secundarios, a crear una posible adicción o pensar que los medicamentos pueden dejar de hacer efecto son otros de los motivos por los que los pacientes pueden ser reacios a la idea de tratar este síntoma. Sin olvidar que, tal y como destaca la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) en su estudio El dolor en el paciente oncológico, muchos aceptan el dolor como algo inevitable. Pero no lo es. De hecho, con los tratamientos actuales y con la idea cada vez más generalizada de tratar el dolor de forma integral (física y emocionalmente) se estima que hasta un 90% de los casos puede controlarse.

El dolor se debe principalmente a que por crecimiento o invasión, el cáncer provoca inflamación en los tejidos dañados y afecta a terminaciones nerviosas. Los tumores más dolorosos son los que afectan a los huesos, el cáncer de páncreas, el de cabeza y cuello, el de cérvix y el de estómago, entre otros. Sin embargo, el dolor no solo puede deberse al tumor en sí, sino que el propio tratamiento oncológico también puede generarlo. Hoy en día se dispone de muchas alternativas terapéuticas para paliar este síntoma. “Se puede y se debe tratar el dolor, y no solo para que el paciente gane en calidad de vida durante el proceso oncológico, sino también para aumentar la efectividad de los tratamientos, (al permitir administrarlos de una forma más adecuada) y para reducir costes (al evitar ingresos hospitalarios)”, señala la especialista Belén González. Los opioides (morfina y derivados) son los fármacos de elección pero también se usan otros analgésicos y medicamentos “coadyuvantes” que potencian el efecto analgésico -ansiolíticos, antidepresivos, corticoides, etc- además de otras medidas no farmacológicas como la psicoterapia o la rehabilitación.

A pesar de ello, algunos pacientes acaban necesitando una  técnica invasiva o intervencionista para el control de su dolor o para disminuir los efectos secundarios de los fármacos. Sin embargo, no debe olvidarse que la percepción del dolor es un aspecto somatopsqíquico y subjetivo. Es decir, no solo depende del estado físico, sino también del estado emocional que tenga el paciente. Por ello, la oncóloga Belén González insiste en la importancia que tiene impulsar las llamadas terapias integrativas. “Cuando el dolor se trata de una forma integral e individualizada y se presta atención al estado psicológico y anímico de la persona puede conseguirse que su percepción sea menor y se controle mejor”, señala. Postura muy defendida por muchos especialistas, y desde hace mucho tiempo, pues como decía el prestigioso doctor Eric Cassell, “los que sufren no son los cuerpos, son las personas”.

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