¿Cómo afrontar el dolor crónico?

El dolor crónico es un dolor que dura o se repite durante meses o años. Generalmente, el dolor se considera crónico si cumple una de las características siguientes: Dura más de 3 meses. Tiene una duración de más de 1 mes después de la remisión de la lesión o el problema que causaron inicialmente el dolor.

Es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada con daño tisular real o potencial. El dolor es una de las causas más comunes de consulta en Atención Primaria. Normalmente, es de carácter agudo, aunque el que más afecta a la calidad de vida y a nuestras actividades diarias es el de carácter crónico. Cuantificarlo es bastante complicado por la diversidad de manifestaciones que tiene.

Es uno de los trastornos que más afecta y preocupa a las personas. La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés) modificó ligeramente la definición de dolor en 2020 dejándola de la siguiente manera: “El dolor está definido como una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada o similar con una lesión hística real o potencial“. Dicho esto, el dolor es una experiencia compleja que tiene una constitución múltiple. Un componente sensorial/ discriminativo, relacionado con la localización, intensidad, calidad y características físicas; un componente afectivo/emocional que refleja las consecuencias del dolor en cada persona (posible depresión, baja autoestima, etcétera); y, por último, un componente cognitivo/evaluador que permite al paciente darle un significado a la sensación dolorosa.

En líneas generales, se trata de una enfermedad, en cualquiera de sus variantes, que tiene un impacto muy significativo en la calidad de vida de los pacientes. Se considera crónico, como se ha dicho anteriormente, cuando supera los tres meses de duración, dejando de denominarse el dolor como un síntoma y pasando a ser considerado como una enfermedad per se. Es, sin duda, un problema de Salud pública a nivel mundial, siendo la causa más frecuente de sufrimiento y discapacidad, por lo que la mejora del dolor repercute claramente en una mejor calidad de vida para los pacientes que lo sufren. Estudios realizados en el año 2014 estimaron una prevalencia global del 20%, lo que supondría a día de hoy cerca de 1.600 millones de pacientes con dolor crónico en el mundo.

Manifestaciones del dolor crónico

Por este motivo, se recurre a métodos que tengan una elevada validez y fiabilidad y fácilmente comprensibles por el paciente. A pesar de que, generalmente, toman forma de escalas validadas (analógica, verbal, numérica o gráfica), se utilizan de la misma manera ciertos cuestionarios. Los más empleados son el del dolor de McGill (MPQ), el cuestionario de afrontamiento ante el dolor crónico (CAD), el cuestionario DN4 (DN4) o el inventario multidimensional del dolor de West Haven-Yale (WHYMPI), entre otros.

El dolor puede condicionar la vida, y mucho. Impregnarla, tanto de quien lo sufre como de sus familias. El dolor crónico, cuando persiste más allá de las doce semanas, conlleva sufrimiento, alteraciones del sueño, ansiedad, pérdidas laborales, disminución de relaciones sociales o discapacidad, entre otras consecuencias. En los casos más graves, incluso pérdida del sentido de la vida. Así lo explicó Manuela Monleón, enfermera familiar y comunitaria, doctora en Cuidados de la Salud y coordinadora de la guía Autocuidado en las personas con dolor y el Manual profesional del autocuidado analgésico, en la reciente presentación de ambos documentos. RV. Ana Mera, farmacéutica. Barcelona

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