Disfagia para líquidos: cuando beber es una odisea

Un 80% de las personas que han sufrido un infarto cerebral presenta dificultades para tragar

Se calcula que un 75% de los pacientes con dificultades para tragar no está diagnosticado

Sofía Larrucea

Imagínese por un momento lo que sentiría si un día empezase a no poder tragar ningún líquido. ¿Aterrador, verdad? Pues esa situación es más común de lo que se cree. La disfagia para líquidos, nombre con el que se conoce esta afección que incapacita a la persona poder transportar el líquido desde la boca hasta el estómago, es más bien un síntoma que puede provenir de muchas enfermedades, que afectan sobre todo a personas de edad avanzada. La más común, el ictus. “Se calcula que alrededor de un 80% de las personas que han sufrido un infarto cerebral presenta dificultades para tragar”, afirma Raimundo Gutiérrez, jefe del servicio de Otorrinolaringología y coordinador de la unidad de Disfagia del Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Madrid. El párkinson, el alzhéimer o el cáncer, por ejemplo, son otras de las patologías que pueden producir la disfagia para líquidos. Un problema que, además, está infradiagnosticado. Un 75% de los pacientes con dificultades para tragar no está diagnosticado, según un trabajo del Grupo de Estudio Europeo para el Diagnóstico y la Terapia de la Disfagia y el Globo Esofágico en 2002. Algo preocupante, ya que muchas veces la disfagia deriva en neumonía por aspiración. Además, este problema hace que la calidad de vida de los afectados se deteriore considerablemente (la disfagia está relacionada con altas tasas de depresión y aislamiento social), y que tengan riesgo de sufrir deshidratación. Los pacientes con disfagia tienen miedo a atragantarse, por lo que muchas veces prefieren no beber agua.

Las personas con disfagia para líquidos pueden sufrir deshidratación

A pesar de que la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria aconseja consumir de seis a ocho vasos de agua por día en personas mayores de 70 años, la realidad dista mucho de esas pautas. Estudios publicados revelaron que los pacientes con disfagia solo bebían 2,2 vasos diarios. Algo preocupante, pues la deshidratación en estos pacientes tiene consecuencias severas como un mayor riesgo de infección urinaria, obstrucción intestinal, enfermedad dental y cálculos renales. Sin olvidar que la falta de hidratación en las personas de edad avanzada puede deteriorarles cognitivamente aún más. Además, la sequedad bucal, producida por la disminución de saliva, empeora la disfagia.

Un problema infravalorado

Para tragar es necesaria una buena coordinación neurológica y muscular. Utilizamos 25 músculos y cinco pares craneales diferentes. Se estima que la disfagia afecta al 12-13 % de adultos ingresados en hospitales, al 22% de personas que residen en su domicilio y hasta al 50% de ancianos institucionalizados en residencias geriátricas. Por estar asociada a diferentes enfermedades neurológicas y crónicas como el alzhéimer o el párkinson, la disfagia suele ser infravalorada y la enfermedad de base es la que se lleva toda la atención.

 

Tratamiento

Para abordar la disfagia es importante aumentar la viscosidad de los líquidos, así como realizar rehabilitación para volver a aprender a tragar de nuevo (una alternativa que desgraciadamente no es apta para muchos pacientes). Por ello, las aguas gelificadas (aguas a las que se les añade fibra y que presentan una textura gelatinosa) son una buena opción para la mayoría de los afectados. Es importante no confundirla con gelatinas, advierte el especialista Gutiérrez, también vicesecretario general de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello. “A diferencia de esta, que se disuelve en la saliva oral rápidamente- añade- el agua gelificada mantiene su textura en forma de gel mas viscoso durante mucho más tiempo, por lo que el paciente puede ingerirla sin problemas”. Son productos que mantienen la textura en temperatura ambiente, por lo que son ideales para la administración de pastillas. Hay con o sin azúcar y de sabores cítricos (el sabor ácido estimula el reflejo deglutorio). Se recomienda que se tomen con cuchara de café, lo que facilita su ingesta en pequeñas cantidades y protege al paciente de sufrir aspiraciones. Se encuentran exclusivamente en farmacias, donde el farmacéutico orientará sobre su administración.

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