Cómo superar situaciones embarazosas y no morir en el intento

La vergüenza es una respuesta emocional que hemos arrastrado de nuestros antepasados como forma de supervivencia social

Redacción

¿Quién no ha sentido vergüenza alguna vez? A diario, en nuestra vida cotidiana hay muchas acciones o actividades que nos dan cierto pudor o vergüenza realizar, e incluso nos llegamos a sentir ridículos. Hacerlo delante de miles de personas en un escenario y ante millones de espectadores de todo el mundo por televisión mucho más. Esta situación extrema en la que se vio sumido el representante español en Eurovisión Manel Navarro quizá no te vaya a ocurrir a ti, pero saber cómo actuar ante momentos embarazosos te va a salvar de caer en estados de tristeza, de ansiedad o de apatía social.

Para saber reaccionar ante la vergüenza y el ridículo es necesario conocer su origen. En este sentido, el psicólogo experto en gestión de la tristeza, Jesús Matos, explica que la vergüenza es una emoción normal de todo ser humano y que tiene como función el preservar nuestra intimidad. Además, el psicólogo entiende esta emoción como un mecanismo de supervivencia y que como el resto de emociones regulan nuestro comportamiento social. “Somos descendientes directos de aquellos que inhibían ciertas conductas en público para evitar ser agredidos o expulsados de aquellos grupos”, sostiene Matos.

Por su parte, Irene Bayarri, especialista en ansiedad, manifiesta que somos seres sociales y por tanto buscamos el apoyo y la aprobación del otro y añade que el problema está en la existencia de creencias irracionales que incluyen palabras absolutas como: nunca, todo, nada, nadie, perfecto, etc. como por ejemplo “Nadie me querrá si hago las cosas mal”.

En definitiva, tenemos miedo a la valoración negativa que puedan tener los demás sobre nosotros, como comenta la coach Roser de Tienda.

Consecuencias a nivel personal

Caerte subiendo las escaleras del metro, pisar un charco y llenarte la ropa de barro o titubear cuando estás exponiendo un trabajo en público tiene una repercusión más allá de hacerte una herida en la rodilla, tener que volver a casa para cambiarte o no obtener una buena valoración de tu exposición.

Según Roser de Tienda exponernos al juicio de los demás puede hacer que perdamos una parte de nuestra propia identidad. “También sentimos rabia impotencia y nos solemos enfadar con nosotros mismos, minando directamente en nuestro autoestima con la consiguiente posibilidad de sufrir depresión, fobia social, ansiedad o cuadros graves de estrés”, asegura la coach.

En este sentido va más allá Irene Bayarri quien explica que la ansiedad que producen las situaciones embarazosas hace que huyamos sistemáticamente de aquellas situaciones de exposición que son, por otra parte, actividades agradables que ayudan a mejorar nuestro estado de ánimo, por lo que a su vez estaremos más tristes, aburridos y con menor sensación de capacidad, afectando al autoestima a largo plazo.

Teoría que también apoya el psicólogo Matos, que apunta que si no dejamos que la emoción afecte a nuestra ejecución, cada vez realizaremos un mejor desempeño y no sólo no se verán afectadas determinadas áreas de nuestra vida sino que se potenciarán.

Qué hacer para que la vergüenza no se adueñe de nosotros

Lo primero que el experto Jesús Matos recomienda hacer es evaluar de forma racional si la emoción de la vergüenza que has sufrido es adaptativa. Es decir, si la vergüenza te ayudar a actuar correctamente ante determinadas situaciones.

La vergüenza tiene mucho que ver con la educación y las normas sociales con las que nos hemos criado, pero también depende de nuestra personalidad y de la importancia que decidamos otorgarle.

Por ese motivo, para la coach Roser de Tienda, el hecho de hablar sobre cómo nos sentimos nos ayuda a valorar en su justa medida lo que haya pasado, y no reaccionar en exceso, culpándonos. Sentir vergüenza nos hace humanos, reconocerla y aceptarla nos ayudará a que los demás nos comprendan.

¿Y qué hacer en el momento exacto en el que quieres que te trague la tierra?

El quid de la cuestión está en afrontarla inmediatamente. “No la esquives, para que no se convierta en ese ‘elefante en la habitación’ del que nadie se atreve a hablar. Coge el toro por los cuernos y haz notar, preferiblemente con humor, que sabes que te has equivocado o que algo te ha salido muy mal”, afirma Bayarri.

Precisamente el humor es otra táctica efectiva a la que acudir en ese momento inmediatamente después del ridículo ya que ayuda a relajar tensiones. Acepta que te da vergüenza. “Esto te hará conectar mucho más con los que se encuentren a tu alrededor en ese momento. Te humaniza”, explica la psicóloga Irene Bayarri.

Para Roser de Tienda las personas que tienen una autoestima alta y se valoran en su justa medida aceptarán este tipo de situaciones de una forma menos traumática y pasajera.

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