“Creo que podremos reducir un 50% los casos de demencia”. Howard Fillit

Javier Granda Revilla,

 

Pregunta: ¿Hasta qué punto es la enfermedad de Alzheimer un problema global?

Respuesta: Es la principal causa de discapacidad en ancianos y se está convirtiendo en la primera causa de muerte. Incluso ya hay estudios que indican que es responsable de más muertes en Estados Unidos que algunos tipos de cáncer, como el de próstata o el de mama.

P: ¿Qué coste supone?

R: Un coste enorme: los estudios económicos demuestran que la enfermedad de Alzheimer es la más cara en Estados Unidos y, probablemente, en otras partes del mundo, incluyendo Europa y Japón. Así que se va a convertir en un problema aún mayor, porque la población está envejeciendo.

P: Se ha investigado mucho en este campo, se han desarrollado fármacos, pero lamentablemente sin éxito. ¿Cómo se explica este relativo fracaso?

R: El Alzheimer no se descubrió en personas ancianas hasta 1970. Cuando yo fui a la facultad de medicina, a principios de los 70, nunca me hablaron de esta enfermedad. Y la investigación no comenzó en realidad hasta principios de los años 80, mientras que por ejemplo, llevamos investigando el cáncer o la diabetes casi 100 años o la hipertensión desde hace 90.

P: ¿Y cómo está la situación ahora?

R: Tras 30 años de investigación hemos conseguido el suficiente conocimiento para empezar a desarrollar nuevos fármacos y a eso es a lo que nos dedicamos en la Fundación ADDF.

P: Una de las dificultades para el desarrollo de nuevos fármacos para el Alzheimer es la cantidad de mecanismos presentes en la enfermedad. ¿Hasta qué punto esto complica la investigación?

R: El cerebro es muy complejo y, de los diferentes mecanismos, yo diría que el envejecimiento es el factor de riesgo clave. Pero también lo es en cáncer, diabetes, hipertensión… Así que podemos aprender de estas enfermedades, que además precisan de terapias combinadas para ver incrementar los beneficios: quizá los medicamentos anti-amieloides logren un beneficio. Y este será mayor si se combina con un fármaco neuroprotector o con un antiinflamatorio. Y puede que así consigamos interferir en la progresión clínica de la enfermedad.

P: ¿Por qué? 

R: Porque el objetivo real es retrasar el inicio de la enfermedad, que ronda los 76 años, cuando la esperanza de vida es de unos 80. Así que, si podemos retrasar el inicio cinco años, las personas mayores podrán vivir toda su vida con las funciones cognitivas intactas, podrán disfrutar de sus nietos o seguir trabajando y morir de cualquier otra cosa en vez de perder la memoria, lo que es una pesadilla para mucha gente. Por tanto, es un objetivo muy modesto y, si lo logramos, creo que podremos reducir el 50% de casos de demencia y eso será un gran beneficio.

P: ¿Y respecto al diagnóstico temprano de la enfermedad?

 

R: Ese era un gran problema. Pero ahora disponemos de técnicas de imagen como el PET -que la fundación en la que trabajo ha ayudado a desarrollar- que nos permite diagnosticar la enfermedad. Cuando empecé mi carrera como médico, hace 35 años, no había manera de saberlo. Y desde 2012 se confirma con un escáner cerebral, lo que es un gran cambio.

P: ¿Qué papel juega el tratamiento personalizado en este ámbito? 

R: Es crucial. Por ejemplo, algunos de los ensayos clínicos que se están realizando ahora se centran en inflamación, pero no todos los pacientes van a tenerla ni les afecta negativamente el cerebro aun cuando la tengan. Así que hay mucho trabajo en marcha para desarrollar biomarcadores que nos permitan detectar a los pacientes que tienen inflamación. Esto nos ha llevado a lo que llamamos ensayos clínicos enriquecidos, en los que usamos medicina personalizada: usamos fármacos conocidos que pensamos que pueden ser útiles en Alzheimer y que se usan en otras enfermedades, por lo que son seguros y conocemos su eficacia y mecanismo de acción y pensamos que, por ejemplo, podrían ser neuroprotectores. Estamos financiando 17 estudios de este tipo en este momento, utilizando medicamentos para la ELA, el Parkinson, la diabetes o la hipertensión.

P: ¿Debemos ser optimistas?

R: Llevo 35 años trabajando en este campo y he visto cambios increíbles. Soy muy optimista, pero la expectativa de que habrá una cura a día de hoy no es real. Sí es razonable decir que tendremos fármacos que funcionarán y que tendrán un impacto en la enfermedad. Pero seguiremos precisando de buenos doctores, enfermeras y sistemas sanitarios que cuiden de las personas cuando envejezcan y de nuevo aquí soy optimista, porque eso también va a suceder.

Biografía

Howard Fillit es un geriatra y neurocientífico reconocido internacionalmente y experto en enfermedad de Alzheimer. Es director ejecutivo y fundador de la Fundación para el Descubrimiento de  Fármacos para el Alzheimer (ADDF). Se formó en Medicina Interna en el Centro Médico Beth Israel de Nueva York y, con una beca de investigación, en nefrología en el New York Hospital. Posteriormente fue miembro y profesor asistente en la Universidad Rockefeller, en el laboratorio del profesor Maclyn McCarty. En 1987 se unió al departamento de geriatría y desarrollo del adulto en el Hospital Monte Sinaí, logrando en 1992 el cargo de profesor titular de Medicina Geriátrica, Medicina y Neurobiología.

También te podría gustar...